¿Es El Astillero por la novela de Onetti, por el lugar donde se construyen barcos, por el depósito de maderas o por las tres cosas?

Diego Presa (DP): -Por todo eso. La palabra dispara todos esos significados y puede pintar un paisaje. La referencia a Onetti está buena, porque de alguna manera tiene que ver con nosotros y con Montevideo. Y lo que significa un astillero: la construcción, la reparación de barcos; esa cuestión artesanal y por otro lado industrial que remite a otras épocas.

Gonzalo Deniz (GD): -No sé si me habría casado con el nombre si solamente fuera la referencia. Más allá de eso, me gusta la palabra; cuando apareció, dejamos de buscar.

Al escuchar el disco me dio la sensación de que, más allá de que cada uno canta los temas de su autoría, hay aires homogéneos, de grupo. ¿Por qué piensan que se amalgamaron sin problemas?

DP: -Está buenísimo que lo percibas, y es interesante que se haya logrado. Había una intuición de un posible encuentro, por estilos y formas de encarar la canción, pero no sé si había una certeza de que iba a funcionar.

Garo Arakelian (GA): -La razón original por la que comenzó lo que ahora es un proyecto fue compartir un show; entonces, el grado de intuición fue muy potente desde el comienzo. Después, el proyecto fue orientándose hacia la grabación de un disco y un formato en el que podríamos decir que somos un trío de autores. Pero en el comienzo era la intuición de que para ese show las cosas iban a funcionar: por nosotros, como personas y como músicos, y por el material que habíamos compuesto. No teníamos más que eso.

GD: -Cuando nos reunimos por primera vez para ver qué hacíamos, podríamos haber pensado en tocar uno y después el otro, y hacer algunos cruces. También descartamos tocar con una banda estable. Elegimos trabajar con las tres guitarras: yo toco con cuerdas de nailon y ellos con cuerdas de acero, definimos el formato y un sonido. Más allá de que cada uno lleva la canción de su autoría, todas las canciones tuvieron el mismo tratamiento: ver qué lugar podía ocupar cada uno con su instrumento y su voz.

¿Por qué no se les ocurrió que uno cante las canciones de otro?

GA: -Porque no somos un ejercicio para hacer adelante del público. Sería una desnaturalización, en contra del alma de las cosas. Hay canciones que en estas versiones tienen toda la piel cambiada, y que las cantara otro habría sido una forma demasiado fácil de lograr eso.

GD: -Cuando preparamos el primer concierto, nos tomamos el tiempo de armar algo interesante, que no fuera sólo aprendernos los acordes y robar la plata.

¿El Astillero no puede ser visto como un homenaje a ustedes mismos?

GA: -Claramente no es un homenaje. Desnudar una canción, dejarla a merced de tus compañeros y escucharla de otra manera, con otro ropaje y otro aspecto formal, no parece ser el homenaje que se busca en los términos de la música popular de hoy en día. Pasa que vos, al decir eso, estás cambiando el orden, que fue primero la invitación para un show, después una propuesta para grabar un disco, y finalmente la grabación de un disco. Era un show, que hicimos con canciones nuestras.

¿Por qué incluyeron una versión de “Lover Lover Lover”, de Leonard Cohen?

GD: -No queríamos hacer versiones que fueran las más obvias; porque, por ejemplo, los tres por separado hacemos versiones de Dino [Gastón Ciarlo]. Y si bien Leonard Cohen tenía en contra que ha sido una influencia de nosotros tres, y que es en inglés, tocamos el tema en el primer ensayo, no quisimos hacerlo igual y nos convenció.

GA: -En el mundo de las versiones cercano al rock y al pop, desde hace un tiempo, hay una premisa instalada: “Si es nuestro, es bueno”. Por un lado, está sobrevalorada y exacerbada la cuestión de lo nacional; y por otro, dentro de lo nacional, hay una búsqueda siempre en los mismos lugares y artistas, que no quiero nombrar, pero más o menos funciona así. Entonces, incluir una canción que no fuera en español, que fuera de un artista de los que normalmente no forman parte de ninguno de los homenajes-covers-versiones, también era una forma de mostrar cómo es la mirada nuestra hacia la canción. No fue una elección político-moral.

En la presentación de mañana van a tocar una composición original de ustedes tres. ¿Por qué destinan un tema a El Astillero y no a sus proyectos individuales?

DP: -Primero que nada, por lo que decía Garo: la característica más sobresaliente es que somos tres autores; entonces, si estamos haciendo algo juntos que nos entusiasma, tiene determinado desarrollo y se ha ido definiendo, surge como una necesidad natural.

GA: -Es una proyección a futuro, nosotros no vamos a hacer nunca más una versión nuestra.

GD: -Verle un largo plazo al proyecto incluía tener material original.

GA: -No somos una banda de versiones. Te lo digo porque indudablemente ibas a llegar a eso.

¿Se ha perdido, a nivel local, la música del cantautor que sigue una línea o un estilo original?

DP: -No tengo esa percepción. Yo sentí ese hueco a fines de los años 90, durante la fiesta del rock nacional, cuando era difícil percibir que hubiera un desarrollo de la canción de autor, del tipo que va y se sube solo con su guitarra; más bien había una proliferación de bandas de rock. Desde hace unos diez años empecé a percibir que de nuevo gente joven...

GA: -Pero no quiere decir que sea una respuesta al linaje que entendemos como de los cantautores uruguayos. Ahora hay más cantautores, pero no sé si responden a ese linaje.

DP: -Yo en algunos encuentro cierta continuidad identitaria.

Me refiero a un estilo, a una marca particular que se abre camino. Si escucho a Eduardo Darnauchans o a Fernando Cabrera, no los encuentro parecidos a otros cantautores.

DP: -Podés escuchar a Fernando Henry, a Andrés Míche y a otra gente que anda en la vuelta. Lo que pasa es que no tienen una exposición en la que reconocerlos. Si buscás esas trayectorias, que capaz que son más secretas, podés encontrar voces particulares que tienen un vínculo con los cantautores históricos.

GA: -Capaz que lo que cambió fue la razón por la cual nace un cantautor, igual que ahora una banda de rock no nace de la misma manera; parece que tener una banda de rock fuera más competitivo. Me suena un poco a eso. Como vi el otro día en un capítulo de Narcos [serie de Netflix], que el chileno quería vender en Colombia la cocaína procesada, y [Pablo] Escobar le dijo: “Vos no sabés nada, hay que venderla en Miami”. Con las bandas de rock pasa lo mismo: quieren tocar en el Pilsen [Rock].

En este proyecto hay un cruce generacional. ¿Qué encontrás al tocar con músicos más jóvenes?

GA: -Odio los cruces que están de moda ahora: el rockero que hace cartel para vender más entradas en La Trastienda, e invita al murguero este o al otro que en realidad pertenece a la vereda donde todos sabemos que es un tema de marquesinas. Este proyecto, justamente, no tiene nada que ver con eso. La distancia que hay, que tiene que ver con la edad que nos llevamos, no existe. Lo hice toda la vida y generalmente con gente más joven que yo.

Darnauchans tocó con La Trampa cuando la banda recién arrancaba.

GA: -Claro, en gran parte lo aprendí de ahí, pero no me estoy comparando. El tema es lo que buscás; la edad no es una forma de medir lo que está cerca o lejos. De pocas cosas estoy más lejos que de mi propia generación; así que ni siquiera me planteo lo que me une con ellos.

¿Por qué estás lejos?

GA: -Y... Fijate lo que hace la gente de mi generación... Yo no te lo voy a decir, porque nos iríamos a la mierda.