Se inauguró en el Centro Cultural Goes la muestra de pintura El ojo en la cerradura, de Adhemar Seara, integrante de Radio Vilardevoz y del Centro Cultural Urbano, luchador antimanicomial, fallecido en mayo de este año. “Adhemar era el loco, el turco, el duende, el pintor, el locutor, el artesano, el militante, el compañero... Adhemar era también intensidad, alboroto, revuelo, pasión y necesidad de crear y de transformar el dolor en cuadro, hoja tallada, palabra al aire... A Adhemar le preocupaba el mundo, le dolía el mundo”, se expresa en el folleto de presentación de la muestra. “Por el ojo de la cerradura, ese ojo que ve, siente y piensa, Adhemar denuncia la hipocresía de un sistema que en vez de ayudar, mata... También podríamos decir de varios sistemas: el de la medicina y la farmacología, el de la política y las posibilidades de gobernar, el de los gremios y los corporativismos, el de lo humano deshumanizándose. Adhemar nos deja, a través de su arte, una forma de dar cuenta del proceso interno de cuerpos que se fragmentan y se recomponen permanentemente entre un afuera y un adentro que nos componen como sujetos”, concluye el texto sobre el artista plástico.

A Adhemar lo conocí la primera vez que asistí a la fonoplatea abierta de Radio Vilardevoz, a mediados de 2009. Un compañero leía un texto que trataba sobre el cóndor y el Pelado se ubicó al lado de la mesa. Tomó el micrófono y empezó: “Yo recuerdo una leyenda quechua que habla sobre el cóndor, la cual dice que...”.

De tartana y chalina envuelta al cuello. De argumentos de hierro, el que decía que “los locos están allá afuera” mientras señalaba las rejas de Millán 2515. Un luchador, un discutidor. Dulce y bardero. Un constructor de trincheras desde las cuales gritar las cosas. Así era Adhemar.

Desde el martes 4 de octubre las pinturas del Turco se exponen en el Centro Cultural Estación Goes (General Flores y Domingo Aramburú). La muestra es organizada por el colectivo de Radio Vilardevoz y el Espacio Cultural Urbano en el marco de las actividades del Mes de la Salud Mental y se podrá visitar hasta el viernes 28. Allí se podrá ver muchos de los cuadros de Adhemar, acompañados por textos de sus compañeros sobre la impresión que le dejaron las obras.

Durante la inauguración se pudo ver la emoción de Olga, el acróstico de Analía, la poesía de Upa, las palabras de Mauri, la canción que le hizo Kamikaze: “Simulando ser uno más se decidió a caminar, pasos cortos daba el duende en su andar, y procurando que el destino se apiadara de él, juró haber visto a otro duende como él”. Todos fueron pasando por el micrófono y se expresaron, como lo hacía Adhemar en la radio. Voces y expresiones de la calle y del manicomio que hoy se hacen pintura, canción y poesía.

Él se fue, pero está en esos cuadros, en el que uno de los temas recurrentes es la cabeza. Como sinónimo de caos y de preguntas. De amor, de locura y de vida. De la estigmatización y los barrotes; de la pobreza; de los amigos con los que compartió historias de internaciones, calle, pensión y caminatas por la ciudad; de la rebeldía.

El miércoles 12 de octubre se realizará una nueva Marcha por Salud Mental, Desmanicomialización y Vida Digna. El Pelado estará también marchando, con su voz anárquica, con la rabia y con el afecto. Con la premisa de no transar. Con ese menjunje de sensaciones que dejó para los demás.

“Si no abordamos a los seres humanos como seres humanos, nos estamos transformando en malos laboratoristas, peores neurobiólogos u horribles veterinarios”, decía el Turco en uno de sus textos. Palabras con libertad, lienzos para sacarle la lengua al encierro, una voz alborotada pidiendo ayuda pero a la vez ofreciéndola como principal premisa. El abrazo y la discusión, el cuadro que alguna vez hizo con pastillas, como forma de denuncia ante el comercio de las transnacionales de los medicamentos. Todo forma parte del hecho de enfrentarse a las rejas y sencillamente, como hacía Adhemar y nos dejó como legado y materia pendiente, escaparse con una sonrisa a través del cerrojo.

José Luis Rodríguez