“El PT tiene que defenderse ante esta tentativa de desmoralización [...] precisamos ir a las calles”, aseguró el líder de la bancada del PT en el Senado, Humberto Costa, en referencia a las manifestaciones opositoras del 15 de marzo, en el marco de las cuales grupos minoritarios pidieron una acción militar contra el gobierno. En las redes sociales se está convocando a una nueva movilización opositora para el domingo 12 de abril.

El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva se pondrá al hombro la tarea de atraer de nuevo a la militancia petista para enfrentar el debilitamiento político que está sufriendo el gobierno de Dilma Rousseff. Hoy se reunirá con los presidentes estaduales del PT y con la Ejecutiva Nacional del partido para organizar la movilización que se realizará mañana, pero también estará al frente de un proceso que reclaman desde hace tiempo algunos dirigentes del PT, como el ex ministro Tarso Genro: un retorno a los vínculos cercanos con sindicatos, movimientos e independientes de izquierda para evitar las alianzas meramente electorales que se hacen desde hace años.

Este tema será debatido en el Congreso Nacional del PT en junio, pero ya se está trabajando en este sentido. El presidente del PT, Rui Falcão, dijo a Folha de São Paulo que él y Lula han estado de acuerdo en que lo ideal sería tener un modelo similar al del Frente Amplio (FA). En este sentido, Marco Aurélio Garcia, asesor de Rousseff y consejero de Lula, dijo que se evalúa invitar a algún representante del FA al congreso del PT para que cuente cómo se trabaja dentro del partido.

Para la próxima semana hay también una convocatoria de la Central Única de Trabajadores (CUT). Si bien esta segunda movilización, que será el 7 de abril, tiene entre sus objetivos respaldar al gobierno de Rousseff, también forma parte de la plataforma de la convocatoria el rechazo al ajuste fiscal propuesto por el Ejecutivo que, entre otras cosas, aplica restricciones a algunos derechos laborales.

También el PT se mueve entre esas dos puntas: mientras en el plano nacional convoca a movilizaciones para respaldar al gobierno, en el Congreso intenta flexibilizar el proyecto de ajuste fiscal que envió la presidenta.

El ajuste fiscal encontró este fin de semana un nuevo escollo en su camino: la polémica creada por una expresión que utilizó el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, en una conferencia que dio en inglés en San Pablo. “Creo que hay un deseo genuino de la presidenta de arreglar las cosas, a veces, no de la manera más fácil, no de la manera más efectiva, pero existe un deseo genuino”, dijo Levy. Más tarde dijo que su frase fue sacada de contexto y que su intención fue decir que el gobierno tiene “la humildad de reconocer que no todas las medidas tomadas tienen la efectividad esperada”.

En las últimas semanas distintos ministros le han dado problemas a Rousseff: el de Educación dijo que diputados y senadores de partidos aliados le jugaban en contra al gobierno, y desde la secretaría de Comunicación Social se filtró un documento crítico con su administración. Los ministros de ambas carteras fueron sustituidos en el gabinete. El viernes Rousseff anunció que Edinho Silva -un ex diputado que fue tesorero de campaña de Rousseff- ocupará el cargo de Thomas Traumann al frente de Comunicación Social, y que como ministro de Educación será designado el filósofo Renato Janine Ribeiro en lugar de Cid Gomes.

El anuncio se hizo horas después de que el gobierno informara que en 2014 el Producto Interno Bruto brasileño creció sólo 0,1%. Es el peor crecimiento desde 2009, cuando Brasil sufrió a pleno las consecuencias de la crisis europea.