Lo del purgatorio vino a raíz de que el presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), Washington Corallo, consideró que Uruguay se encuentra en ese estadio en términos de productividad: “No estamos en el infierno de los países menos desarrollados, pero tenemos que avanzar para llegar al cielo”, lugar en el que, según su punto de vista, se encuentran los “más desarrollados”.

Lo barato sale caro

Para el secretario general del PIT-CNT, Marcelo Abdala, la situación actual del sector responde a un fenómeno que llamó “exceso de desindustrialización”, que se produjo ante “una apertura comercial indiscriminada y un conjunto de desincentivos a la industria local”. Por este motivo, criticó al gobierno actual diciendo que “lo único que le importa es comprar barato” y que “en realidad, le sale caro, porque se paga en seguros de paro y ausencia de desarrollo”.

El dirigente de la central de trabajadores también sostuvo que la forma de restaurar el daño sería apuntando a “reestructurar sectores que tienen que ver con nuestras potencialidades, como la industria naval y la pesca” y a “mejorar la financiación” a través de, por ejemplo, una banca de fomento.

Robots

A propósito de la productividad, también se habló del avance de los robots industriales en los procesos de producción. De acuerdo a un informe local -y en línea con lo afirmado por organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio- presentado durante la semana de intercambio y citado por el moderador de la mesa, el incremento del uso de robots podría poner en jaque a 54% de los puestos en Uruguay en los próximos 20 años.

Consultado por estas conclusiones, Abdala sostuvo que el movimiento sindical tiene una “polémica frontal” con “la idea que asocia a la industria 4G, de la innovación tecnológica y la robotización, al fin del trabajo”, y recordó una discusión similar de hace unos 20 años ante el origen de la tecnología actual y la teoría del economista estadounidense Jeremy Rifkin sobre el tema. “Y sin embargo, acá estamos”.

Por su parte Corallo afirmó que si bien “es real” que es una tendencia que viene creciendo “de forma exponencial”, anotó que hay que tener en cuenta que por cada robot se necesitan dos personas capacitadas para su manejo y programación. Más allá de eso, y discrepando con aquellos que mencionaron que los robots deberían utilizarse para el trabajo que no es digno para los seres humanos –por razones de seguridad y de monotonía, entre otras-, el industrial afirmó que “va a seguir existiendo la persona que arme una cama”, así como seguirá habiendo quienes se vean sometidos a tareas repetitivas.

Reducción de la jornada

Pensando en un escenario en que el trabajo humano constituyera una parte insignificante en el proceso de producción, Abdala afirmó que esto sólo podría ser considerado así “desde el punto de vista de la valorización, porque desde lo antropológico se trabaja como una actividad creativa; no hay forma de conseguirlo”.

En esta misma línea, el sindicalista lanzó un desafío: dijo que si este tipo de debates está teniendo lugar, “no puede ser un tabú la conversación sobre la reducción de la jornada trabajo”, algo que Corallo descartó con el argumento de que “no sería posible hasta alcanzar los mismos niveles de productividad de nuestros países competidores”. Según él, Uruguay registra 38% de productividad, ante un nivel promedio de 45% en América Latina, 85% en países como Francia, Italia y otros de Europa, y 100% en Alemania, Suiza, Inglaterra, Noruega y Japón.

El secretario general del PIT-CNT retrucó a su interlocutor alegando que los empresarios monopolizan los insumos para la toma de decisiones: “Si para discutir la productividad, el movimiento sindical uruguayo se enfrenta a que la información está en manos sólo de la dirección de la empresa, estamos ante un problema de acceso a la información básica necesaria”.

Conocimiento

Consultada por la construcción del futuro de la industria, la decana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, María Simon, consideró “fundamental” que haya más investigación por parte del sector privado, pero también afirmó que el Estado “no puede bajar su asistencia”. Dijo que desde la Universidad pública “hay voluntad para hacer más” y que en ese sentido “es necesario fomentar la demanda de conocimiento”.

Simon, que fue presidenta de Antel durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez y subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura durante la presidencia de José Mujica , consideró a la educación como un factor “clave” en la evolución esperada, pero afirmó que “no hay que responsabilizar enteramente a la escuela” de las faltas actuales, porque esta educa “en conjunto con la sociedad”. “Los sistemas a los que les va mejor en el mundo son el de Finlandia y varios países del sudeste asiático, y más distintos entre ellos no pueden ser: en unos se empieza temprano y en otros, tarde; en unos se estimula la competencia y en otros, la solidaridad. ¿Cómo son tan distintos y los dos puntúan alto? Porque cada uno es lo que esa sociedad quiere”, explicó.

Para la decana, lo importante es el “sincronismo entre la sociedad y el sistema educativo”, y en este sentido afirmó que “en tanto los uruguayos no sepamos qué queremos de la educación y le pidamos una cosa y la otra, la educación no va a cambiar demasiado”.

Cambio de cabeza

Respecto a la capacitación, Abdala acotó que “debe ser parte del trabajo” y consideró que tenemos “una potencialidad grande de utilizar al máximo –sin despilfarrar- los fondos que tiene asignados el Inefop [Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional] para el sector privado, para prepararnos y capacitarnos masivamente para lo que se viene en el futuro”.

El dirigente de la central de trabajadores también consideró como “fundamental” el “cambio de cabeza”: en el caso de los trabajadores, pasar de una ética “individualista y utilitarista” a “una de responsabilidad, en el trabajo y en las luchas sociales en que participamos”, y en el caso de los empresarios, de “crecer e innovar”. “En Uruguay muchas veces parece que tenemos empresaurios”, afirmó el dirigiente sindical, algo que el presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay negó, para sostener que los empresarios “desaparecen por razones propias del mercado; no son capaces de competir per se”.

Sobre la capacitación, Corallo sostuvo que “no se puede dar lo que no se ganó”.

Camino inverso

A modo de cierre, la ministra de Industria, Energía y Minería celebró el “éxito” de la Semana de la Industria, iniciativa que por primera vez se celebró este año, y anunció que se replicará el año que viene, pero con una diferencia: “en vez de traer escuelas y liceos acá, como hicimos esta vez, me gustaría que podamos hacer el camino inverso: ir nosotros a los centros educativos, porque la industria del futuro está ahí, y tenemos mucho que aprender de ellos”.

También rescató algunos “acuerdos” alcanzados durante la semana, como el de tomar a la industria como “herramienta de cambio” y la convicción general de “la importancia de juntarnos más”.

En materia educativa, propuso definir una política nacional de fomento a la enseñanza de la ciencia, propuesta que viene reiterando desde hace tiempo.

En cuanto a las formas, aclaró que “nadie compartió el concepto de empoderar a los que están en mejores condiciones, para que eso después derrame hacia afuera” y sostuvo que, por el contrario, el camino debiera ser “empujar desde abajo para acercar, para que todos juntos vayamos para el mismo lado”.