Te ponés los cortos y arrancás. Las Piedras; no es nada, está ahí nomás. Juega Danubio, el que la semana pasada culminó una muy mala (en puntos) participación en la segunda fase de la Copa Libertadores. Pero tiene memoria. Recuerda que hace menos de un año dio la vuelta en el Parque Central, cuando caminaba por la cornisa.

Con esa premisa, con ese pensamiento, con esas ganas, el hincha danubiano mandó la caravana mágica desde el corazón del barrio Piria hasta el centro del Obelisco de la ciudad canaria. Ahí, donde, en unos días, se cumplirán 204 años de una épica batalla entre criollos y españoles, que entusiasmó a cualquiera con salir a pelear por lo que más quiere.

Y Danubio viajó a eso. A pelear. A defender su título de campeón. A no hacerle caso a la presión que le metió Peñarol y a cuidar su chacrita como nunca. La parada no era fácil. Juventud es una de las sensaciones del Apertura, y en su Parque Artigas se hace más que fuerte.

El Juve, comandado por Giordano, sabe más que nadie a lo que juega. Su estilo de transición veloz entre la defensa y el ataque, sus pases en profundidad, su concentración en todo momento, lo hacen estar muy cerca de escaparle al descenso y de pelear por ingresar, por primera vez, a una copa internacional.

“Vamos Juventud”, entonó el himno canario desde el escenario repleto. Los locales ni lo dudaron. Salieron con todo. Confiados, entonados, a demostrar que su casa se respeta. De pique avisó Puerari, con un mano a mano que Torgnascioli, de gran momento, tapó abajo.

Luego, los de Maroñas se animaron. No tan claros, pero llegaron. La carta ganadora fue Ignacio González, quien jugaba pero no lograba hacer entrar al juego a sus compañeros. Para peor, los locales tuvieron una chance inmejorable que, otra vez, su gran arquero ahogó. Latorre cabeceó, como con un misil en la cabeza, y el salteño guardameta, con la vida, la sacó.

Eso entonó al segundo tiempo y dejó la mesa servida. Ambos estaban concentradísimos, sin fallas, pero Danubio fue el que sacó pasajes para ir por los 3 puntos. Primero, Carini le sacó una pelota increíble de tiro libre a Leandro Sosa, que pateó como con la mano. Enseguida, Pereyra probó como venía, y apenas se desvió. Cabeceó Formiliano, y el Facha se la guardó.

Pero hubo un cambio en el juego. No de hombre, sino de actitud. Ignacio González se encendió. Sacó sus mejores pilchas. Corrió, tocó, encaró y la pisó. Con su motor, Danubio llegó al gol. El volante recuperó en la mitad del campo y tocó con el pibe Balboa. Rocky se animó con un tremendo bombazo de afuera, complicado, que Carini no pudo contener en los dos tiempos. En el rebote, González, Balboa y Sosa se fueron como aviones. Todos metieron, todos pujaron, pero finalmente el Lea la pudrió contra la red.

Con el delirio del gol, Danubio esperó. No se movió del fondo, salvo para salir como estampida cuando Juventud la rifó. El local tuvo la última bala con Puerari, pero la desperdició. Así, el equipo de Ramos ganó minutos y llegó al final. Sigue en la punta, se afianza, y sueña con ver a Danubio campeón otra vez.

Detalles

Árbitros: Daniel Rodríguez, Miguel Nievas y Marcelo de León.

Juventud (0): Fabián Carini; Facundo Fajardo (62’ Damián Eroza), Enzo Pérez, Matías Soto; Álvaro Pastoriza, Rodrigo Viega (corrió), Cristian Latorre, Matías Duffard (71’ Hugo Cuatrin), Emiliano Romero; Gastón Puerari (quiso) y Cristian Palacios (75’ Marcos Labandeira). DT: Jorge Giordano.

Danubio (1): Franco Torgnascioli (como los dioses); Cristian González, Joaquín Pereyra, Federico Ricca, Fabricio Formiliano; Jorge Graví, Hamilton Pereira (65’ Nicolás Milesi), Ignacio González (juega), Leandro Sosa (tajante); Adrián Balboa (90’ Agustín Viana) y Matías Castro (73’ Jonathan Pinto). DT: Leonardo Ramos.

Gol: 68’ Leandro Sosa (D).