El consumismo, la creciente desigualdad y concentración del ingreso, la “cultura del descarte” y la fragmentación del mundo fueron algunos de los puntos que tocó el economista Enrique Iglesias al referirse ayer, en el marco del Día del Futuro, al “rostro humano del desarrollo”. Comentaron sobre esto el socio de CPA Ferrere Gabriel Oddone, la subsecretaria del Ministerio de Salud Pública, Cristina Lustemberg y el sociólogo Javier Pereira.

Desde el martes 1º y durante todo el mes de setiembre se realizarán diversas actividades (que se pueden consultar en http://diadelfuturo.org.uy/actividades) en el marco del Día del Futuro, que en esta edición invita a profundizar sobre la democracia. Con la invitación del Centro Latinoamericano de Economía Humana y la Fundación Astur, ayer Enrique Iglesias dio su conferencia “El rostro humano del desarrollo”. “Estábamos pegados a la visión neoclásica de la economía hasta que irrumpió, en los años 60, la visión cepalina [de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)] con el pensamiento humanista”, que, según recordó, fue “una visión práctica cercana a los hechos, que rápidamente nos sedujo a todos”.

En la economía como parte de la ética, “la caridad dominó por miles de años” como herramienta, pero, a partir de la visión humanista, la “hija del amor” pasó a dar lugar a la solidaridad, que se constituye, en cambio, como “hija de la justicia”. Este nuevo concepto, según el ex secretario ejecutivo de la CEPAL dio paso a dos grandes construcciones globales: los estados de bienestar y la solidaridad internacional.

Consumismo tensionado

Al día de hoy, Iglesias considera que estamos ante un “gran cambio de época en todos los planos”, pero fundamentalmente en el de la producción, donde “la tecnología y la globalización han dado lugar a una expansión sin precedentes”.

Una de las principales características de esta “nueva era” es el “creciente consumismo”, capaz de “movilizar la demanda en favor a un montón de elementos a través de la tecnología”. Iglesias destacó este afán de consumo como un generador de cambios sociales que se manifiestan como “ansiedades” a nivel de demanda y “nuevos valores y estructura” de la economía; no obstante, advirtió que, como “importante creador de empleo”, resultará complejo erradicarlo.

También Oddone se detuvo en la frustración que genera el consumo exagerado. “Hoy en día, cualquier persona prefiere la variedad a la no variedad, pero está demostrado que el exceso de variedad produce estrés a las personas ante el costo de oportunidad permanente con el que se encuentran al tener que elegir entre comprar una cosa u otra”, explicó el socio de CPA Ferrere. Citó, de esta manera, la teoría expuesta por el psicólogo estadounidense Barry Schwartz, quien considera que “más es menos” y establece que las decisiones cotidianas se han vuelto cada vez más complejas debido a la gran cantidad de opciones con las que se cuenta, concluyendo que “la gente sería más feliz si tuviera menos opciones”.

La “cultura del descarte”, que considera al ser humano “un bien de consumo descartable”, fue otro de los conceptos que Iglesias puso sobre la mesa. “Ya lo fueron los marginados, los chicos y los ancianos, y lo más triste es que hoy en día lo son millones de jóvenes que están siendo descartados del mercado de trabajo”, ejemplificó, y estimó que en total representan 40% de la sociedad.

Fuerzas de fragmentación

Iglesias también se refirió a las relaciones internacionales, que consideró “cada vez más deterioradas”. “Las grandes potencias están fragmentando el mundo”, afirmó en referencia a acuerdos que se están dando en paralelo a los organismos internacionales y que generan “una pérdida cada vez mayor del consenso mundial”, que penaliza sobre todo a los países más pobres.

Por último, consideró a la desigualdad como “uno de los grandes problemas de hoy”: “El rostro humano se está enfrentando con la concentración del ingreso”. Oddone explicó esto con cifras: mientras que en 1970 10% de la población más rica concentraba 50% de la riqueza en Europa y 64% en Estados Unidos, al día de hoy concentra 64% y 72%, respectivamente, lo que, considera, genera una “tensión entre crecimiento e igualdad”.

“Cabría preguntarse si, en el fondo, no habría que resignar parte del crecimiento a favor de una mayor igualdad”, sostuvo Oddone. “Confiar en el mercado forma parte de un debate recurrente, y la tensión suele ser muy diferente en los estratos más altos y en los más bajos: Mientras que en China [un aumento de la riqueza] saca a muchas personas de la pobreza, en Suecia es clave para mantener el Estado de bienestar desarrollado”, ejemplificó.

Hubo más coincidencia en el debate sobre el rol de la sociedad en el reparto del crecimiento. “Los modelos escandinavos lograron su éxito cuidando las tres esferas presentes en la sociedad: mercado, Estado y sociedad civil”, opinó Pereira: “Cada uno no puede suplir al otro”, sino que hay que “ampliar” sus alcances, en particular “de lo público a la sociedad civil”. “Tendemos a creer que más sociedad civil implica una pérdida del Estado, y sin embargo, lo que nos enseñan las sociedades más desarrolladas es que sociedades civiles más fuertes generan estados fortalecidos”, afirmó, y sobre ese punto también coincidió Lustemberg. Para el sociólogo, “estamos todos llamados a sentirnos responsables de toda la humanidad”, y para esto es necesario cambiar el enfoque del desarrollo pasando de “las áreas más duras”, como lo fue la inversión, a otras “más blandas, como la confianza, la mirada en el otro y los vínculos”, observó.