Cuando en 2013 La consagración de la primavera cumplió 100 años, un boom de versiones del ballet creado por el compositor ruso Ígor Stravinski (1882-1971) y el polémico coreógrafo Vaslav Nijinsky (1890-1950) para Ballets Russes aparecieron en todo el mundo. En aquella ocasión pudimos ver en Montevideo la versión de Oscar Araiz interpretada por el Ballet Nacional del SODRE y también la de Martín Inthamoussú, interpretada por un elenco masculino junto con la primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza de Venezuela, Kailen Lewis. Dinamarca es un país con una larga historia relacionada al ballet y signada por las técnicas de Auguste Bournonville y la famosa compañía Royal Danish Ballet (fundada en 1771 en respuesta a la gran popularidad de los estilos francés e italiano de danza) y, evidentemente, no fue ajeno al deseo de relectura de este heterodoxo “clásico” centenario.

La pieza es un documento de los cambios que se estaban desarrollando en el mundo dancístico de un siglo atrás. Robándole el monopolio de la producción y la enseñanza del ballet a Francia, y de la mano de la visión e ingenio de Diághilev y Fokine, la compañía Ballets Russes aportaba a Europa el exotismo y el carácter pintoresco de una Rusia idealizada, que remitía a la lejanía de tiempos mejores y a geografías aún no explotadas por la ola corrosiva del progreso industrial. Ballets Russes funcionó de modo itinerante y es considerada la compañía de ballet más influyente del siglo XX, por su ruptura con ciertos cánones del ballet instalados hasta entonces y por promover la colaboración entre coreógrafos, compositores, diseñadores y bailarines, entre los que se encontraban nombres como Ígor Stravinsky, Claude Debussy, Pablo Picasso, Henri Matisse, Coco Chanel, Léon Bakst, etcétera.

La consagración... se encuentra entre las obras más versionadas de la historia de la danza y constituye un ícono en la historia del espectador occidental. Mientras que algunos leen el shock que provocó su estreno como un signo inequívoco de vanguardismo, otros enfatizan el carácter antinormativo, y por ende provocador, que caracterizó a la propuesta. La obra no sólo no se parecía en casi nada al ballet, sino que se apoyaba en una estética que iba totalmente a contramano de los consensos predominantes en la danza. Si Nijinsky fue el primer coreógrafo modernista o el primero en introducir en la danza clásica el tipo de experimento que Picasso, por ejemplo, estaba haciendo en la pintura en el mismo momento, La consagración... fue en contra de los consensos estéticos y temáticos de la época, presentando la historia de un ritual pagano de sacrificio por medio de una estética interesada en la fealdad, lo excéntrico, lo exótico y lo pintoresco de una estética coreográfica que se diferenciaba radicalmente de la liviandad y apertura de los cuerpos del ballet convencional.

Rite of Spring Extended es una creación de Palle Granhøj en colaboración estrecha con siete integrantes de su homónima compañía. Aunque hasta ver la obra no sabemos en qué consiste la “excepcional autorización para transgredir el desarrollo continuado de la composición”, premisa con que anuncian su puesta de La consagración..., sí sabemos que Granhøj Dans -compañía basada en Aarhus (Dinamarca) y con más de 20 años de existencia- se caracteriza por un tratamiento irreverente de motivos y temas originales, que en el caso de esta obra se tradujo en el enfoque sobre el tema de la iniciación y de los rituales de pasaje (aunque ya no de sacrificios sino de la transformación de un joven en adulto). Lo que también sabemos es que la compañía trabaja con una técnica desarrollada por su director y empleada tanto en el entrenamiento como en la puesta en escena.

El método de la obstrucción -usado en la educación de actores por Nancy Spanier, teatrista y educadora estadounidense- consiste en obstruir y alterar con medios diversos (por lo general físicos) el libre movimiento del bailarín para forzarlo a descubrir formas de movimiento, logrando que adquiera una conciencia más profunda de las leyes que rigen el lenguaje corporal.

Según Granhøj, la técnica permite que “cada bailarín encuentre las bases de su movimiento original y finalmente alcance una expresión intensificada, en la que la energía interior emerge en la danza”. Con el objetivo de desarrollar un grado elevado de presencia y autenticidad, esta técnica busca encontrar el núcleo de la danza, entendiendo que “obstruir es lo mismo que destruir y reconstruir el movimiento. Es al mismo tiempo desintegrar y construir, y puede ser llamado danza deconstruccionista/deconstructiva”. Granhøj describe el método con un claro ejemplo: “En una frase de movimiento definida, el bailarín es empujado por otra persona que sostiene su mano mientras intenta realizar la frase original con la máxima fidelidad posible. Haciendo esto se crea una nueva coreografía que puede ser nuevamente obstruida, y así”. De acuerdo con el método, el final es el comienzo y la danza no termina sino que continúa y forma parte de un ciclo infinito. Desde esta técnica y filosofía de movimiento resulta interesante ver de qué modo la compañía aborda el tema del pasaje de la juventud a la adultez, o de la inocencia a su pérdida, o la relación entre vida, muerte y fertilidad sugeridas en la trama original de La consagración...

La obra, que recibió en su país el Premio Nacional de las Artes Escénicas en la categoría Danza en 2014, puede ser vista con entradas de entre 100 y 500 pesos. Además de las funciones de hoy y mañana el Programa de Formación Profesional del Teatro Solís ofrece un encuentro con su director mañana a las 19.00. El danés hablará sobre su abordaje de La consagración… y sobre la aplicación de la técnica de la obstrucción en éste y otros trabajos.