15 minutos y 16 mediciones del cuerpo de cada uno de los 200 usuarios de transporte entrevistados, y la aplicación de observación participante en 22 trayectos diversos de ómnibus y taxis capitalinos; con esos y otros insumos, una investigación denominada “Diagnóstico antropológico del transporte urbano: estudio antropométrico y ergonómico en antropología aplicada” elabora conclusiones sobre el uso del espacio, las dimensiones antropométricas de los usuarios uruguayos y las interacciones que se generan en el transporte colectivo.

La investigación fue coordinada por la experta en antropología biológica Isabel Barreto, docente del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), y financiada por el fondo de investigación aplicada María Viñas, de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Contó con el apoyo de la patronal de taxis y de las empresas de transporte colectivo CUTCSA, COME Y COETC; Barreto aclaró a la diaria que se presentó el proyecto a todas las empresas y que las mencionadas fueron las que aceptaron participar.

Barreto sostuvo que es el primer estudio que se realiza en Uruguay que indaga sobre las “dimensiones de la maquinaria” (los espacios de ómnibus y taxis) y las dimensiones antropométricas de los usuarios (cuánto miden las distintas porciones del cuerpo, por ejemplo, ancho de cadera, altura máxima con el brazo extendido).

La muestra fue “muy variada”: se realizó a personas de diferentes estratos socioeconómicos y en proporciones iguales para hombres y mujeres, y en distintas situaciones: con ómnibus llenos, vacíos y semivacíos. La primera constatación es que las dimensiones de los ómnibus que se compran, mayormente en Brasil y en China, “no tienen en cuenta las dimensiones de los usuarios montevideanos”. “Las últimas unidades que están viniendo son las Yutong, de origen chino. El mercado uruguayo es muy reducido, por lo tanto son unidades hechas en forma estándar. En algunos casos, sobre todo en Cutcsa, pueden hacer algunas pequeñas modificaciones porque tienen talleres -por ejemplo, agregar un escalón más-, pero generalmente no. Los promedios de las medidas que toman no tienen que ver con las medidas uruguayas, los asientos y los pasillos son para personas de menores proporciones”, señaló Barreto. Explicó que se contrató a un diseñador industrial que comparó las dimensiones de los ómnibus y de los taxis con los usuarios, y en algunos casos “las diferencias son importantes, como puede ser el ancho del pasillo, la altura del pasamanos y el ancho de los asientos”. “Viajar en ómnibus dos veces al día, durante toda la vida laboral, generalmente cargando una mochila o un bolso, le genera al usuario, en estas condiciones, no sólo incomodidad y riesgos, sino además inconvenientes y problemas de salud en lo que tiene que ver con el aparato óseo-muscular, y genera situaciones de estrés”, indicó.

En cuanto a la interacción, los usuarios en general se ponen auriculares o utilizan otras “estrategias para aislarse del entorno”. “Interactúan generalmente con el celular, no con otro pasajero, y lo que más genera molestia es cuando el ómnibus está muy lleno y los pasajeros tienen que pasar a la puerta de atrás”, explicó Barreto. En cuanto a la interacción entre conductores y guardas, a veces hay saludos y a veces no, y no se evidenciaron “salvo pocos casos, hechos de falta de respeto”. Si el ómnibus está vacío, la gente prefiere sentarse dejando un asiento vacío al lado, y preferentemente de la mitad del ómnibus para atrás, por un tema de accesibilidad para el descenso y porque de ese modo se sienten menos obligados a dejarle el asiento a otra persona. En los taxis, las mediciones arrojan que “la mampara físicamente no sería un problema, pero sí lo es la percepción del usuario de estar sentado en un espacio acotado”.

El proyecto “abre una línea de investigación en el país, que trata de diagnosticar y brindar soluciones a situaciones cotidianas”, destacó Barreto. El estudio se presenta mañana a las 13.00 en la FHCE.