15 minutos le bastaron a Liverpool para llevarse un partido difícil. En realidad, le llevó más, mucho más, porque pasó los restantes 75 remando contra la corriente naranja. Pero esos 15 minutos, en los que el equipo se paró bien arriba para presionar a su rival y no dejarlo jugar, y recuperando la pelota bastante rápido, llevaron al negro de la Cuchilla a convertir el gol, que a la postre sería el único del encuentro jugado en Belvedere. Junior Arias fue todo olfato para colocarse en el área. El centro vino desde un lateral tirado por Christian Almeida, y Gonzalo Freitas, hombre de referencia en cuanto envío aéreo tiene Liverpool, la peinó para que el goleador la tocara sutilmente ante la salida de Javier Irazún. Gol y partido, el quinto sin perder para los dirigidos por Juan Verzeri; tal podría ser un resumen del encuentro.

En la historia larga, el protagonista fue Sud América. Primero, por la razón obvia de que se encontró en desventaja muy temprano y eso lo obligó a jugar más arriba. Segundo, porque a Liverpool, por convicción, le da resultado reformularse de un 4-4-2 inicial a un 4-1-4-1 posterior, para jugar preferentemente al contragolpe. Con ese escenario, los buzones tuvieron más control de pelota y jugaron cerca del arco de Jorge Bava, aunque la posesión del balón no se tradujo en situaciones claras de gol. Fue casi en el final del partido, cuando Liverpool estaba con nueve tras las expulsiones de Diego Ferreira y Adrián Balboa y la IASA tenía diez hombres por la roja a Gastón Díaz, que Sud América contó con dos chances abajo del arco: la primera fue de Bryan Aldave; la segunda, un cabezazo cruzado de Edgard Martínez. Ninguna de ellas fueron gol de milagro.

Pese a que quedó la sensación de que Sud América jugó más y mejor, Liverpool también se las rebuscó para generar chances. Arias fue la punta de lanza de varios ataques, pero no resolvió bien y luego se fue apagando por el desgaste físico. Idéntica labor tuvo Nicolás de la Cruz; el pibe de 18 años fue la magia que su equipo se permitió tener. Además, su conexión con los de arriba, siendo generosos y sumando a Renato César como atacante, fueron de buen destaque. Cuando ya no estuvo De la Cruz, la tarea le correspondió al ingresado Maximiliano Cantera. Un ataque rápido pudo ser el 2-0 y la tranquilidad cuando faltaban pocos minutos, pero Cantera la tiró afuera en el mano a mano.

Liverpool terminó sufriendo. Arrinconado y con un hombre de menos, fundamentó la razón de su victoria a puro despeje. El negriazul sufrió pero ganó, se metió entre los de arriba y sumó abajo, en la tabla donde no quiere volver a caer.