Carles Puigdemont es recordado en España por una de sus frases: “Los invasores serán expulsados de Cataluña como lo fueron en Bélgica, y nuestra tierra volverá a ser, bajo la república, en la paz y en el trabajo, señora de sus libertades y sus destinos”. La dijo en 2013, en el cierre de un discurso ante la Asamblea Nacional Catalana, citando al periodista Carles Rahola, fusilado por el franquismo 69 años antes. En estos días, antes de que los medios españoles y catalanes explicaran de dónde había salido esa frase, la oposición la utilizó para mostrar al nuevo presidente como un radical y hasta como un xenófobo. Puigdemont no es ninguna de las dos cosas, aunque sí es un convencido de la independencia catalana. No sólo desde 2012, cuando el partido que integra, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), empezó a hacer campaña en ese sentido, sino desde su infancia.

El diario El Confidencial visitó Amer, el pueblo de la provincia de Girona en el que nació Puigdi -así le dicen- en 1962. Varios vecinos de esa localidad le dijeron al periódico que el nuevo presidente catalán era independentista desde chiquito, cuando el horno de la panadería familiar que ahora sostienen dos de sus siete hermanos era utilizado como sede de las reuniones clandestinas de activistas por la independencia durante el franquismo. “Somos una familia independentista de pura cepa, el amor por este país lo hemos llevado siempre dentro”, dijo a la agencia de noticias AFP una de sus hermanas, Anna. Como prueba, en la fachada de la panadería se puede ver la bandera estelada.

Cuando tenía 19 años Puigdemont participó en la iniciativa conocida como Crida a la Solidaritat, un movimiento político que protestaba por la discriminación del idioma catalán y que realizó, entre otras cosas, un acto en el estadio de Barcelona, el Camp Nou, con unas 100.000 personas. Un año antes había participado en la fundación de las Juventudes Nacionalistas de CDC en Girona, y desde entonces integró el sector más nacionalista de ese partido.

Además, según los medios catalanes, Puigdemont tuvo “un papel destacado” en las protestas de 1992 por una operación que ordenó el gobierno de España contra el movimiento independentista armado Terra Lliure, antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona. La orden judicial, emitida por el juez ahora inhabilitado Baltasar Garzón, pedía la detención de decenas de presuntos integrantes de este movimiento, porque había indicios de que podían cometer atentados durante el evento deportivo. Según algunos organismos catalanes, en el marco de la operación se detuvo en redadas masivas a independentistas que no estaban vinculados con la lucha armada. En un principio fueron detenidas unas 30 personas que denunciaron haber sido torturadas. Finalmente, 15 de ellas quedaron en prisión preventiva y seis fueron condenadas por pertenecer a un grupo armado o brindarle su colaboración.

Hombre de letras

Sin embargo, la mayor parte de la trayectoria de Puigdemont está vinculada con su profesión de periodista. A los 16 años escribía crónicas futbolísticas en un diario de su provincia natal, Girona, y a los 19 empezó a trabajar para El Punt, uno de los principales diarios de esa provincia, que es claramente nacionalista. Llegó a ser redactor en jefe de ese periódico, pero en 1993 se tomó un año para recorrer Europa y publicar reportajes en varios medios sobre “naciones sin Estado”, tal como las denominó, y ciudades europeas. A su regreso fue convocado por la Generalitat para crear y dirigir la Agencia Catalana de Noticias, y tres años después, en 2002, la Diputación de Girona le ofreció dirigir la Casa de Cultura de la provincia.

Antes, en 1994, había publicado su único libro, Cata… ¿qué?, sobre los resultados de una investigación acerca de cómo se informó sobre Cataluña en los medios europeos entre 1926 y 1992. En un momento en el que la proyección internacional no era particularmente importante para el independentismo, Puigdemont publicó este libro con un título que refleja el desconcierto que generaba en sus interlocutores al hablarles sobre un “país” llamado Cataluña.

Quizá como consecuencia de esa investigación, Puigdemont impulsó el nacimiento, en 2004, de Catalonia Today junto al entonces corresponsal de The Times en Barcelona, Stephen Burgen. Catalonia Today es una revista dirigida al público de habla inglesa en la que se informa sobre la actualidad de Cataluña y que forma parte del conjunto de medios El Punt Avui, también dueño del diario El Punt, en el que había trabajado antes. Puigdemont era el director general de Catalonia Today en 2004, cuando entró a trabajar allí su esposa, Marcela Topor, la actual editora del periódico.

Puigdemont y Topor se conocieron en 1998 cuando ella visitó Cataluña junto a una compañía de teatro integrada por aficionados que participaría en el Festival Internacional de Teatro Amateur de Girona. Sus amigos dicen que tras el “flechazo” inicial tuvieron una relación a distancia, con visitas constantes, y dos años después se casaron, en Cataluña y en Rumania. Ella se instaló con él en Cataluña recién en 2004, cuando empezó a trabajar en Catalonia Today.

Mars tiene 38 años y, al igual que Puigdemont, no sólo es periodista, sino también filóloga. En el caso de ella, su trabajo se puede revisar en decenas de escritos académicos en revistas del área, y en el caso de él, esta profesión se ha visto reflejada en una constante defensa del idioma catalán y un fuerte reclamo de que sea la única lengua oficial de Cataluña.

Topor también es independentista, una posición política que deja ver cada tanto en sus columnas en Catalonia Today. En una de las últimas, en diciembre, celebró la aprobación en el Parlamento catalán de la resolución que daba inicio al proceso de independencia, pese a la oposición del gobierno español, “decidido a frustrar las ambiciones catalanas”.

En otros terrenos

El periodista y filólogo dejó estas carreras en 2006, cuando recibió una oferta de postularse al Parlamento por parte de Convergència y Unió, la coalición que mantuvieron por décadas CDC y Unió Democràtica de Catalunya, y que se desintegró en junio a raíz de las diferencias respecto de la independencia catalana.

La relación de Puigdemont con la política no era nueva, pero sí fue la primera ocasión en la que se dedicó a hacer política partidaria y electoral. Lo hizo desde el sector más independentista de CDC, aquel que reclamaba que el partido fuera más soberanista antes de la manifestación de 2012 que reunió a 2,5 millones de personas y que generó un cambio en el rumbo de la política del entonces presidente catalán (y líder de CDC), Artur Mas.

Las experiencias electorales de Puigdemont fueron buenas: en 2006 fue electo diputado y (después de un intento previo en 2007) en 2011 se convirtió en el candidato que terminó con 32 años de gobierno del Partido Socialista en Girona. Su nombre ganó relevancia nacional en 2015, cuando fue designado presidente de la Asociación de Municipios Independentistas, una organización que había ayudado a fundar en 2011 y que se ocupó de respaldar el proceso independentista impulsado por el gobierno catalán.

Su desempeño como presidente de la organización le permitió en 2015 ser el tercero en la lista al Parlamento de la coalición Juntos por el Sí de Girona, y su nombre empezó a sonar cada vez más fuerte como uno de los dirigentes clave para la “renovación” de CDC, que enfrenta varias causas judiciales por casos de corrupción. Además, a diferencia del sector más conocido de CDC, que es vinculado con la burguesía de Barcelona y con las políticas de ajuste de los últimos gobiernos, Puigdemont ha llevado adelante en Girona una política menos austera y con más incentivos a la economía local, por lo que algunos analistas españoles y catalanes consideran que tendrá una mejor relación con sus aliados de izquierda en el gobierno catalán: Esquerra Republicana y Candidatura de Unidad Popular.

Si bien no pidió que “los invasores” fueran expulsados de Cataluña, Puigdemont sí llevó adelante acciones rupturistas con España como alcalde de Girona. Por ejemplo, pidió que Leonor de Borbón, la hija mayor del rey Felipe VI, no utilice uno de sus tantos títulos nobiliarios, el de princesa de Girona, porque la población de ese municipio no se siente “identificada” con la monarquía.

Al asumir como alcalde después de ser reelecto, en las municipales del año pasado, utilizó la fórmula propuesta por la Asociación de Municipios Independentistas y juró quedar a disposición del gobierno “para ejercer la autodeterminación de nuestro pueblo y proclamar, junto con todas nuestras instituciones, el Estado catalán libre y soberano”. Además, reiteró la prédica independentista en un discurso ante Felipe VI, y como alcalde aprobó una moción de apoyo a la resolución independentista del Parlamento catalán, que fue anulada por el Tribunal Constitucional. Cuando la Justicia española anunció que investigaría a la alcaldía de Girona por aprobar esta moción, Puigdemont dijo que volvería a hacerlo si pudiera.

Hace una semana Puigdemont asumió el cargo de presidente de Cataluña para dirigir lo que él denominó “un período excepcional de posautonomía y preindependencia”. Para ello designó a un gabinete que en su mayoría había sido acordado antes de su designación, pero en el que logró incluir como toque personal a Dolors Bassa, muy vinculada a la central sindical catalana Unión General de Trabajadores, como ministra de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia. Ella se suma a otras personas de izquierda que estarán en cargos de decisión, como el líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, quien dirigirá el área de Economía y Hacienda.