En 1994, los trabajadores del taxi iniciaron una huelga de varios días en reclamo de mejores condiciones de seguridad. Ese año se habían registrado alrededor de 250 rapiñas y diez muertes. El gobierno departamental de Montevideo reaccionó rápido con una resolución, la Nº 348/94, que obligaba a todos los taxis a instalar una mampara y un cofre de seguridad. El texto llevaba la firma del entonces intendente, Tabaré Vázquez, y del director de Tránsito, Víctor Rossi, actual ministro de Transporte y Obras Públicas. Según contó Carlos Silva, dirigente del Sindicato Único de Automóviles con Taxímetro y Telefonistas (SUATT) al suplemento Qué Pasa, las muertes se redujeron a una por año.

Hoy, 22 años después, la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev) convocó a un grupo de discusión para reevaluar “a fondo” la medida. El equipo trabaja en forma reservada desde hace tres meses, dijo la semana pasada Pablo Inthamoussu, secretario general del organismo, a El Observador. Según pudo averiguar la diaria, lo integran representantes de varios actores vinculados al tema: Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República, Comisión de Transporte del Ministerio del Interior, Jefatura de Montevideo, SUATT, Unión Nacional de Obreros y Trabajadores del Transporte, Centro de Propietarios de Automóviles con Taxímetro del Uruguay (CPATU), Asociación Nacional de Consumidores por la Seguridad Vial (Ancosev), Intendencia de Montevideo (IM) y Latin NCAP, una consultora dedicada a evaluar la seguridad de los vehículos en el mercado.

El grupo se reunió ayer por tercera vez en el año. Hay opiniones diversas: una resolución municipal de 1995 establece una distancia mínima de 20 centímetros entre la mampara y el borde del asiento trasero de los taxis, pero la postura de Ancosev es que hay que eliminar la mampara. “Vamos a tener que ceder en una medida intermedia”, dijo a la diaria Javier Melián, vicepresidente de la asociación civil, que existe desde 2014. “No puede ser que para beneficiar a cierta parte de la población estén poniendo en peligro a los usuarios”, agregó el secretario, Ricardo Mujica.

Daniel Kertesz integra el grupo como representante de la comunidad médica. En sus 20 años de trabajo como cirujano maxilofacial pasó por el CTI del Hospital Maciel y el CASMU, y dice haber atendido un volumen “muy grande” de pacientes con lesiones producidas por impactos contra la mampara, que van desde múltiples fracturas de mandíbula hasta “complejos fracturarios” que alcanzan la base del cráneo y las vértebras cervicales. Las intervenciones quirúrgicas pueden durar de tres a cinco horas, contó el doctor a la diaria, y pueden alcanzar los 20 días de estadía en el CTI y 120 de recuperación, con costos diarios de unos 1.500 dólares. Dice no haber visto muertes por esa causa. En la Noche de la Nostalgia de este año, sin embargo, un taxi chocó contra un ómnibus en Goes y el pasajero, que iba atrás, murió por el impacto contra el acrílico. En casos de lesiones, señala el médico, los usuarios inician demandas contra el conductor o contra el otro vehículo. “No hay jurisprudencia sobre la mampara, que es la causa, o lo que en medicina llamamos la etiología”.

Para Melián, de Ancosev, es necesario que la distancia con la mampara esté por lo menos diez centímetros más lejos. Kertesz va más allá: la distancia ideal sería un metro, para que el pasajero pueda protegerse con los brazos y evitar los golpes en la cara. “La mampara no se saca”, dijo el dirigente del SUATT Raúl Risso a la diaria. El sindicato promueve el uso del cinturón de seguridad, obligatorio desde el año pasado por la Ley de Tránsito y Seguridad Vial de 2013.

En la reunión de ayer, Jefatura de Policía manejó otras medidas disuasivas, como la instalación de cámaras y el pago por medios electrónicos, según pudo saber la diaria. “Con las cámaras queda filmado el homicidio, pero no cambia nada”, dijo el dirigente y taxista. El SUATT reclama, además, que haya más cinturones “de tres puntas” (los que cruzan desde los hombros hasta la cintura del pasajero) que los de “dos puntas”, que sujetan sólo por la cintura, que permiten que el torso del usuario quede “libre” y choque con la mampara en caso de una frenada brusca.

Óscar Dourado, presidente de CPATU, dijo a la diaria que ya hay 1.212 taxis con dispositivos de pago electrónico (sobre un total de 2.400 coches) y que en dos meses estará instalado un sistema para pagar con las tarjetas de crédito Visa, Master Card y Oca. “Lleva mucho tiempo y dinero. No es como instalarlo en un negocio fijo”, justificó el empresario.

El Instituto de Ensayo de Materiales de la Fing se dedica a tareas como testear cascos para motociclistas y para obreros. Su vocero, Pablo Raimonda, asegura que es necesario hacer pruebas de impacto, con maniquíes, que sólo se realizan en Alemania y a precios altos. Desde el instituto no hubo propuestas concretas de alternativas a la mampara, pero Raimonda adelanta que cuando el equipo de Unasev decida una medida, la Fing estará abierta a estudiar cualquier opción y a colaborar en estimar costos. Dourado dijo que desde CPATU también están dispuestos a cumplir con las medidas que dispongan la IM y Presidencia.

Kertesz y Ancosev coinciden en la necesidad de elaborar estadísticas sobre este tipo de lesiones: los datos a los que accedió la asociación de usuarios arrojan 95 pasajeros heridos por mes, pero no hay detalle de cuántos corresponden a golpes contra la mampara. El grupo convocado por Unasev se reunirá nuevamente dentro de 15 días; si la barrera entre las partes representadas se vuelve un poco menos rígida, habrá un informe con recomendaciones no vinculantes en el correr de este año, que podría tener como destino Presidencia o la IM.