En una declaración leída frente a un periodista de televisión en Panamá, Manuel Noriega, que estuvo al frente de un gobierno de facto de 1983 a 1989, y que después pasó casi 26 años preso, dijo que cerraba “el ciclo militar [...] pidiendo perdón”. Agregó que no lo hacía sólo en su nombre, sino también en el de sus superiores y de sus subalternos.

El ejercicio no fue fácil, ni para Noriega, ni para el periodista Álvaro Alvarado, del canal panameño Telemetro, que intentó hacerle una entrevista en la cárcel El Renacer, donde el ex dictador ha pasado los últimos cuatro años. Noriega aclaró desde un principio que no estaba accediendo a una “entrevista” sino que quería hacer una declaración, a pesar de lo cual Alvarado le planteó varias preguntas.

Noriega, que cumple condenas que suman unos 60 años, dijo que ya cumplió más de 25 de “cautiverio”, un período que “excede las penas” que según su opinión le “fueron impuestas en ausencia y sin haber sido interrogado”, y reclamó que ese tiempo se le computara.

Antes de ser comandante de las extintas Fuerzas de Defensa de Panamá en 1985, Noriega fue jefe de Inteligencia, agente de la CIA, oficial de la Guardia Nacional y mano derecha del dictador Omar Torrijos (1968-1981). Fue derrocado y se entregó a los militares estadounidenses, en enero de 1990, como resultado de la invasión a Panamá del 20 de noviembre de 1989. Pasó 20 años en prisión en Estados Unidos por narcotráfico, otros siete años en Francia por lavado de dinero, y en 2011 fue extraditado a Panamá.

Dijo que su pedido de perdón se debe a que en los últimos días reflexionó, solo y con la Iglesia católica, y también conversó con su familia, y concluyó que era “oportuno” contribuir con los panameños “cerrando el ciclo de la era militar”.

“Cierro el ciclo militar como el último general de ese grupo pidiendo perdón como comandante [en] jefe y como jefe de gobierno”, dijo. “Pido perdón a toda persona que se sienta ofendida, afectada, perjudicada o humillada por mis acciones o de mis superiores en el cumplimiento de órdenes o de mis subalternos dentro del estatus de responsabilidad de mi gobierno civil y militar”, continuó.

Noriega no respondió las preguntas de Alvarado sobre la decapitación en 1985 del opositor Hugo Spadafora, por la que fue condenado en ausencia a 20 años de cárcel en 1993. Tampoco quiso ahondar en su vínculo con la Iglesia católica, ni sobre el pedido de información que ésta hizo sobre la desaparición del sacerdote colombiano Héctor Gallego, en 1970. Reiteró que no quería salir de su “solemnidad” y también afirmó que está “totalmente” en paz consigo mismo.