Aunque el título podría sugerir una intención desmesurada, la de adaptar una obra extensa y compleja como El capital, de Karl Marx, a un libro ilustrado para niños de 32 páginas, El capital de Karl Marx, de Joan R Riera y Liliana Fortuny, presenta una explicación clara y sucinta de la plusvalía, nada más ni nada menos que a cargo del mismísimo Marx, transformado en un “abuelo Carlos” que les cuenta un cuento a sus nietos, a partir de la consigna que exige uno de los niños: “Queremos una historia real”. La extrañeza surge de la aparente distancia radical entre ambos universos -por un lado, el de la economía, la política y la ideología, el mundo de los adultos; por otro, el de la fantasía, que se asume propio de la infancia y de los cuentos infantiles-, pero se resuelve con naturalidad al instaurar, mediante una estructura de cajas chinas, la situación de contar un cuento y los elementos propios del cuento de hadas.

Quien esté cerca de niños sabrá que en su afán de saber no le temen a ningún tema, y que los asuntos vinculados con la política, la ideología, las noticias e incluso los vericuetos de la vida laboral de sus padres no escapan a su ojo curioso. Reflexionar junto con un niño, intercambiar opiniones y conocimientos, suele ser una experiencia disfrutable y enriquecedora, incluso sorprendente. En ese sentido, es inobjetable el interés de este libro de la catalana Ediciones La Lluvia, que abre un amplio abanico de posibilidades de conversación acerca del trabajo, el salario, cómo han variado las relaciones laborales en el devenir histórico y en qué consiste la lucha sindical.

Por supuesto, esta plusvalía para niños no menciona la cara más oscura del asunto: las dificultades que han afrontado históricamente las luchas obreras; los costos, incluso en vidas humanas, de esas huelgas primigenias a las que se alude. El relato se plantea, por el contrario, como una especie de cuento de hadas con conciencia de clase y final feliz, pero en esa distancia con respecto al realismo radica parte de su encanto. Está claro que lo que se instaura con el “Érase una vez” es el cuento del abuelo y no la mismísima historia, y se trata de un abuelo muy particular. También los nombres que el abuelo Carlos elige para los personajes de su cuento son singulares y significativos, y funcionan como una guiñada para el lector adulto: Federico es el obrero esclarecido que convoca a sus compañeros a la huelga; Rosa, la contadora de la fábrica que hace los cálculos de costos y plusvalía.

En definitiva, un título diferente, que presenta de manera clara y amena un tema que seguramente funcionará como apertura al diálogo y a la puesta en contexto, y que permitirá familiarizarse con un concepto de economía política fundamental a partir del siglo XIX y que mantiene plena vigencia.

El capital de Karl Marx

Adaptación del texto a cargo de Joan R Riera. Ilustraciones de Liliana Fortuny. Ediciones La Lluvia, Barcelona (en convenio con Distribuidora Gussi, Montevideo), 2016. 32 páginas.