Recientemente el debate universitario viene tomando cierto estado público. Uno de sus focos es el camino resuelto por la Universidad de la República (Udelar) respecto de la función de extensión y actividades en el medio (EUyAM). Se evidencian algunas resistencias a todo posible cambio, al tiempo que los esfuerzos en la adjetivación peyorativa han venido derrotando con creces al deseable debate respetuoso. De momento, el tono parece determinado por intereses personales y grupales, en algunos casos legítimos. Corresponde señalar que no todo ha sido descalificación, sino que han aparecido voces interesadas en el diálogo y la sana contribución a una cuestión sobre la que hay numerosas miradas.

Sin duda, hay que reconocer que la EUyAM se ha desarrollado en los últimos años, especialmente en la última década. Los informes contables institucionales señalan que el presupuesto destinado a ella creció sostenidamente desde 2000 a la fecha, en términos absolutos y relativos (creció 20 veces más que el de la Udelar en su conjunto). De modo más gráfico y para ofrecer una referencia, cabe señalar que para este año la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio tiene un presupuesto asignado de tres millones de dólares (más de 80% corresponde a remuneraciones personales). Se trata de una masa de dinero que en ningún servicio de la Udelar u otro organismo público podría ser calificada de insignificante.

La propuesta no es mantener un statu quo sino ir por más y mejor EUyAM. La estrategia aprobada por la Udelar, que va en esa dirección, ha puesto como centros la universalización, la descentralización, la calidad académica y la reflexión ética sobre las intervenciones.

Definitivamente no se trata de que esta función universitaria esté a cargo de un grupo limitado de docentes del aparato central, sino de estimular que en los diferentes servicios la EUyAM se desarrolle en armonía con las funciones de enseñanza e investigación. En consecuencia, se debe tender a la progresiva descentralización de los recursos (parece particularmente inconveniente que algunos programas para el interior sean desarrollados por docentes radicados en la capital). La búsqueda de mayor diversidad en la oferta en materia de EUyAM, mediante iniciativas de los servicios genuinas y adaptadas a sus realidades, no obsta la decisión de conservar equipos centrales con trayectoria y capacidad de respuesta probada.

Sobre la calidad académica, lo primero a señalar es que exigirla dentro de la Udelar no debería ser motivo de insultos, ya que se trata de una obligación elemental y una condición sine qua non para la pertinencia del uso del dinero del pueblo. La calidad requiere la calificación técnica de los actores universitarios para las acciones concretas que llevan adelante. En el diálogo, a menudo fértil, entre el conocimiento científico y los saberes populares, a la Udelar le toca aportar lo primero y debe estar a la altura. El propio paradigma de la interdisciplinariedad -de especial interés para abordar problemas complejos-, muy lejos de propugnar la abolición de las disciplinas, las presupone.

Las nuevas orientaciones de la Udelar expresan la necesidad de una reflexión ética en las acciones de EUyAM, lo que a la vez constituye un componente importante para valorar su calidad y pertinencia social. Es relevante cuestionarse las propias prácticas, en especial cuando se interactúa con personas o grupos vulnerables. Y es necesario conocer -para poder prevenir- el riesgo de que los únicos beneficiarios de las intervenciones en el medio seamos los universitarios. La historia de la propia investigación científica es contundente: no bastan las buenas intenciones. Cuando se piensa en sistematizar la valoración ética en la EUyAM, resulta obligatorio repasar algunas contribuciones de la bioética, especialmente las surgidas de corrientes latinoamericanas.

Tras la aprobación de las orientaciones estratégicas referidas, la Udelar está en proceso de debate de un nuevo documento. Se propone que la política de EUyAM se piense y gire en torno a la categoría “derechos humanos”. Esto incluye los derechos civiles, sociales, económicos, políticos, culturales, de género, ambientales, de las minorías, a la paz y a la justicia internacional, de generaciones actuales y venideras. Cuesta imaginar un problema social relevante que justifique la atención de la Udelar y no esté vinculado con los derechos humanos. Desde el agua hasta las cárceles, pasando por la violencia en el deporte, los problemas de género y el terrorismo de Estado. Se trata de una mirada abarcadora y de una propuesta radical en la mejor acepción del término, de indudable compromiso social y político, que nos desafía a pensar la extensión en clave de siglo XXI, en función de los actuales contextos políticos y sociales del país, la región y el planeta.

En todo caso, es bueno subrayar que estas orientaciones estratégicas decididas por el cogobierno universitario no buscan, sino que explícitamente rechazan establecer un pensamiento monolítico oficial respecto de la EUyAM. En realidad, asumen que no existe una única definición de extensión, como tampoco un método excluyente para relacionarse con el medio.

Hugo Rodríguez Almada, Prorrector de Extensión y Relaciones con el Medio, Udelar.