Danubio se cae y se levanta. No le fue bien en la Libertadores, en la que le tocó un grupo dificilísimo, pero demuestra que va a intentar dar pelea para defender el último título que ganó. Tiene armas, plantel y director técnico.

Con la fuerza de un ciclón, como dice su himno, salió a apabullar a Fénix. Ese fenómeno climático no se vio en Jardines del Hipódromo, aunque sí se despertó un frío congelante, con un viento pertinaz que obligó a los presentes a ocupar las tribunas en las que daba el sol, calentito.

El juego en el primer tiempo no estuvo bueno. Al menos, no fue vistoso, excepto por un precioso tiro libre de Hamilton Pereira, de gran pegada, que se colgó en el arco defendido por Rafael García, ya que el panameño Luis Mejía se está recuperando de un desgarro. El volante la puso abajo, no tan contra el palo, pero con un efecto y un pique matador.

Leonardo Ramos la pasó fea en la semana. La goleada sufrida en San Pablo, la eliminación de la Copa y unas seis bajas, entre lesiones y sanciones, lo obligaron a darse la cabeza contra la Curva para ver cómo jugar. Pero lo resolvió bien, porque su club es la universidad del fútbol y tiene herramientas interesantes en su cantera, que siempre dan que hablar. Sorprendieron Emiliano Ghan y Jorge Graví como volantes de ofensiva.

Un gol siempre condiciona, cambia los hilos. Por eso, Danubio salió con mejor cabeza que Fénix a jugar el complemento. Además, encontró espacios que, claro, aprovechó. En uno de esos huecos, Ghan le metió un exquisito pase al Tuna Bruno Fornaroli y lo dejó solo frente al arco. El delantero la aguantó, miró, apuntó y castigó contra el palo para festejar.

Rosario Martínez mandó rápido al Cacique Alexander Medina y a Cecilio Waterman. Su equipo llegó, probó, pero se encontró con una mala: Franco Torgnascioli. Un señor arquero, el capitán de Danubio, que contuvo todo y fue el gran responsable de que el partido no fuese más emocionante. Un cortamambo.

A Danubio también le quedaron grandes espacios, pero otro del gremio se adhirió al paro e impidió que ampliara diferencias. Pero Fénix perdía y los minutos pasaban, los goles no aparecían y el juego se cerraba.

En el final, en una de las últimas, Ignacio Gónzalez mandó un centro que Martín Ligüera desvió con la mano. Javier Bentancor pitó penal y el propio volante danubiano se encargó de ejecutarlo. Gol, victoria y tres puntos que les vienen muy bien a los de Maroñas en los números y, sobre todo, en lo anímico.