Unas 180 personas se juntaron el viernes en la plaza Independencia. Sobre las 19.00 eran unas pocas, sobre todo mujeres, la mayoría vestidas de negro, pero con el paso de los minutos se acoplaron más. A la media hora comenzaron los aplausos, los únicos protagonistas hasta que empezaron los cantos: “Señor, señora, no sea indiferente, matan a las mujeres en la cara de la gente”.

Se trataba de una concentración convocada por el colectivo de organizaciones Feministas en Alerta y en las Calles, en repudio a cinco asesinatos ocurridos en Uruguay en el primer mes del año: el de Silvana, el de Beatriz, el de María y su padre, y finalmente el de Paola. “La violencia machista mató a cinco personas en los primeros 28 días del año”, leyó la vocera de la organización, Alicia Migliaro, después del acto.

“En Uruguay, cada nueve días un hombre toma a una mujer, a una chica o a una niña y en algún momento, antes y/o después, y/o en lugar de abusarla sexualmente, intenta asesinarla. Cada 15 días, ‘sale bien’ y una nueva muerte alimenta la crónica roja”, según las cifras del colectivo.

Vulnerables

Cuatro de los cinco asesinatos de enero fueron cometidos por hombres policías, señalaron las manifestantes. “Esto desnuda el alto grado de vulneración en el que vivimos las mujeres en este país, situación que es mucho más grave para las que viven en el interior, debido a la escasez de servicios e información, y más aun para aquéllas que conviven con policías violentos, dado que las denuncias se realizan en el mismo lugar donde trabaja el maltratador”, siguió con la proclama Migliaro.

“Lo primero es tomar medidas más serias con las personas que portan armas”, dijo Lilián Celiberti, de Cotidiano Mujer, un colectivo feminista creado en 1985, en diálogo con la diaria. En referencia al asesinato de Paola, en Minas, en manos de su ex esposo, un policía, la activista sostuvo que el homicida “tenía denuncias de violencia doméstica y había estado en tratamiento durante un año; entonces, evidentemente, la primera medida es sacarle el arma”.

Para la organización Feministas en Alerta, el Ministerio del Interior “no ofrece mecanismos seguros y confiables para aquellas mujeres víctimas de violencia doméstica por parte de efectivos policiales”. Consideran que urge la necesidad de brindarles “rutas de salida y espacios de confianza reales” a las parejas de policías y militares que están viviendo situaciones de violencia en su hogar, por lo que dicen que es “vital que tomemos conciencia de que es necesario y urgente tener un cuerpo policial capacitado y sensibilizado, así como un Poder Judicial que, de una vez por todas, entienda la raíz del problema y actúe en consecuencia”.

Por otro lado, Migliaro sostuvo que la violencia doméstica “no es igual” en los distintos sectores económicos: “La posibilidad de buscar respuesta y de tener rutas de salida, garantías y redes de contención es bien distinta. No es lo mismo en Montevideo que en el interior [del país], y no es lo mismo una mujer que tiene trabajo, amigos, familia cerca que una que, de repente, está sola con tres gurises”.

Para las concentradas el viernes en la plaza Independencia, “el gobierno es responsable”. De modo improvisado, un octogenario tomó en un momento la palabra para expresar su rechazo al proyecto de nuevo Código Penal, que, aunque aún está en discusión parlamentaria, no llegará a aprobarse en este período: “Es reaccionario, machista y no defiende a las mujeres”, dijo. Migliaro dijo a la diaria que el colectivo aún “no ha tenido un debate” sobre el texto legal en cuestión, pero, a título personal, consideró que es “un retroceso respecto de las garantías de los derechos de las mujeres y, sobre todo, cuando se entiende que algunas cosas son delito. Eso es lo más preocupante”.

Raíces patriarcales

“Que esté naturalizado que a las mujeres se nos puede tocar el culo por la calle o filmar nuestra intimidad para compartirla en Youtube, que los celos son parte del amor, que tu pareja te revise el celular como algo normal es parte del problema. Un problema que nos está matando y que nos afecta a todas y a todos”, decía otro pasaje del mensaje leído por Migliaro.

Para Celiberti, “el tema de fondo son las raíces patriarcales de nuestra cultura, expresada básicamente en la cultura masculina patriarcal, pero también en muchas mujeres que la comparten, porque no es un problema sólo de los hombres”. “Las mujeres no estamos para estar al servicio de los hombres, para que te manoseen o te griten cualquier grosería en la calle”, afirmó, en referencia a que “no podemos separar la violencia de género en un aspecto, aunque lo más grave es la muerte”. Según entiende la activista, estos episodios cotidianos “están denotando la impotencia de una cultura masculina patriarcal que coloca a los hombres al borde del delito permanentemente para responder al mandato de ‘la mujer es mía, es de mi posesión’ y de la no aceptación de un ‘no’ como respuesta”.

Responsabilidad compartida

Estos episodios interpelan a “toda la sociedad, y no sólo a la Justicia o al sistema policial, a la educación, a los medios de comunicación y al marketing que utiliza la figura de la mujer desnuda como un símbolo de venta”, sostuvo Celiberti. “Hay algunos casos en que algunos tienen más responsabilidad que otros, sin duda, pero me parece que [este problema] es algo que tenemos que compartir colectivamente”.

“Tenemos que tomar cartas como sociedad en general”, afirmó en el mismo sentido Migliaro a la diaria. “Hay un nivel de reflexión que hace a nosotras como mujeres, que sufrimos estas situaciones de violencia; creo que también es importantísimo que participen compañeros varones, que se acerquen a este tipo de iniciativas”, sostuvo la vocera del colectivo Feministas en Alerta y en las Calles. En la concentración del viernes, la presencia de hombres fue “satisfactoria” para las organizadoras. Representaban aproximadamente una tercera parte de los presentes, pero llamaba la atención que no respondían a la convocatoria, sino que la gran mayoría eran transeúntes que pasaban por la plaza, cuando los aplausos y el silencio actuaron como llamador para que se sumaran a la manifestación.

En cuanto a la responsabilidad de los medios de comunicación, Celiberti llama la atención sobre la “violación de la intimidad”. Pone como ejemplo el caso de la adolescente argentina Lola Chomnalez, asesinada a fines de 2014 en Valizas, y también el de Yamila, descuartizada en noviembre del mismo año en Maldonado. En este último, advirtió respecto de “una discriminación en términos de clase”, ya que “se dice que abandonó el liceo, que le gustaba ir a bailar, como si no fuera patrimonio de todos los jóvenes”. “Muchas veces los medios de comunicación entran en el detalle excesivo de cada caso, y a veces hasta se llega a culpabilizar a las víctimas”. A modo de justificación, se preguntan “por qué estaba en determinado lugar a tal hora, o por qué iba vestida de tal forma, o por qué no se separó, cuando en realidad esto no contribuye”, afirmó Migliaro.

Cecilia, presente en la concentración del viernes, dijo a la diaria que lo que se necesita es “cambiar el discurso, cambiar la etiqueta de ‘crimen pasional’, como pensando que tener pasión es lo mismo que tener amor, y que en nombre de ese sentimiento se pudiera matar, o estaría bien matar”. “Eso no es amor. Nadie pertenece a nadie”, agregó Susana.Para Migliaro, la solución implica “otra sensibilidad como sociedad en general, no ser indiferente ante la violencia que estamos viviendo cotidianamente, que podamos educar y vincularnos de otra forma” y, aunque no sea parte de la solución, “indignarnos y manifestarlo”, para instalar conciencia.

“Hay poco cuidado en analizar estas situaciones, estas violencias. Una víctima es siempre una víctima, no importa si tiene la pollera corta, si usa escote o si no”, consideró Celiberti. Para la activista, “la inviolabilidad del cuerpo de las mujeres tiene que estar en primer lugar y ser una premisa ética para toda la sociedad”, por lo que sugiere que la solución está en “ponerse como sociedad en una postura de ‘no puede ser’”.