El viernes, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, viajaron a Moscú para hablar con Vladimir Putin sobre una eventual salida a la crisis en Ucrania. Ése fue el primero de una serie de encuentros -personales y virtuales- que mantuvieron durante el fin de semana y que culminarán el miércoles, en una reunión en Minsk, la capital de Bielorrusia. Está previsto que, además de esos tres gobernantes, asista el presidente ucraniano, Petro Poroshenko. Esta reunión fue anunciada ayer, después de que los cuatro mantuvieran en la mañana una “extensa” conversación por videoconferencia.

En ese diálogo se comenzó a trabajar en un “amplio paquete de medidas”, según un comunicado del gobierno alemán. Asesores de los cuatro países continuarán con ese trabajo previo. Putin advirtió que si no está de acuerdo con las negociaciones preliminares no asistirá al encuentro en Minsk.

La propuesta de Alemania y Francia, según informaron diversos medios, se basa en los acuerdos de Minsk que se firmaron en setiembre, que incluían un alto al fuego y un gobierno autónomo en los territorios tomados por los pro rusos. La nueva propuesta agrega la presencia de cascos azules en la zona separatista, que no está del todo claro si sería una misión de la Organización de las Naciones Unidas o de algún organismo europeo. Además, propone que el gobierno autónomo de los pro rusos se extienda por todo el territorio que ahora dominan, que es mayor al que controlaban en setiembre.

Estas condiciones no son totalmente aceptadas por Kiev. Poro- shenko ha insistido en la necesidad de mantener la integridad territorial de las zonas ucranianas no tomadas por los pro rusos y el fin de semana aseguró que no reconocerá el avance de esos milicianos. Además, la presencia de cascos azules va en contra de otras de las exigencias de Poroshenko, que había señalado que no permitiría que terceros países condicionaran la soberanía de su país.

En las últimas semanas, los pro rusos han controlado varias localidades de las provincias de Donetsk y Lugansk. Algunos diplomáticos dijeron a agencias de noticias que esto vuelve poco probable que Rusia ceda en sus aspiraciones.

Poroshenko parece tener claro que no es un buen momento para la vía diplomática y en la Conferencia de Seguridad de Múnich, que se realizó el fin de semana, pidió a sus aliados que colaboren con su país enviándole armamento. Antes de hacer este pedido extendió ante la vista de todos varios pasaportes rusos, asegurando que habían sido encontrados en las zonas pro rusas y que pertenecían a combatientes del vecino país. “Son la mejor prueba de la presencia rusa”, aseguró.

El eventual envío de armas a Ucrania divide a los países que se han involucrado en el conflicto de ese país. En Múnich, Merkel y el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, dejaron planteadas las dos posturas que dividen a esos gobiernos. “La solución al conflicto no será militar. Más armas no proporcionarán el progreso que Ucrania necesita”, aseguró la alemana, mientras que el estadounidense dijo que los ucranianos “tienen derecho a defenderse”. Biden agregó: “Seguiremos proporcionando ayuda a Ucrania en materia de seguridad, no para fomentar la guerra, sino para permitir que se defiendan”.

El vicepresidente estadounidense se mostró escéptico acerca de las posibilidades de éxito de la mediación europea y recordó que Putin ha incumplido los distintos acuerdos que se han firmado hasta ahora. Por su parte, responsables de defensa de los países europeos advertían sobre el peligro de que el conflicto, que ya costó más de 5.000 vidas, llegue a un punto de no retorno que impida las soluciones diplomáticas.

La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, defendió la posición de no enviar armas y se preguntó si enviarlas no sería “un buen pretexto para que Moscú intervenga abiertamente en el conflicto”.