Para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es difícil explicar la muerte de Genaro García sin apartarse de un discurso en el que el enemigo es el poder. Sin embargo, la guerrilla colombiana reconoció el lunes que una de sus columnas mató al militante por los derechos de los afrocolombianos en el departamento de Nariño.

García lideraba el Consejo Comunitario del Alto Mira y Frontera, una organización que militaba por la defensa de los territorios ancestrales de las comunidades negras de la zona de Tumaco, un territorio de unas 20.000 hectáreas cercano a la frontera con Ecuador. Ya había sido amenazado por la columna Daniel Aldana de las FARC, la misma que lo asesinó, según la prensa colombiana. El Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano denunció que las amenazas y la persecución comenzaron cinco años antes de su muerte. De acuerdo con la revista Semana, en 2012 dos hombres que se identificaron como integrantes de esa columna mataron a su hermana Yerly Maricel García.

En octubre de 2014, la columna Daniel Aldana citó al dirigente a una reunión en la que le notificó que él ya no era el representante legal de la Red de Consejos Comunitarios del Pacífico Sur, y que de esa zona se encargaría otra organización, surgida del trabajo de las FARC con la comunidad. Le advirtieron que si seguía ocupándose de sus tareas lo iban a matar. Sin embargo, García lo siguió haciendo.

El 3 de agosto, cuando murió, viajaba en auto, junto a otros dos dirigentes de su comunidad, por la zona rural de Tumaco. Había sido convocado por una organización campesina a una reunión, según informó luego la prensa colombiana. Por el camino, cuatro hombres armados los hicieron bajar del auto, separaron a García de los demás y le ordenaron tirarse al piso boca abajo. Otros dos hombres llegaron y lo mataron.

Su militancia por la tenencia de la tierra en Tumaco chocaba con otros intereses en esa zona, entre ellos los de las FARC. En particular porque los activistas luchan por obtener títulos de propiedad colectivos sobre sus territorios ancestrales. Este tipo de títulos dificultan el control que diversos grupos han intentado ejercer en Tumaco.

Según explicó el ex funcionario del Programa Presidencial de Derechos Humanos Diego Arias, en un artículo publicado en el diario El Tiempo, una cuarta parte de Tumaco está invadida por cultivos de coca, y el territorio -estratégico porque es fronterizo con Ecuador, conecta con ríos y con diversos paisajes- ha sido disputado por narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares, además de intereses agroindustriales.

Cuando los paramilitares que operaban en la zona se desmovilizaron, en 2005, “las FARC se propusieron de nuevo retomar el ‘control’ del territorio, y lo hicieron de forma autoritaria, alentando la confrontación entre los campesinos dedicados a los cultivos de uso ilícito y las comunidades negras; creando organizaciones o asociaciones campesinas para disputar el poder legal a los líderes de comunidades negras naturales al territorio y forzando al mismo tiempo la exigencia al gobierno de títulos de tierra individuales para desarticular el territorio colectivo”, escribió Arias.

El gobernador de Nariño, Raúl Delgado, dijo a la prensa que la vida de otros diez dirigentes de la comunidad negra de la zona está amenazada, y según datos publicados por el diario El Espectador, han sido varios los activistas asesinados en los últimos años en Temuco. En 1998 fue el caso de otro representante legal del Consejo Comunitario del Alto Mira y Frontera, Francisco Hurtado. En 2002 mataron a otro dirigente comunitario, el presidente de la Junta de la Anupa, José Aristides, y en 2008 fueron asesinados Felipe Landázuri, que ocupaba entonces ese mismo cargo, y Armenio Cortés, el secretario del Consejo Comunitario del Bajo Mira.

“No es política de nuestra organización atentar contra la vida de líderes y dirigentes sociales o políticos”, dijo el dirigente de las FARC Pablo Catatumbo. La guerrilla condenó ese asesinato y manifestó que era un golpe a “los procesos de organización y de lucha popular” con los que se identifica.