Martes 13 de octubre, a las 9.00. El lugar: Germán Barbato 1439, a pocos metros de la avenida Uruguay, en pleno centro de Montevideo. Un funcionario del Centro Artiguista de Estudios Sociales y Culturales (CADESYC) intenta abrir la puerta del local y se encuentra con una bolsa de papel roja, que tiene adentro una botella de plástico con un líquido de color amarillo, un pedazo de cartón blanco y dos bombas brasileñas.

Llamadas telefónicas, primeros contactos y, pocos minutos después, llegan al lugar funcionarios de la Dirección Nacional de Policía Científica, que se llevan todos los materiales que estaban en la bolsa.

El resto de la jornada en el CADESYC -un centro de estudios cercano al MPP, en el que también participan otros militantes frenteamplistas- siguió con normalidad: apenas dejaron constancia de la denuncia en la Seccional 3ª.

Dos días después, el director general de Secretaría del Ministerio del Interior, Charles Carrera, recibió en su despacho un oficio de la Policía Científica sobre este episodio, firmado por el inspector Gustavo Fernández. El documento, al que accedió la diaria, confirma que se trataba de un “artefacto incendiario, de fabricación casera, tipo Molotov”. También especifica que el líquido en cuestión resultó ser Nafta Súper 95, que uno de los petardos estaba envuelto en la mecha y que el otro estaba dentro del líquido. “La mecha presenta evidencia de haber sido encendida y posiblemente se apagó por falta de oxígeno antes de provocar el calor suficiente para encender el dispositivo”, concluye el informe de la Policía Científica. Además, se anexan las pruebas químicas de laboratorio, con una aclaración: fue imposible obtener rastros dactilares “que sean de utilidad para la investigación”.

Un día después, el CADESYC decidió sacar un comunicado, que colgó en su sitio, para “denunciar públicamente un intento de atentado”. “Repudiamos este intento cobarde de atentado que no ha reconocido autores, a un espacio dedicado abnegadamente a la lucha por la justicia social y la soberanía”, señalan.

El episodio y sus primeras derivaciones habían sido discutidos antes en el Ejecutivo del MPP, que avaló la publicación de la nota del CADESYC. En el local de Germán Barbato y Uruguay funciona, además de este centro de estudio, el fondo Raúl Sendic, una iniciativa emepepista que financia proyectos productivos. Esta semana, integrantes del CADESYC plantearon a la diaria su “preocupación” por la falta de reacciones en el sistema político luego de la denuncia. “Hay una especie de adormecimiento”, resumió uno de ellos.

En el Ministerio del Interior, sin embargo, prefieren bajarle perfil al tema. “Es cierto que fue un episodio raro, pero no tenemos elementos de prueba como para decir que existió un móvil político. Los elementos que manejó la Policía no dan para sembrar la alarma pública o poner en alerta a otros grupos políticos. No podemos decir que hubo intencionalidad política, como tampoco podemos descartarlo”, resumió un jerarca ministerial. Apenas, y sin mucha convicción, marcan una coincidencia temporal: diez días antes del episodio en el CADESYC, una bomba molotov destrozó la puerta de la sede del Codicen. En ese caso, explican desde la cartera, sí quedó claro que fue un atentado: “El que hizo aquel artefacto sabía hacer un cóctel molotov, aunque el modus operandi es bien distinto”. El Ministerio del Interior elevó el informe de la Policía Científica y la documentación fotográfica al Juzgado Penal de 20º Turno. Por ahí sigue el asunto, al menos por ahora.