A Adriana Rovira le faltan varios años para ser adulto mayor, pero le importan los viejitos igual: es la directora del Instituto Nacional de las Personas Mayores (Inmayores) desde 2012. Desde allí Rovira lucha por dar visibilidad a temas relacionados a la vejez que requieren cambios culturales para su aceptación e integración en políticas públicas. Este es el caso de la sexualidad: generalmente la persona vieja “no es pensada como un ser que hace ejercicio y uso de su sexualidad, sino que es concebida desde las prácticas médicas y sanitarias como si fuera asexuada o ya no hiciera uso de su sexualidad”. Para desterrar ese tipo de mitos es que Uruguay alojó en la Facultad de Psicología al segundo Seminario Internacional sobre Género y Diversidad Sexual en la Vejez, que comenzó ayer y finalizará hoy.

La idea de Rovira, y del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), es “construir una nueva agenda intersectorial que no sólo contenga a las políticas de salud, seguridad social y previsional, sino que también se complemente con temas como cuidados, género, diversidad sexual y violencia”, explicó. “Venimos tratando de promover avances en la materia pero falta muchísimo para incorporar, realmente, políticas”, advirtió.

Sobre los más grandes

Según Rovira, el proceso de envejecimiento es heterogéneo en la región: hay feminización de la vejez; es decir, hay un mayor peso femenino entre la población adulta mayor. Las mujeres mayores son más longevas pero padecen de más enfermedades crónicas, también son menos propensas a volverse a unir que los varones, por lo que corren mayores riesgos de sufrir aislamiento social y privaciones económicas. “Hay que mirar particularmente a las mujeres viejas como categoría, no pueden quedar invisibilizadas entre la totalidad de las mujeres”, aseguró. En ese sentido, señaló que “es importante poder analizar la construcción de información desde las relaciones de género y cómo impacta, dejando a las mujeres en un lugar de mayor desprotección y vulnerabilidad social”. Respecto de la información disponible sobre personas viejas, Rovira dijo que es “muy poca”.

Salud sexual

El acceso a los servicios de salud es otro tema que preocupa a Rovira y el equipo del Mides: “No están pensados ni adaptados para las personas viejas y su sexualidad”. Para “romper” esa lógica, es necesario cambiar la “formación de los recursos humanos”, que deben empezar a abordar la sexualidad desde una perspectiva integral y de derechos humanos: “Implica concebirlas como seres que viven insertos en la sociedad y con una sexualidad activa, generando políticas de salud sexual y reproductivas específicas para las personas viejas; hoy no existen”. Señaló que, por ejemplo, en la Facultad de Medicina sólo existe un posgrado en geriatría. “Si la intervención únicamente es en relación con la dependencia o con aspectos de deterioro o de enfermedad, no tiene sentido”, sostuvo.

La vejez en personas trans

En setiembre el Mides presentó los datos preliminares del primer censo nacional de personas trans (aquellas cuya identidad de género no coincide con su sexo biológico): son 865 personas. Federico Graña, director nacional de Promoción Sociocultural del Mides, dijo a la diaria que la información recopilada sirvió para tirar algunas “líneas de acción” en cuanto a vejez y transexualidad -un sector “muy, muy vulnerable”-, entre ellas se trabajará la “invisibilidad del envejecimiento” y el “derecho a envejecer”. Graña sostuvo que la invisibilidad “es fruto del proceso de discriminación en la sociedad, que recién está abriendo un proceso de cambio que se ha generado desde el movimiento social”. En ese sentido, ejemplificó con una anécdota propia: “Cuando yo a los 20 años les dije a mis padres que era gay, la primera reacción de ellos era que me iba a quedar solo cuando fuera viejo, que no existía la posibilidad de generar un núcleo familiar”. Respecto del “derecho a envejecer”, dijo que uno de los problemas que se enfrenta es que la mayoría de las personas trans no llegan a viejas: “Desaparecen después de los 40”, sólo hay ocho que tienen más de 70 años; el mes que viene se cruzarán los datos disponibles para estudiar el porqué.