Miles de personas participaron ayer en una marcha en honor al dirigente opositor ruso Boris Nemtsov, que fue asesinado el viernes con cuatro balazos por la espalda a metros de la Plaza Roja de Moscú, donde está el Kremlin. La marcha pasó por el lugar del asesinato, donde desde el viernes se han dejado decenas de ofrendas.

Dirigentes de la oposición que estuvieron presentes en el acto aseguraron que la muerte de Nemtsov se debió a su actividad política contraria al gobierno de Vladimir Putin. En los últimos meses, Nemtsov, que era un dirigente liberal, se había convertido en uno de los opositores que más denunciaba y rechazaba el papel de Rusia en Ucrania, y según el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, se disponía a entregar pruebas sobre la intervención militar rusa en su país, algo que Moscú niega.

Nemtsov se integró al Parlamento ruso en 1990 y desde allí tuvo una carrera política ascendente: el ex presidente Boris Yeltsin lo designó primero gobernador de Nizhny Novgorod, y después vice primer ministro encargado de la reforma económica, en 1997. La crisis económica de 1998 significó un parate para Nemtsov cuando se perfilaba como posible sucesor de Yeltsin. Desde su salida del Parlamento, en 2003, fundó e integró varias organizaciones liberales que se oponían al gobierno de Putin.

El Kremlin ordenó la creación de un grupo especial para investigar la muerte de Nemtsov. Por su parte, Putin envió una carta a la madre del opositor en la que le aseguró que “se hará todo para que los organizadores y autores materiales de este artero y cínico asesinato reciban su merecido castigo”. En la misma nota Putin reconoció que Nemtsov “ dejó su huella en la historia de Rusia, en la política y en la vida social”.