“Este lugar conocido como ‘Chalet Susy’ ofició como puesta en escena de un operativo del Plan Cóndor para legalizar ante la opinión pública detenciones de uruguayos secuestrados en Argentina por motivos políticos e ideológicos y trasladados clandestinamente al país. Nunca más terrorismo de Estado”, dice la placa de la memoria que instaló ayer la Comisión Especial de Reconocimiento y Reparación a las Víctimas de la Actuación Ilegítima del Estado del Ministerio de Educación y Cultura frente al mencionado inmueble, ubicado en Avenida de las Américas y Santa Bernardita, Shangrilá, departamento de Canelones. En ese sitio, el 23 de octubre de 1976, hace 40 años, “se desarrolló uno de los eventos más flagrantes de manipulación mediática de la población perpetrada por el Terrorismo de Estado”, según expresa la resolución del Municipio de Ciudad de la Costa que declaró de interés municipal la señalización del inmueble.

Las fuerzas conjuntas alquilaron esa casa para simular un “asado”, al que llevaron a un grupo de personas que fueron secuestradas y torturadas en Automotores Orletti, Argentina, como parte de la ejecución del Plan Cóndor. Estos detenidos fueron trasladados en aviones de la Fuerza Aérea a Montevideo, en los llamados “vuelos de la muerte”, sometidos nuevamente a torturas en una casa de Punta Gorda y luego en el Servicio de Información de la Defensa (SID), en Bulevar Artigas y Palmar, y posteriormente obligados a participar en el “asado” en Shangrilá, a cambio de perder la condición de desaparecidos y ser trasladados a penales oficiales, recuperando contacto con sus familiares.

Los detenidos fueron llevados al chalet Susy en vehículos militares. En la casa, los represores habían hecho un “berretín” en la estufa a leña y habían colocado armas y material de propaganda del Partido por la Victoria del Pueblo, organización a la que pertenecía la mayoría de los detenidos. Tras esperar varias horas bajo custodia, presenciaron un operativo militar montado para capturarlos. Después de efectuado el simulacro de detención, los militares convocaron a los medios de comunicación para que filmaran y fotografiaran a los detenidos, que fueron obligados a salir de la casa de a uno y a pronunciar su nombre en voz alta ante la prensa. Al otro día, un diario de la época titulaba: “Duro golpe contra nuevo brote subversivo. Caen 62 sediciosos. Shangrilá: desbaratan base y les incautan armamento”. La historia está contada por algunos de sus protagonistas en el documental La gran farsa, de Alejandro Figueroa.

Ayer, en la ceremonia ante más de un centenar de personas, se colocaron también placas de la Junta Departamental y de la Intendencia de Canelones, y de la Comisión Memorias de la Costa.