Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se imponen a nivel mundial, y Uruguay no es la excepción. Desde su definición como “prioritario” para el desarrollo industrial por el Gabinete Productivo en 2008 hasta la creación a mediados de 2013 del Consejo Sectorial, ha habido numerosos avances. Ayer, en el marco de un encuentro internacional de información y sistemas de comunicación, las autoridades del sector anunciaron la creación del primer centro tecnológico de TIC en Uruguay, una asociación sin fines de lucro entre la academia, la industria y el Estado que pretende “agilizar la cadena de valor”.

El centro comenzará a funcionar en abril en las instalaciones del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu) como una asociación sin fines de lucro, y será dirigido por Daniel Kofman, quien replicará una experiencia similar a la que instaló hace unos años en Francia. En diálogo con la diaria, Kofman contó que ve el avance de las TIC en Uruguay como “muy positivo”, tanto a nivel de la industria como de la academia, así como un buen posicionamiento del sector a nivel internacional, y en este sentido propone al centro como “un motor para el dinamismo de la industria y para gestar un ecosistema académico”.

La idea principal es crear “un lugar de convergencia de expertis muy alto”, es decir, “juntar fuerzas de expertos, investigadores, desarrolladores para generar nuevas ideas y resolver problemas”. Concretamente, el centro proveerá servicios de investigación, desarrollo e innovación, consultorías al sector privado y público, a socios y clientes externos, cubriendo todos los eslabones en los procesos de innovación hasta el prototipeo y preindustrialización. De esta manera, “aumentará significativamente la capacidad de innovación, ayudará a crear valor industrial, mejorar la competitividad, y jugará un rol importante en el desarrollo de competencias de alto nivel”. Según Kofman, “Uruguay no parte de cero” y el comienzo “va a estar muy simplificado, porque hay varios proyectos en marcha que ayudarán a la gestión”.

Participarán en el proyecto varios actores de la academia, la industria y organismos públicos. El ingeniero insiste en “crear una masa crítica de gente que aúne esfuerzos”; en este sentido, explica que una de las principales razones de divergencia se encuentra en la “falta de confianza” entre los distintos ámbitos: “Cuando se es industrial, a veces se interpretan como lentos los tiempos de la academia. Desde la academia sucede algo similar: se entiende como que la industria ‘no le da valor’ a lo científico. Lo que el centro propone es el encuentro de estos mundos, que sin lugar a dudas agilizará la cadena de valor”.

A modo de ejemplo, como socios y miembros del directorio se establecen el Latu, la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento, la Universidad de la República y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. Del sector privado, y en la misma condición, aparecen diversas empresas del sector, como De Larrobla y Asociados, Quanam, CSI, Paytrue, y las universidades ORT, de Montevideo y la Católica. Algunos de ellos realizarán aportes monetarios y otros aportarán recursos humanos, pero la participación en el centro se establece “abierta y evolutiva”, es decir que “arrancamos con estos participantes porque fueron los primeros que dijeron que sí, pero estamos abiertos a la inclusión de otros socios”, sea en carácter estructural o una membresía por proyectos u otras modalidades, explicó Kofman.

Otro motor del centro será la internacionalización: “El objetivo es que sea un centro regional”, sostuvo Kofman, quien adelantó que ya ha habido contactos con empresas y universidades de países vecinos y de Estados Unidos y Europa, para que realicen aportes financieros, así como para llevar a cabo acciones conjuntas. Además, se invitará a expertos de todo el globo para que vengan a participar en las investigaciones en curso, y también se apostará a la sociedad civil, con la que se establecerá un “contacto directo”, porque “la idea es que la sociedad participe probando las ideas” que los investigadores crearon.

Considerando además que “las TIC se tornan el principal vector de innovación de los sectores verticales” como la salud, la educación, el comercio, entre otros, el proyecto llevará el nombre de ICT for Verticals. Para su realización, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación se comprometió a aportar un millón de dólares en un plazo de tres años, y en los primeros meses, adelantó Kofman, se trabajará con proyectos de agricultura, sistemas energéticos y del sector bancario y, transversalmente, se desarrollarán iniciativas con el fin de “aumentar la productividad”.