En enero ingresaron al dominio público las obras de autores como Felisberto Hernández, Julio Sosa, Ezequiel Martínez Estrada y Flannery O’Connor, ya que en Uruguay el plazo de derechos de autor abarca hasta 50 años después de la muerte de éste.

El colectivo Creative Commons Uruguay plantea que la cultura circule de una manera “más libre” y con “menos restricciones”. Por eso mismo promueve el uso de licencias libres que posibilitan la copia y la reproducción -a veces con fines de lucro y otras no, dependiendo de lo que el autor defina-. Hace dos semanas lanzó el portal Autores.uy, para sistematizar la información que antes estaba dispersa o inaccesible sobre autores y obras intelectuales uruguayas: en la actualidad llevan incorporadas 5.200 fichas de un total estimado entre 40.000 y 60.000 autores, incluyendo el dominio público y privado.

El encargado del portal, Rodrigo Barbano, dijo a la diaria que les preocupa particularmente poner en circulación las obras antiguas y de dominio público, aquellas sobre las que ya no existen restricciones. En cuanto a esto, los organizadores entienden que no existía un registro de autores como el que están implementando, ya que no sólo abarca al dominio público sino también al derecho privado y las obras huérfanas, es decir, aquellas de las que se desconoce cuándo murió el autor o resulta ilocalizable, en cuyo caso la obra nunca ingresa al dominio público.

Una de las cuestiones que se exteriorizan en la catalogación de autores es la posibilidad de problematizar diversos aspectos, como la proporción de mujeres autoras (al día de hoy es de 25%, pero en algunas áreas sólo representan 10%, como en la música), o la disposición geográfica de los autores. También, como explica Barbano, estos datos pueden incluirse en políticas públicas destinadas a resolver inconvenientes que tienen que ver con el patrimonio de la sociedad uruguaya. “Una política pública de fomento de producción autoral podría utilizar este tipo de herramientas para entender dónde debería centrar sus objetivos”, aclara.

El portal sistematiza las listas de autores oficiales de todas las disciplinas autorales: producción literaria, música, artes plásticas, fotografía, dramaturgia y audiovisual. Por otro lado, también pretende ser un centro de referencia del dominio público, y han comenzado a digitalizar las obras que pertenecen a esta categoría. También fueron incorporados libros que ya habían digitalizado la Facultad de Comunicación y la Biblioteca Nacional -que a veces permanecen invisibilizados-, a la vez que se elaboran nuevos proyectos de digitalización. En la medida de sus posibilidades, y gracias a apoyos voluntarios, Autores.uy ya ha digitalizado la obra de autores como Felisberto Hernández y Susana Soca.

Libro sin tapas

“Debería revalorizarse el dominio público de las obras, pero nos encontramos con un gran inconveniente, ya que no se sabe qué autores ingresaron a esa categoría. La inquietud fundamental por la que surge Autores.uy es contar con una base de datos fiable que nos permita visualizar quiénes integran el dominio público y qué autores se van incorporando”, expresa Bardano.

En cuanto a las amenazas del dominio público, el encargado identifica a la extensión que, en algunos casos, recae sobre el copyright. En ese sentido, recuerda el intento fallido -en 2013- de extender el derecho de autor a los 70 años. Según Barbano, la mayoría de los tratados de libre comercio solicitan ampliar los plazos, “porque los países generadores de mayores bienes culturales pretenden que sus obras sean protegidas, cuando en Uruguay se protegen durante el mismo período que las nacionales”.

El colectivo Creative Commons cuenta con varios proyectos (digitalización de libros por medio de hardware libre, una biblioteca digital accesible y Autores.uy). Barbano y Carina Patrón -voluntaria del portal- cuentan que si bien el funcionamiento responde a una organización federada, hay algunos más interesados en ciertas disciplinas. En cuanto a esto, adelantan que en dos meses se presentará un festival de cine libre (por dominio público o porque los portadores de derechos decidieron licenciarlo). Según Barbano hay “cientos de películas en esas condiciones”. Y en paralelo, otros integrantes organizan un festival de música libre -Peach and Convention- una vez al año.

En cuanto a la digitalización, el colectivo tiene dos proyectos centrales: por un lado, la base de datos Autores.uy, y por otro, la digitalización con un escáner que posibilita el ensamblado a bajo costo, un apoyo “importante para archivos y bibliotecas del tercer mundo”, que además cuida al objeto. Esto no sólo facilita el acceso a los interesados, sino que, como subraya Patrón, permite disponibilizar materiales en estado muy delicado, que en general las bibiliotecas deben preservar. Además, en el caso de la Biblioteca Nacional, su sede se encuentra en Montevideo. De modo que la digitalización también colabora acercando obras a todo el territorio nacional. “Nosotros planteamos la socialización del conocimiento y de la cultura no sólo a beneficio del público en general, que ya es importante, sino también en beneficio de las propias bibliotecas que pretenden disponibilizar su acervo a investigadores o docentes. Pretendemos que el uso de este escaner se conozca y que las mayores bibliotecas del país comiencen a incorporarlo”, sostiene Barbano.

En marcha

El equipo de Autores.uy se encuentra trabajando por etapas: comenzaron digitalizando las obras literarias, pero pretenden extenderse a otro tipo de disciplinas. Se encuentran en comunicación, por ejemplo, con el Museo Nacional de Artes Visuales, institución que cuenta con una parte de su acervo digitalizado. En la actualidad no está disponible -o lo está fragmentado y en baja resolución-, pero, y esto se relaciona con todas las disciplinas, el colectivo pretende que aquello que ya se encuentra digitalizado pueda estar disponible mediante el portal.

Aclaran que, en general, en la opinión pública prima la idea de que disponibilizar consiste simplemente en subir a la red una obra, cuando en verdad para difundirla se necesita el permiso expreso del autor -“lo que es un tanto anacrónico considerando el uso de internet”-. En ese sentido, creen que es de suma importancia que el Estado “comprenda la importancia de licenciar sus obras de cierto modo, ya que los ciudadanos deberían poder contar con un acceso más o menos libre de aquellas obras financiadas con sus aportes”.

Una de las facilidades del sitio es que se pueden aplicar filtros de búsqueda en función de determinados intereses, por ejemplo, el nombre, la disciplina o el departamento, lo que suma un valor importante a la información. Barbano agrega que la fiabilidad del sitio es alta, ya que cada texto explicita las fuentes de información, en las que no sólo se pueden corroborar los datos, sino además profundizar.

En cuanto a la vigente ley de derechos de autor, hay una particularidad que tiene que ver con el dominio público pago -que, según precisan, sólo es contemplado por Argentina, Italia y Uruguay-: cuando se cumplen 50 años de la muerte del autor, quienes quieran usufructuar su obra no deberán aportar derechos de autor ni pedir autorización para su uso, pero sí deberían pagarle al Estado, concibiendo que el dominio público es patrimonio estatal. Pero esto sólo lo cumple el Estado por medio de la Comedia Nacional y el SODRE, entre otros organismos. “En teoría el Estado también podría cobrarles a iniciativas privadas, y lo que hace este tipo de legislación es generar un efecto paralizante: si a nosotros nos preocupara el cobro -que es un riesgo real- no habríamos comenzado a digitalizar obras. De modo que éste y otros proyectos sobreviven con la espada de Damocles: un día pueden definir la tarifa por uso de internet y comenzar a formalizar el cobro, lo que vuelve inviable la tarea. Por eso es importante contar con un dominio público real”, advirtió Barbano.