Las fuerzas iraquíes lanzaron ayer una ofensiva para expulsar al grupo yihadista Estado Islámico (EI) de Mosul, una ciudad ubicada al norte de Irak que está en manos de los extremistas desde hace más de dos años. Fue desde esa ciudad, la segunda más poblada del país con casi dos millones de personas, que el líder de ese grupo armado Abu Bakr al Baghdadi declaró su califato en Irak y Siria. La importancia de Mosul radica, además, en que es el último bastión de EI en Irak.

La ofensiva, que el gobierno iraquí está planeando desde hace meses, se desarrollará en dos fases: una primera, “rápida y limpia”, y una segunda que será gradual y cuya duración no está determinada todavía, pero que podría extenderse varias semanas, según dijo el domingo a la agencia de noticias Efe Mohamed al Bayati, jefe del Comité de Seguridad del Consejo de la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul.

Los soldados iraquíes cuentan con el apoyo de combatientes sunitas y kurdos, y tienen el respaldo de la coalición internacional contra EI liderada por Estados Unidos, que le dará cobertura aérea a la ofensiva terrestre. El Pentágono aclaró ayer que los estadounidenses están jugando “un papel asesor y facilitador para las fuerzas iraquíes”, lejos de la línea de combate.

El portavoz de las fuerzas antiterroristas de Irak, Sabah al Nieman, dijo que hay planes específicos para proteger a quienes viven en Mosul, que en un principio permanecerán en sus casas, mientras que los que estén en zonas de combate serán trasladados. Antes del comienzo de la operación, y durante varios días, las autoridades iraquíes lanzaron sobre la ciudad miles de folletos para advertir a los ciudadanos sobre el comienzo de la ofensiva armada.

Según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), desde mayo, cuando se confirmó que el Ejército iraquí iba a retomar la ciudad, huyeron más de 65.000 personas. La organización advirtió ayer que desde ahora hasta el final de la ofensiva, podrían huir otras 100.000. Ante esta perspectiva, la organización preparó durante meses un plan para albergar a los desplazados en los países vecinos y solicitó 61 millones de dólares adicionales para poder financiarlo. Con ese dinero, Acnur compró carpas, estufas y objetos para el invierno, de acuerdo con un comunicado que la organización divulgó ayer. Informó además que se prepara para recibir a 130.000 personas en territorio iraquí y a 90.000 en Siria. En tanto, el vicepresidente de Turquía, Numan Kurtulmus, dijo que su país está listo para recibir a “cientos de miles” de refugiados provenientes de Irak, si fuera necesario.

Por otra parte, el subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Stephen O’Brien, advirtió que las familias que permanecen en Mosul “corren el riesgo extremo de quedar atrapadas en el fuego cruzado”, ser “blanco de francotiradores”, quedar “bajo asedio” o “ser utilizados como escudos humanos”.

“Los niños de Mosul ya han sufrido mucho en los últimos dos años. Muchos pueden ser víctimas de desapariciones forzosas, quedar atrapados en los frentes de batalla y en el fuego cruzado”, dijo por su parte el representante de UNICEF en Irak, Peter Hawkins. De acuerdo con la agencia de la ONU para la infancia, más de medio millón de niños enfrenta “riesgo extremo” en esa ciudad. Lo mismo denunció la organización Save the Children. Las autoridades de Irak pidieron a las familias de Mosul que permanezcan en sus casas y pongan banderas blancas, algo que Save the Children consideró “impracticable” en un contexto como el actual.

En un informe inicial, el Pentágono dijo ayer que Estados Unidos ayudó a sacar a EI de gran parte del territorio, pero se estima que entre 4.000 y 8.000 yihadistas continúan en Mosul, según informó la agencia de noticias Reuters. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ash Carter, afirmó en un comunicado que es el momento de golpear a EI con “una derrota duradera”.

EI perdió el sábado uno de sus feudos en Siria, cuando los grupos armados opositores -con la ayuda de Turquía- recuperaron el control de la localidad de Dabiq. Esta ciudad, ubicada a 15 kilómetros de la frontera turca, fue conquistada por el grupo yihadista en agosto de 2014 y tiene un gran valor para sus combatientes, que sostienen que la “gran batalla” entre los musulmanes y los “infieles” se desarrollará allí. Tan importante era Dabiq para los yihadistas que incluso da nombre a una de sus revistas mensuales.