A 70 años del día en que Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, el gobierno de Japón reafirmó su compromiso en contra de esas armas. “Como único pueblo atacado por una bomba nuclear, tenemos la misión de conseguir un mundo sin armas nucleares”, dijo el primer ministro, Shinzo Abe, en el acto conmemorativo, en el que anunció que su país presentará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas una nueva resolución para la abolición de ese tipo de armas.

Este aniversario llega en un momento en que Abe impulsa en el Parlamento una reinterpretación de la Constitución pacifista de Japón, a la cual se oponen, justamente, los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki, denominados hibakusha. El proyecto de reforma, que ya fue aprobado en la Cámara de Diputados, permite que Japón participe en operaciones militares fuera de su territorio para ayudar a sus aliados. Las críticas a esta iniciativa aumentaron en la última semana, después de que el ministro de Defensa, Gen Nakatani, reconociera que esa colaboración de Japón con otros países podría incluir la tarea de “transportar y cuidar” sus armas nucleares.

Entre los críticos de esta reforma figura el alcalde de Hiroshima, Matsui Kazumi, que ayer dijo en la ceremonia que terminar con las bombas atómicas requerirá que su país promueva “por todo el mundo el camino a la paz verdadera, revelado por el pacifismo de la Constitución japonesa”.

Centenares de personas se manifestaron ayer en Hiroshima, Nagasaki y Tokio para pedir el rechazo a la reforma de Abe, entre ellos decenas de hibakushas. Según una encuesta de la agencia estatal Kyodo, casi 70% de ellos se opone a esa reforma.

En este contexto, se prevé que Abe podría cambiar el tono del discurso del 15 de agosto, cuando se conmemora el aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Desde 1995, los primeros ministros japoneses han pedido perdón directa y explícitamente por el daño causado a otros países durante ese conflicto, pero Abe podría ser más moderado.

Ayer el primer ministro dijo que reitera las “sinceras disculpas” de sus antecesores por la actuación de Japón durante la guerra, pero cuestionó el uso del término “agresión”. Con esta palabra se suele denominar a los ataques de Japón a sus vecinos -que incluyeron ocupaciones, masacres y violaciones a los derechos humanos-.

El cuestionamiento de Abe va en línea con un informe presentado ayer por sus asesores, en el que se reconoce que Japón causó mucho daño al emprender una “guerra temeraria”, pero se objeta el término “agresión” por la falta de una definición en el derecho internacional y la resistencia a “culpar a Japón de una acción ejercida por otros países”.