Uno de los obstáculos para mejorar la atención a la primera infancia reside en la institucionalidad: su abordaje está disperso entre muchas reparticiones estatales con escasa coordinación y a menudo asoman las “chacras”, los cargos y las pujas de poder. Sobre eso se habló ayer de tarde, en una de las mesas de discusión de las Jornadas por la Primera Infancia “De primera y para siempre”, que se extenderán hasta el jueves. Moderados por Juan Miguel Petit, el comisionado parlamentario, los oradores fueron Carmen Midaglia, investigadora en Ciencia Política, Cecilia Zaffaroni, investigadora y asistente social, y el argentino Fabián Repetto, doctor de investigación en Ciencias Sociales.

Midaglia comentó que en los países latinoamericanos, durante buena parte del siglo XX la atención a la primera infancia se hacía de manera sectorial, desde la salud, la educación o la seguridad social. A mediados de la década de 1980 los grupos poblacionales, como la infancia, entraron en la agenda pública, pero las políticas “se encuadraron en una institucionalidad estatal que no era estrictamente adecuada” y fue sectorializada. Dijo que este legado institucional “presupone un conjunto de procedimientos instituidos, cuerpos administrativos y técnicos ya establecidos, arraigadas culturas institucionales, una moderada asignación presupuestal e intereses políticos y funcionales por mantener cierta forma de trabajo”. Es posible cambiarlas, pero “tiene muchos costos políticos”, señaló. Dijo que Uruguay “intentó innovar” pero “lo hizo de manera tímida y gradual desde la apertura democrática hasta la fecha, y dio lugar a una oferta pública dispersa y fragmentada. Nunca se promovió un sistema de primera infancia potente, y lo que tenemos son oleadas de iniciativas”, lamentó.

Presentó un esquema que contabiliza 52 programas de primera infancia distribuidos en más de diez organismos públicos, y detalló que se han generado ámbitos de coordinación que no terminan de coordinar. Resumió que esto “no facilita la implantación de un sistema de protección a la primera infancia” y que “los ámbitos de coordinación no parecen suplir las carencias de un proyecto político”. Entonces preguntó si el gobierno, incluyendo al oficialismo y a la oposición, “están dispuestos a dar una discusión importante y hacer un pacto”.

También Zaffaroni mencionó que esa forma de remediar los problemas, acumulando “más instituciones y más ámbitos de coordinación”, lleva a “una situación que nos resulta excesivamente compleja, caótica, dispersa, que no permite hacer un óptimo aprovechamiento de los recursos”. Aconsejó “poner el foco en los destinatarios” y no en las instituciones, y crear “una especie de junta intersectorial”, algo así como la figura de un director de orquesta, que “no es el jefe de todos, no tiene esa función, lo que tiene que lograr es que cada uno dé lo mejor de sí y que de alguna manera [los integrantes] se puedan articular”.

Repetto reprobó esa “visión un poco naíf”, y discrepó con la metáfora de la orquesta sinfónica: dijo que la coordinación tiene que ser hecha con rectoría, y “rectoría es que alguien manda, porque si nadie manda, cuando las cosas salen mal todos se lavan las manos”.

Logros y desafíos en primera infancia

En la apertura de las jornadas, Tabaré Vázquez destacó que la inversión social se duplicó en los últimos diez años y valoró las políticas implementadas desde 2005. Destacó la reducción de la mortalidad infantil; el hecho de que 140.000 niños menores de cuatro años están cubiertos por el Plan de Equidad, la Tarjeta Uruguay Social y Uruguay Crece Contigo; el aumento de las asignaciones familiares y de la cobertura educativa en primera infancia. Enumeró también los desafíos:

· Uno de cada cinco niños vive en la pobreza.

· Los niños de los quintiles socioeconómicos más altos presentan desempeños similares a los de los de países desarrollados; los niños de los dos quintiles más bajos registran desempeños inadecuados en todos los parámetros medidos.

· La proporción de niños con bajo peso al nacer es más elevada que en otros países de la región.

· 31% de los niños de seis a 23 meses tiene anemia.

· 9% de los menores de dos años presenta sobrepeso u obesidad.

· 5% de los niños menores de cuatro años presenta retraso en la talla.

· 18% de los niños menores de cuatro años tienen resultados de monitoreo insuficientes en áreas básicas del desarrollo psicomotor.

· Uno de cada cinco niños no vive con su padre. En la mitad de esos casos el padre no hace aporte alguno al hogar.

· Persisten las conductas machistas en las prácticas de crianza y la imposición de normas disciplinarias por medio de métodos violentos.

· Casi un tercio de las mujeres fumó en alguna etapa del embarazo.

· En uno de cada cinco hogares con menores de cuatro años se fuma.