“Quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”, dijo ayer el papa Francisco durante un encuentro con movimientos sociales en Bolivia. Reconoció “con pesar” que “se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios”. Antes que él, Juan Pablo II pidió perdón en 1992, y en 2007 Benedicto XVI reconoció “las sombras que acompañaron la evangelización” de América Latina y el “sufrimiento y las injusticias causados por los colonizadores a las poblaciones indígenas”.

“Para ser justos”, el papa Francisco destacó que hubo sacerdotes y laicos que “a su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando a los propios movimientos populares, incluso hasta el martirio”.

Poco antes, el presidente Evo Morales le había regalado un símbolo religioso diseñado por el sacerdote jesuita español Luis Espinal, torturado y asesinado por paramilitares en 1980 en La Paz: un Cristo crucificado sobre un martillo de madera unido a una una hoz. Autoridades bolivianas y del Vaticano aclararon que no se trataba del símbolo comunista de la hoz y el martillo.