“Cuando todo parece jodido es cuando hay que poner”, entonó La Vela Puerca. Esto fue lo que motivó a Jorge Chifle Barrios a hacer que sus jugadores se enchufaran. A potenciarlos, mimarlos, exigirles y obligarlos. Por eso el viejo Rampla triunfó en Sayago: sabe que su momento es frágil, que camina al borde de la cornisa, pero la luz al final del túnel está ahí, cerca, y no es necesario cruzar la bahía para encontrarla.

El del Cerro fue de menos a más. Tuvo las más claras en el primer tiempo: con un remate cruzado de Richard Núñez y, luego, un mano a mano de Paul Dzeruvs que apenas rozó el palo. El primer tiempo fue malo, de poco fútbol, de fricción, caldeado.

Racing mostró poco y nada. Intentó tenerla, abrirla, jugarla, no rifarla. No le salió. Sintió la ausencia del sancionado Juan Pablo Rodríguez, y el juego recayó en los pies de Diego Zabala y en la doble funcionalidad de Ignacio Nicolini. Llegó al área porque la pelota, por inercia, se fue hacia ella.

El fútbol se vio en el segundo tiempo, cuando se perdió la fricción del mediocampo y se pudo jugar. El agregado estaba en el equipo de la Villa, que tenía a un mago en la cancha, a un distinto que te puede complicar en cualquier circunstancia y momento.

Fue Richard Núñez el que se olvidó de que el partido era malo. El que la tomó entre los defensas cerveceros, metió un doble enganche y, cuando le quedó el hueco, castigó con un misil diabólico de zurda que se colgó contra el palo defendido por Nicolás Gentilio.

Fue acción-reacción en Sayago con el ingreso de Daniel Acosta: apareció lo mejor y llegaron las chances. Se la perdió Mauricio Affonso, solo con Bernardo Long. Enseguida Diego Zabala apuntó, pero otra vez tapó el picapiedra. Para peor, Renzo López hizo un gol de cabeza y se lo anularon por su posición fuera de juego. Todo estaba vibrante.

Rampla Juniors: inteligencia. Fue la consigna que utilizaron los 11 del Chifle, quien mandó a Mathías Choca y Diego Barboza para cerrar el juego en ataque y no pasar zozobras en el fondo. Era claro: te espero y salgo como estampida. Por eso el rojiverde hizo dos goles más y ganó el juego antes de irse a almorzar.

Primero se la llevó Dzeruvs por la derecha y obligó a Gentilio a seguirlo hasta la muerte. Casi desde el córner, el delantero mandó el centro al área y, en duelo de gigantes, Gastón Machado le ganó a Ángel Cayetano de cabeza. Enseguida, el propio Paul la llevó, castigó, el arquero dio rebote y, en la sobrecarga, Machado volvió a pudrirla.

Rampla va bien y se encamina a zafar del descenso. En Sayago el clima no es el mejor: hoy se define la continuidad del director técnico Pablo Alonso.