Todo comenzó hace dos semanas, el 18 de noviembre, con la renuncia del ministro de Cultura, Marcelo Calero. Al día siguiente, Calero dio una entrevista al diario Folha de São Paulo en la que denunció que había sido presionado por el secretario de Presidencia, Geddel Vieira Lima, una de las personas de confianza del presidente Michel Temer.

Vieira Lima estaba interesado en que fuera habilitada la construcción de un edificio en el que ya había comprado un apartamento. La construcción fue frenada por el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Inphan), un organismo dedicado a proteger las áreas de interés histórico del país que tiene a su vez dependencias en cada uno de los estados de Brasil. El Inphan de Bahía, lugar de la construcción, había aprobado la edificación de 30 pisos, pero el Inphan nacional determinó que este debía tener sólo 13 para no generar un conflicto en una zona declarada patrimonio nacional. La institución depende del Ministerio de Cultura y Vieira Lima había comprado un piso alto, por lo cual pidió a Calero, según denunció este, que presionara al Inphan para que habilitara la construcción de 30 pisos. Según Calero, Vieira Lima se comunicó con él cinco veces para presionarlo, personal y telefónicamente, e incluso lo amenazó con hacerle perder el cargo y con destituir al presidente del Inphan.

De inmediato hubo exigencias de que Temer destituyera a Vieira Lima, algo que el presidente se negó a hacer. El ministro reconoció que había comprado un apartamento en el edificio a construirse y que habló con Calero sobre el emprendimiento, pero negó haberlo presionado. Sí admitió que le planteó a Calero que ante la diferencia de opiniones entre el instituto de Bahía y el nacional, el Ministerio de Cultura podía recurrir a la Justicia. También en entrevista con Folha, Vieira Lima dijo que el presidente había quedado sorprendido por las declaraciones de Calero y que no entendía por qué, si efectivamente había habido presiones, no le había planteado a él esa situación.

Sin embargo, después la versión oficial fue otra. Durante la semana pasada, la siguiente a la renuncia de Calero, los medios brasileños empezaron a informar de supuestas grabaciones hechas por el ex ministro de sus conversaciones con Vieira Lima, con el ministro de Presidencia, Eliseu Padilha, y con el propio Temer. Después de ese trascendido, Temer reconoció que habló con Calero acerca del edificio, pero dijo que lo hizo sólo para solucionar “divergencias” y proponer una “solución técnica” para la situación.

La versión de Calero es distinta. Entrevistado el fin de semana en el programa Fantástico, de TV Globo, dijo que Temer lo presionó para que favoreciera a Vieira Lima o que, en su defecto, enviara una solicitud a la Abogacía General de la Unión (AGU) para que dirimiera la diferencia de opinión entre el Inphan de Bahía y el nacional. Según Calero, Temer había dicho que la titular de la AGU, Grace Mendonça, iba a “resolver esta situación de una manera” que les sirviera “a todos”. Sin embargo, Calero no aceptó esa alternativa y decidió renunciar cuando el secretario de Asuntos Jurídicos de Presidencia, Gustavo Rocha, lo llamó para decirle que ya estaba pronto el papeleo para enviarlo a la AGU con el fin de que resolviera la contienda, y que sólo era necesaria su firma. El contenido de esa conversación, que fue grabada, fue publicado ayer por la página web de la cadena O Globo, y la respuesta de Calero ante el planteo de Rocha fue: “Bueno... Voy a pensarlo, Gustavo”. Horas después, el ministro presentó su renuncia.

De todos modos, el gobierno pidió la opinión de la AGU, que respondió que el Inphan nacional tiene la potestad de aprobar o revocar los permisos brindados por cualquiera de sus sedes estaduales.

Mientras Calero continuaba divulgando información acerca de las presiones que supuestamente recibió, y el gobierno intentaba proteger a Temer, aumentaron los cuestionamientos a Vieira Lima. Después de que Temer no aceptara destituirlo, se transformaron en pedidos de investigación: en el Congreso, en la Comisión de Ética de Presidencia y en la Justicia, donde Calero presentó una denuncia -la Policía espera la autorización del Supremo Tribunal Federal para comenzar la investigación-. También hubo un despliegue del oficialismo, cuyos referentes salieron a criticar a Calero y a señalar que cometió un delito al haber grabado conversaciones telefónicas sin el conocimiento de sus interlocutores.

Finalmente, Vieira Lima renunció el viernes, el mismo día en el que el Partido de los Trabajadores (PT) anunció que comenzaría consultas jurídicas para saber si todos estos sucesos ameritaban una solicitud de juicio político contra Temer. El PT desestimó esa idea teniendo en cuenta que el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, aliado del gobierno, no aceptaría la solicitud. Sí presentó un pedido el Partido Socialismo y Libertad (Psol), ayer, y acusó a Temer de haber cometido tráfico de influencias, un crimen de responsabilidad que permitiría llevar adelante un juicio político. Al explicar el pedido, el portavoz del Psol en la Cámara de Diputados, Iván Valente, dijo que “Geddel Vieira Lima practicó tráfico de influencias y su superior, Temer, en lugar de haberlo reprendido o destituido por esa acción, fue condescendiente con la ilegalidad”.

El jefe de la bancada oficialista en el Senado, Romero Jucá, y otros representantes del oficialismo ya restaron importancia a ese planteo y aseguraron que será rechazado en el Congreso.