Hay pocos géneros musicales a los que se le pueda adjudicar un creador específico, y siempre se discutirá si el rock and roll fue inventado por Ike Turner, Bill Haley, Elvis Presley o algún otro, o si fueron The Yardbirds o Black Sabbath los que inauguraron el heavy metal. Pero en el caso del dub, la variante más atmosférica y experimental del reggae -además de la base de todo lo que entendemos hoy por remix o reapropiación de un tema (e incluso del hip-hop y toda la música basada en samples)- pocos pueden discutir que los creadores fueron King Tubby y, especialmente, Lee Scratch Perry, dos disc-jockeys subidos a los ambulantes soundsystems, suerte de discotecas móviles que difundían la música de los artistas locales por los barrios de Kingston y otras ciudades jamaiquinas.

Ellos comenzaron a jugar con la velocidad de los discos usando las bandejas como instrumentos, exagerando la ecualización de sus equipos para llenarlos de graves, reverberación y eco, e incluso interviniendo como vocalistas libres. Perry, en particular, fue el primero en usar loops de cinta como samples, e introdujo -en su tema “People Funny Boy”, de 1968-, también por vez primera, ese ritmo sincopado e invertido en la base que conocemos como reggae. Si a eso le sumamos su rol como productor de The Wailers, está claro que se habla de alguien decisivo en la historia musical de Jamaica.

Es de suponer que la música occidental habría llegado de cualquier forma al concepto de remix como forma de recomposición y yuxtaposición musical si Perry no hubiera existido, pero seguramente habría demorado más y lo habría hecho de otra forma. De todos modos, todo el concepto del house y la música de las raves le deben más al dub que a otros ritmos de baile como el funk y la música disco. La concepción de espacio sonoro del dub, la predominancia de los bajos reverberados, la repetición y la psicodelia que son parte de la música dance más osada estaban ya contenidas en el dub jamaiquino, y fue hacia éste que se orientó el after-punk, al evolucionar e intentar cortar lazos con el rock'n'roll.

La alianza cultural de punks y rastafaris tuvo como consecuencia inmediata los sonidos sincopados, hipnóticos y eventualmente disonantes de bandas como P.I.L., The Slits, The Pop Group o The Clash, quienes ya en su primer disco se habían aventurado a hacer una rudimentaria (pero ampliamente reverberada) versión del tema de Perry y Junior Marvin “Police & Thieves”, dando paso a la primera fusión de reggae y punk rock, que luego explorarían en todas direcciones hasta llegar al disco Sandinista! (1980), que puede considerarse tanto de rock como de dub puro y duro. Ninguno de los músicos jamaiquinos de esos tiempos estuvo más cerca o fue más influyente para la curiosidad de la new wave o el after-punk que Lee Perry, quien sentó las bases de todo un concepto de producción en el que la idea de “autor” se borroneaba entre excesos de melódicas reverberadas y redoblantes llenos de eco.

No sólo su talento hizo legendario a Perry. También su excentricidad, que lo convirtió para la imaginería popular en una especie de científico loco que, encerrado en su estudio jamaiquino Black Ark -y siempre envuelto en una espesísima nube de humo de porro- conseguía mezclas fantásticas utilizando apenas cuatro canales. Algo de verdad había en todo eso, y la excentricidad de Perry llegó a su ápice en 1978, cuando su estudio (ya cubierto hasta el último centímetro de símbolos mágicos) ardió hasta convertirse en cenizas (según el productor, incendiado por su propia mano, para espantar a espíritus malignos; según sus allegados, por un desperfecto eléctrico). En todo caso, lejos de colapsar psíquicamente, Perry siguió siendo uno de los productores más cotizados de Inglaterra, y últimamente -ya bien entrado en su séptima década- ha trabajado con personajes del calibre de su evidente discípulo Adrian Sherwood, Animal Collective, Andrew WK, Ari Up y Moby.

De 2007 a 2010 grabó tres discos propios -todos nominados al Grammy- en los que participaron figuras como Keith Richards y George Clinton. Hoy en día, ya en la frontera de los 80, Perry sigue de gira como si fuera un veinteañero, y llega por primera vez a Montevideo, acompañado por otro personaje que ya ha visitado la capital y es uno de sus aliados de más larga data: Mad Professor (Neil Joseph Stephen Fraser), tal vez el mayor nombre de la generación de productores de dub posterior a Perry y a King Tubby, y alguien que ha sabido producir a figuras como Sly & Robbie, Sade, Horace Andy, Pato Banton, Massive Attack y cualquier otro artista que admire a Jamaica por algo más que la velocidad de Usain Bolt.

En otras palabras, mañana se presentan en La Trastienda dos tipos que algo saben de cómo animar una fiesta, en lo que se ha denominado Masters of Reggae Dub Show, título que no tiene nada de exagerado. Va a ser un evento para agradecer, con los párpados a media asta, que el consumo de marihuana sea legal en Uruguay.