El periodista ucraniano Oles Buzina, de 45 años, que solía ser invitado por los medios rusos para hablar del conflicto entre el gobierno de Ucrania y los separatistas del este del país, fue asesinado en la puerta del edificio en el que residía en Kiev.

Un día antes, el miércoles, murió en una situación similar Oleg Kalachnikov, un ex diputado de 52 años, militante del partido del ex presidente Viktor Yanukovich. El político se había destacado por participar en una movilización contra las protestas que desembocaron en el derrocamiento de Yanukovich a principios de 2014.

En referencia a la muerte del periodista, el presidente ruso, Vladimir Putin, que era aliado de Yanukovich, denunció “un asesinato político, el último hasta ahora en Ucrania”, y acusó al gobierno de Ucrania de no hacer nada para resolver esos asesinatos.

En respuesta, Ucrania anunció una investigación rápida y eficaz, y el presidente Petro Poroshenko dijo que esos crímenes son “provocaciones” de los “enemigos” del país. Afirmó que “están dirigidos a desestabilizar la situación política interna en Ucrania, a desacreditar la elección del pueblo ucraniano”, y agregó: “Exijo a los órganos de seguridad que en el menor tiempo posible encuentren a los autores y den los nombres de los responsables de estos asesinatos”.