“Trabajo al servicio del desarrollo humano” se titula el informe divulgado ayer, en el que el PNUD adopta una visión más amplia y profunda del trabajo, incluyendo, además del empleo, el trabajo de cuidados no remunerados, el voluntario y el creativo, concebido como “la música, la escultura, el teatro, entre otros”, explicó la coordinadora residente de las Naciones Unidas en Uruguay, Denise Cook.

La importancia de analizar este vínculo reside en que “no es automático”, sino que “depende de la calidad del trabajo, de las condiciones en que se realiza y de su valor social, entre otros factores”, se explica en la publicación. Muchas personas realizan trabajos que limitan sus opciones de vida; la mano de obra infantil, los trabajadores forzosos y las víctimas de trata destruyen el desarrollo humano. En el mundo se estima que 11% de la población infantil trabaja; en Uruguay lo hace 7,9% de los niños de entre cinco y 14 años de edad.

El trabajo doméstico es otro de los que fueron examinados. Si bien la publicación reconoce que con “la protección adecuada” este tipo de trabajo “puede empoderar a las personas y ayudarlas a sacar a sus familias de la pobreza”, también da cuenta de que en éste “los abusos son frecuentes” y aumentan entre las mujeres, especialmente las inmigrantes. En Uruguay las cifras dan cuenta de que 18,5% de las mujeres ocupadas se dedica al servicio doméstico, mientras que la proporción entre los hombres es de 1,4%.

Otro enfoque, que analiza el fenómeno de globalización y la revolución digital, da cuenta de los contratos irregulares y de la distribución asimétrica entre los trabajadores altamente cualificados y los no cualificados. El informe sostiene que “la divulgación y la penetración de tecnologías digitales están cambiando el mundo laboral” y que el acceso a internet y a los teléfonos móviles sirve de instrumento de “empoderamiento” a las personas para que aprovechen su creatividad e ingenio. En Uruguay, 61,5% de la población se manifestó usuaria de internet, y la suscripción a teléfonos móviles es de 160,8 unidades cada 100 personas.

En los dos mundos laborales, el de trabajo de cuidados no remunerado y el remunerado, sigue observándose un “marcado desequilibrio entre los géneros”. En 2015, a escala mundial, 72% de los hombres en edad de trabajar tiene un empleo, frente a 47% de las mujeres; en Uruguay, las cifras son de 76,8% y 55,6%, respectivamente. El informe indica que “los hombres predominan en el mundo del trabajo remunerado y las mujeres lo hacen en el del trabajo no remunerado”. Mientras que las mujeres dedican 309 minutos al día (según cálculos de 2013) a este tipo de trabajo, los hombres ofrecen 133. “El trabajo no remunerado en el hogar es indispensable para el funcionamiento de la sociedad y el bienestar humano, y sin embargo, cuando recae sobre todo en las mujeres limita sus posibilidades de elección y sus oportunidades”, se afirma. Pero la desigualdad no termina ahí: “Incluso cuando realizan trabajos no remunerados, las mujeres sufren desventajas y discriminación”.

De tablita

Buscando otra regla para medir el desarrollo de los países, el PNUD diseñó en 1990 el Índice de Desarrollo Humano (IDH), una medida sintética que evalúa en tres dimensiones básicas -una vida larga y saludable, el acceso al conocimiento y un nivel de vida digno- el progreso a largo plazo de 188 países y territorios del mundo.

Los uruguayos viven en promedio unos 77,2 años, se espera que tengan 15,5 años de escolaridad -aunque en promedio tienen 8,5- y perciben por ingresos brutos 19.283 dólares por año en paridad del poder adquisitivo (PPA). El valor del IDH de Uruguay fue de 0,793 en 2014, lo que posiciona al país en la categoría de desarrollo humano “alto”, junto con otros como Bielorrusia, Rusia, las Bahamas, Bulgaria y Panamá. Dentro de la región, Uruguay se ubica tercero, después de Argentina (puesto 40) y de Chile (42), ambos de desarrollo humano “muy alto”.

Una comparación con el primer cálculo del IDH muestra que en estos 25 años el valor de Uruguay aumentó de 0,692 a 0,793, es decir, 14,6%. En la lectura de cada indicador, la esperanza de vida al nacer registró un aumento de 4,6 años; los años promedio de escolaridad, 2,6, y los esperados, 1,3, mientras que el ingreso bruto nacional per cápita pasó de 9.492 dólares en 1990 a 19.283 en 2014, un aumento de 3%.

En 2010, el PNUD se percató de cierta carencia en el IDH y decidió ajustarlo por la variable “desigualdad”, incorporando así la visión de cómo se distribuyen los avances en desarrollo humano entre los ciudadanos, de forma de aproximarse al desarrollo humano “real” del país. En el caso de Uruguay, el IDH ajustado descendió a 0,678 en 2014, lo que implica una pérdida de 14,5% por desigualdad. También ese año se buscó reflejar la desventaja de las mujeres en dimensiones como la salud reproductiva, el empoderamiento y el mercado laboral. El Índice de Desigualdad de Género muestra la pérdida en desarrollo humano debido a las desigualdades entre logros de hombres y mujeres, que en Uruguay es de 0,313 y lo sitúa en el puesto 61 de 155 países.