Cada día mueren al menos 12 mujeres latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujeres. El 29% de las mujeres de la región no cuenta con ingresos propios. Las mujeres reciben, en promedio, 83,9% de la remuneración que reciben los hombres. La presencia de mujeres en los poderes del Estado no supera el 30%. Entre estas y otras cifras, y al grito de “Ni una menos, vivas nos queremos”, se inauguró en Montevideo la XIII Conferencia sobre la mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el gobierno uruguayo, que se extenderá hasta el viernes 28 de octubre. “Hemos avanzado en la lucha contra la pobreza, pero eso no se expresa en más igualdad para las mujeres”, dijo, antes de la mesa de apertura, la directora del Instituto Nacional de Mujeres (Inmujeres), Mariella Mazzotti. Agregó que Uruguay es un país que “ha puesto los temas de género sobre la mesa y ha buscado avanzar”. Durante la apertura, la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, dijo que el objetivo es que las problemáticas de género atraviesen todas las políticas: “No se trata de generar lugares específicos donde se discutan los temas de género y la autonomía de las mujeres, sino que necesitamos ese ir y venir permanente en espacios donde mujeres y varones, trabajemos en el mismo sentido”. Destacó la importancia que el presidente Vázquez -que participó en la mesa, pero no habló- le adjudica al Sistema Nacional de Cuidados, que “actúa sobre la división sexual del trabajo”, en la medida en que desnaturaliza el cuidado como una tarea propia de la mujer. Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de CEPAL, dijo que “el trabajo es la llave maestra para la autonomía”. Se refirió a tres autonomías: la económica, que tiene que ver con la independencia económica de la mujer; la física, es decir, la eliminación de la violencia hacia las mujeres, y la política, que tiene que ver con “el acceso de las mujeres a los puestos de decisión”.