Pegados a la Fordson

El despliegue llamó la atención y se estaba preparando desde hacía días. Un centenar de jóvenes de la Unión de la Juventud Comunista (UJC) siguió la trayectoria de la fórmula presidencial, pegados a la Fordson. Defender el “cambio cultural” que implicará el Sistema Nacional de Cuidados, alcanzar 6% del Producto Interno Bruto para la educación pública y reducir la jornada laboral para las estudiantes que trabajan (y los trabajadores que estudian) serán énfasis que buscarán instalar los jóvenes comunistas en este tercer gobierno, explicó Gerardo Núñez, secretario general de la UJC.

Nuñez admite que el regreso de Marina Arismendi y Ana Olivera al Ministerio de Desarrollo Social es algo que los “motiva mucho”. “Van a contar con todo nuestro apoyo, al igual que el resto de los ministerios. Quizá con algunos vamos a tener diferencias, pero militamos para apoyar a todo el gobierno”, aclaró. Núñez descartó que la UJC esté más cerca del vazquismo que del mujiquisimo. Recordó cómo militaron por la ley de responsabilidad penal del empleador, el matrimonio igualitario y la despenalización de la marihuana. “El empuje social sigue siendo fundamental, ésa es nuestra batalla”, dijo.

Exactamente a las 11.39 de ayer la camioneta Fordson de 1951, matrícula SBR 6990, escaló la rampa del Palacio Legislativo y se detuvo frente a la alfombra roja por la que, minutos antes, dos micros de la empresa Barbat habían recibido como pasajeros a los familiares de Tabaré Vázquez y Raúl Sendic para acompañar el traslado protocolar de los nuevos presidente y vicepresidente hasta la plaza Independencia, para la ceremonia de cambio de mando. A las 11.42 Vázquez y Sendic bajaron la escalinata del Legislativo saludando desde lejos a la muchedumbre, que desde Avenida del Libertador explotó en gritos.

La sorpresa, el rumor y la certeza habían corrido entre la gente y los periodistas cuando vieron llegar a la explanada un vehículo antiguo de color gris, que estaba como nuevo, con guardabarros negros brillantes, un cromado exquisito, una caja pick-up de madera rústica y una barra horizontal. Era el vehículo elegido por Vázquez para su recorrida, similar a su primera herramienta de cuatro ruedas utilizada en uno de sus primeros trabajos, cuando aún estudiaba Medicina, pero restaurada. Por 1960, vendía y repartía mercadería, en particular vinos.

Visto desde delante, Vázquez se ubicó a la izquierda y Sendic a la derecha de la caja de la Fordson. Cuando la camioneta comenzó a bajar de la rampa del Palacio Legislativo, el oficial a cargo del escuadrón del Batallón Nº 1 de Caballería “Blandengues de Artigas”, encargado de escoltar a los presidentes del país, solicitó permiso para encabezar la caravana.

Al llegar a la calle Venezuela, el vallado metálico amarillo se terminó, los blandengues se retiraron y la camioneta quedó separada de la gente sólo por un cordón de militantes del Frente Amplio (FA) y por los efectivos de seguridad. Miles de personas se volcaron a ambas veredas de Avenida del Libertador para saludar. Se vieron banderas de Uruguay, del FA y de los sectores de la fuerza política.

A la altura de la calle Nicaragua estaba el grupo Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, portando, como siempre, las fotos de los que todavía los impulsan a buscar verdad y justicia. Al verlos, Vázquez se puso frente a ellos y se llevó una mano al corazón. Así, inamovible, excepto por el movimiento de su cabeza de arriba hacia abajo, en señal de respeto, transcurrió la media cuadra en la que estaban desplegadas las imágenes. Al finalizar ese gesto, recibió una ovación de aplausos de todos los presentes.

La gente quería hacerse escuchar, los evocaba por sus nombres y les gritaba algo. No alcanzaba con aplaudir. Se escucharon frases como “A seguir los cambios del Pepe”, “Qué pintunes”, “Viva Artigas” y “Sendic, vos sos el próximo”.

Un joven gritó: “Tabaré, Progreso, Progreso”, sin dejar claro si se refería al cuadro de fútbol o a una reivindicación política. También se desplegó una bandera uruguaya de cuadra y media de largo y se corearon las clásicas “El pueblo unido jamás será vencido” y “y ya lo ve, y ya lo ve, el presidente Tabaré”.

Al llegar a la esquina de La Paz, la caravana aceleró el paso. El calor agobiaba, y los puestos de distribución de agua potable de OSE en bolsitas no tenían un minuto de tregua. Finalmente, la Fordson entró en 18 de Julio, donde la cantidad de gente ya no permitía circular cómodamente por las veredas. Las ventanas de los edificios estaban repletas. Desde el hotel Río de la Plata, decenas de emigrantes dominicanos saludaron a Vázquez y Sendic, que levantaron la vista para devolver una señal al griterío. Al llegar a la calle Andes, fue imposible mantener la cercanía de la que gozaron los vecinos de la Aguada. Vázquez llegaba a donde por segunda vez recibiría la banda presidencial, de manos de José Mujica.