Cuando Merkel asumió por tercera vez como canciller de Alemania, en 2013, no se imaginaba el drama de los refugiados que golpearía a Europa dos años después y que repercutiría directamente en su gestión. Esta crisis, junto a la política de acogida que la canciller llevó adelante para paliarla, motivaron las críticas de todos los sectores políticos -incluso en el seno de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU)- y desgastaron notablemente su popularidad.

La llegada de más de un millón de refugiados desde 2015 al país impulsó, además, a los ultraderechistas de Alternativa por Alemania (AfD) -que aspiran a entrar en el Parlamento el año que viene- y abrió una brecha entre la CDU y su filial bávara, la Unión Socialcristiana.

Tal vez por eso, muchos pensaron que Merkel, de 62 años, no buscaría renovar su mandato. Pero el domingo la canciller alemana anunció a la dirección de su partido que se postulará de nuevo para liderar a la CDU en el congreso que se celebrará en dos semanas y que pretende volver a ser la candidata a canciller en las elecciones generales, previstas para setiembre del año que viene. Dijo que lo hará “convencida” de que debe servir al país en momentos “inciertos”.

Algunos medios alemanes, como la Deutsche Welle, consideran que, en realidad, la incertidumbre generada por la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos anticipaban su continuidad. En este contexto, Merkel se presenta como el símbolo de la estabilidad y como defensora indiscutible de los valores liberales occidentales.

“Pensé sobre esto durante un período muy largo. La decisión de postularme a un cuarto mandato es, después de 11 años en el poder, cualquier cosa menos trivial”, dijo Merkel en una conferencia de prensa que brindó luego del encuentro con la dirección de la CDU. Según explicó, tomó la decisión consciente de que será la campaña más difícil “desde la reunificación de Alemania”, ante la “polarización” de la sociedad, el auge de la extrema derecha y los desafíos a los que se enfrenta Europa.

Los socialdemócratas, socios en el gobierno de gran coalición que lidera Merkel, aseguraron que las tensiones internas por la crisis de los refugiados debilitarán la campaña de la canciller. “El mito de la invencibilidad se ha acabado”, dijo en declaraciones al diario Tagesspiegel el vicepresidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Ralf Stegner, después de conocer el anuncio. Por su parte, Cem Özdemir, líder de Los Verdes, auguró en declaraciones al diario Rheinischen Post una campaña “dura” pero “decente” contra Merkel por parte de su partido. El dirigente verde pidió afrontar la propaganda y las polémicas con hechos, y se mostró poco sorprendido por la cuarta candidatura de Merkel: “¿A qué otro podía haber enviado la UE a competir?”, se preguntó.

A pesar de las críticas de la oposición y del desgaste que sufrió la imagen de la canciller, 55% de los alemanes apoya un cuarto período de gobierno de Merkel, según una encuesta que publicó el domingo el diario Bild. El mismo sondeo muestra que el apoyo a un nuevo mandato de Merkel es aplastante entre los simpatizantes de la CDU (92%), y también es mayoritario entre las mujeres (66%).

Según el estudio, si las elecciones alemanas se celebraran ahora, la CDU ganaría con 33% de los votos, seguida por el SPD, que alcanzaría 24%. En tercer lugar quedarían Los Verdes, con 12% de apoyo.

Si Merkel lograra renovar su mandato el año que viene, completaría 16 años en el poder, dos más que el fundador de su partido, Konrad Adenauer, y casi el mismo tiempo que Helmut Kohl, su mentor y líder de la reunificación alemana.