En los países en desarrollo son más los hogares que cuentan con un teléfono celular que los que tienen acceso a electricidad o a agua potable; de hecho, en 20% de los hogares más pobres del planeta, casi siete de cada diez tienen un teléfono celular. Además, el total de usuarios con acceso a internet se triplicó en la última década, pasando de 1.000 millones en 2005 a 3.200 millones a finales de 2015, pero esta cifra representa apenas 40% de la población.

Los beneficios de esta expansión digital son varios, pero su desarrollo ha estado “por debajo de las expectativas”, según el Banco Mundial. “Las empresas están más conectadas que nunca, pero el crecimiento de la productividad mundial se ha desacelerado”, se establece en el Informe sobre desarrollo mundial 2016.

El organismo multilateral sostiene que los motivos de esto son dos: por un lado, la brecha digital sigue siendo amplia -tanto en materia de acceso como de capacidad-; por otro, han surgido nuevos riesgos que contrarrestan algunos de los beneficios que brindan las tecnologías digitales. En el ámbito público, por ejemplo, si no existen instituciones responsables, “las inversiones en estas tecnologías amplifican la voz de las élites y dan lugar a un aumento del control”, establece el informe. Por otro lado, y “dado que la economía de internet favorece los monopolios naturales”, la falta de un entorno de negocios competitivo resulta en “una mayor concentración de los mercados, lo que beneficia a las empresas ya establecidas”. “Lógicamente, las personas más instruidas, las mejor conectadas y las más capaces son las que han recibido la mayor parte de los beneficios, y los dividendos de la revolución digital no están bien distribuidos”, señala el informe.

Complementos analógicos

Para eliminar la brecha digital “no bastará con adoptar las tecnologías digitales en mayor escala”, establece el informe, sino que los países deberían ocuparse de los llamados “complementos analógicos”. “Para que los dividendos digitales puedan compartirse ampliamente entre todos los segmentos de la sociedad, los países también deben mejorar el clima de negocios, invertir en la educación y la salud de las personas, y promover el buen gobierno”, sostuvo en la presentación del informe el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim.

Las prioridades en materia de políticas cambian a medida que los países avanzan en la transformación digital, evolución que el organismo mide mediante un Índice de Adopción Digital de la economía, que contempla tres subíndices sectoriales, referidos a las empresas, las personas y los gobiernos, a los que se asigna igual peso.

En el caso de Uruguay -país de alto ingreso para el Banco Mundial-, el Índice de Adopción Digital es de 0,72, por lo que se lo considera uno de los países “en transición hacia una economía digital” con un nivel bastante elevado de uso de tecnología, donde la tarea principal consiste en “garantizar que las oportunidades estén abiertas a todos”.

Para que la competencia sea eficaz, el gobierno debe regular de manera que se abran los sectores protegidos, y, asimismo, fortalecer la aplicación de las leyes, según el organismo. En lo que respecta a las habilidades de las personas, el Banco Mundial recomienda centrarse en la enseñanza de aptitudes cognitivas y socioemocionales avanzadas, de manera de preparar a la juventud “para carreras y no para empleos específicos”, ya que se prevé que “menos de la mitad de los escolares de hoy trabajarán en una ocupación existente en la actualidad”. En este sentido, se menciona que el Plan Ceibal ha tenido “resultados dispares” entre los estudiantes, pero se establece que “las videoconferencias con hablantes de inglés de las Filipinas han permitido mejorar el aprendizaje entre los niños de primer grado”.

A nivel gubernamental, se recomienda introducir o reforzar las herramientas de gobierno electrónico, como las tarjetas de identificación digital, los sistemas de gestión financiera y los servicios electrónicos para los ciudadanos y las empresas, y al mismo tiempo cambiar los incentivos para los proveedores y aumentar la transparencia.

Si bien Uruguay presenta un alto Índice de Adopción Digital, los subindicadores del sector empresarial muestran un fuerte rezago con respecto a la economía en general: su valor es de 0,45, mientras que el subindicador de las personas es de 0,81 y el del gobierno es de 0,89. En el caso de las empresas, se estima que 85% tiene una cobertura digital de tercera generación (3G), 95 servidores seguros en un millón, y sólo 65% de los emprendimientos cuenta con una página web.

De vacas y barrios

El Banco Mundial destaca en su informe dos iniciativas uruguayas como ejemplos de dividendos de la economía digital. En primer lugar, se refiere al sistema de trazabilidad bovina aplicado por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca cómo único -junto con el de Botsuana- en “aumentar la eficiencia del proceso de producción”. También realiza un análisis de la participación ciudadana en iniciativas digitales, en el que el programa Por mi Barrio, de la Intendencia de Montevideo, se presenta como uno de los “más exitosos”.