El ex presidente José Mujica cerró ayer la mesa de clausura del primer día del encuentro regional “La economía de los trabajadores”, que continúa hoy y mañana en Montevideo. En el Paraninfo de la Universidad de la República, en un panel que compartió con un docente argentino y un ex jerarca brasileño del gobierno de Lula da Silva, Mujica marcó la necesidad de un cambio de cultura para lograr el cambio social. Dijo que su generación tal vez “menospreció la cuestión de la cultura”. “El capitalismo tiene una fortaleza más fuerte que sus ejércitos en la cultura que insufla globalmente y que nos envuelve. El único instrumento que tenemos para enfrentarlo es nuestra conciencia. La idea de liberación permanece, pero es compleja porque supone un frente que no es material. Un sistema genera una cultura que le es funcional”, advirtió el senador. Señaló que el capitalismo “hoy se preocupa mucho del pan y circo” y de “mantenernos todo lo que puede enganchados en el mercado, creando permanentemente fantasiosas necesidades para obligarnos a trabajar”.

Afirmó, de todos modos, que no habrá “cambios de carácter esencial rezándole a los dioses”, sino construyendo “política de resistencia, de organización y de creación de sujetos colectivos”.

Se refirió a la creación del Fondo para el Desarrollo y dijo que se buscó “disponer de algo del Estado” para aquellos en los que “nadie confía” porque “no tienen plata”. “Y te piden y te exigen que haya un cumplimiento en materia de crédito igual al de empresas de primera, con espaldas anchas, de esas que no hay en Uruguay. Las grandes empresas en Uruguay son las que le han metido el clavo más grande al BROU, pero a esas no se les lleva la cuenta. Ahora, si le damos un crédito a una cooperativa y no paga, qué horrible, es una cosa espantosa”, ironizó. Defendió la posibilidad de “disponer de una parte de esas ganancias del pueblo trabajador a favor de aquellos aventureros que tratan de conservar su trabajo”.

Mujica consideró que los problemas más grandes para la autogestión pasan por la dificultad, en algunos casos, de hacer andar una fábrica que se fundió, por tener que salir a “pelear en el mercado”, y por la autoexplotación y la precariedad.

El ex presidente manifestó que frente al regreso del conservadurismo en la región hay que tener “políticas de resistencia”, pero también hacer autocrítica. “Si meto la mano en la lata, eso no es culpa del imperialismo, es culpa mía, porque me deslizó en materia de valores lo que le conviene al capitalismo. La cuestión de la ética y la cuestión del compromiso en las vanguardias que quieren pelear por el cambio social pasa a ser central”, remarcó. Dijo que algunas personas, cuando ven que les dicen “señor para acá, y señor para allá” y les “ponen el mantel”, cuando querés acordar “se creen que la mesa es suya”. “Podés negociar con dios y con el diablo: el problema es tener claro a qué cuadro se pertenece”, afirmó. La “corruptela” genera “el desencanto de la gente, la pérdida de confianza en la política como herramienta, y entonces es lo mismo el PT [Partido de los Trabajadores de Brasil] que el PMDB [Partido de Movimiento Democrático Brasileño], y al final quedamos todos metidos en lo mismo”, consideró. “Y si la gente no confía en algo, ¿qué le queda? El hacé la tuya, el renunciar a la organización social, al pacto de lucha”, advirtió.