Tomada Urbana es “una muestra artística, lúdica y de intervención urbana llevada adelante por colectivos artísticos, agitadores culturales, instituciones y organizaciones sociales de Brasil, Italia, México y Uruguay”, explican quienes la impulsan acá. Se llevará a cabo por primera vez en Uruguay los días 2, 3 y 4 de diciembre, en los barrios montevideanos del Cerro y La Teja, y al mismo tiempo en varios lugares de los países mencionados. A partir de la participación el año pasado en el Tomada Urbana de Barra Mansa, un municipio del estado brasileño de Río de Janeiro, comenzó a formarse un grupo entusiasmado con la idea de replicarlo aquí.

El proyecto se basa en trabajo colaborativo -tanto en lo artístico como en la gestión- y busca un impacto social. A partir del diálogo con organizaciones sociales, culturales, estudiantiles y artísticas, la intención es favorecer la convivencia en el espacio público y promover la comunicación y el intercambio de estos barrios históricos del oeste montevideano con el resto de la ciudad y el mundo, con miras a la integración de saberes y la producción local de artes de calle.

Para ello trabajan en articulación con otros grupos como los colectivos Catalejo y La Cuadra, Proderechos, Danceability Uruguay y Grupo Rojo. A la vez, Tomada Urbana Cerro-Teja cuenta con apoyos de instituciones públicas tales como el Ministerio de Desarrollo Social, los institutos nacionales de Artes Escénicas y de la Juventud, y el Municipio A, aunque sus principales recursos son los humanos, sin dinero de por medio.

Catalina y Sofía Lans, del colectivo organizador (que integran jóvenes estudiantes y profesionales de las áreas de gestión cultural, sociología, educación social, comunicación, educación física, entre otras, y de disciplinas artísticas como la danza contemporánea, el circo, el teatro, la fotografía y la música) contaron que el programa de actividades se articuló con un criterio participativo, y eso “responde a uno de los ejes del festival: que todos y todas tengamos un lugar. Nos interesa la integración y la convivencia. Celebramos la diferencia, desde el comienzo deseábamos encontrarnos y relacionar distintos formatos y propuestas, y es así que el abanico de la programación es amplio y diverso”. La consigna de la convocatoria fue amplia, a “propuestas que se desarrollaran en espacios públicos generando un vínculo con ese espacio y sus habitantes”.

“El festival es en el Cerro y mayormente en La Teja -explicaron-. Principalmente estaremos en la Terminal, realizaremos una caminata desde el lado oeste del puente de Carlos María Ramírez hasta la plaza Lafone, y también estaremos ocupando el anfiteatro espacio T, la plaza de deportes 25 de Mayo, el Centro Cultural VidPlan [Cecuvi] y su calle. Previamente estuvimos trabajando junto a niños, adolescentes, jóvenes y educadores en sus respectivos centros: la Asociación Cristiana de Jóvenes de La Teja, La Casilla, la escuela Yugoslavia, el club de niños San Rafael y el Club de la Alegría”. Se proponen “realizar un trayecto alternativo y diverso por la ciudad y específicamente por estos barrios”, y el festival “también implica vincular distintas manifestaciones artísticas, culturales y sociales, produciendo otras posibles relaciones entre el espacio público, las propuestas de los distintos participantes, y los vecinos y vecinas de estos y otros barrios de Montevideo. Produce la invitación a salir de casa y mover a toda la familia, para ocupar unas cuantas horas las calles que serán habitadas por otros distintos del barrio propio y de otros barrios, ciudades y países. Todo eso confluye en el Cerro y La Teja durante tres días en los cuales se desplegarán múltiples presentaciones artísticas, manifestaciones culturales, espacios de reflexión ciudadana, convivencia y colaboración alegre”.

La iniciativa es interesante considerando que, mientras se produce este tipo de movidas de artistas hacia barrios “periféricos”, en Montevideo y otras ciudades hay simultáneamente procesos que invocan un intento de “llevar la cultura” a espacios marginales que ha derivado en una forma de gentrificación, en la que agentes artísticos y culturales se apropian de modo oportunista de espacios urbanos centrales pero devaluados.

El recurso somos nosotros

Cuando se abrió la convocatoria a obras, y pese a los múltiples logos que habitan la web y los afiches, los artistas eran invitados a participar pero no se mencionaba una remuneración. Las entrevistadas contaron que los apoyos monetarios recibidos suman un total de 120.000 pesos, un presupuesto sin duda magro para un festival de estas dimensiones, y que a ese dinero se suman enormes aportes humanos colaborativos. Las entrevistadas comentaron que ninguna de las personas que participan está remunerada, “ni en el grupo organizador, ni en los centros sociales y culturales, ni los colaboradores, artistas y todos los demás que hacen que esto salga; por eso es que hemos dicho varias veces en la fanpage que la Tomada Urbana la hacemos entre todos. No defendemos que se trabaje sin cobrar, pero a la vez entendemos que el dinero no es el único valor de cambio; hay otros en juego en este evento, que significó un largo proceso para unos cuantos de nosotros. Esos otros intercambiables tienen que ver con la decisión, cada uno desde el lugar que ocupa en este proyecto, de invertir nuestros tiempos en salir a la calle y ocuparla, generar afectos en estos barrios de Montevideo, provocar encuentros, relaciones y experiencias nuevas, acciones que, además de desviarse de algún modo del interés dado, producen otros recorridos de nuestras cotidianidades, que no son las que nos plantea la agenda dominante. Esta reflexión surgió a partir de no contar con el dinero para pagar por la totalidad del trabajo. No lo aceptábamos, conversamos mucho, reflexionamos y llegamos, entre otras cosas, a lo que decíamos antes. Decidimos con mucha fuerza realizarlo igual; el deseo y la necesidad eran más potentes. Así fue que muchos se sumaron, y otros no, porque no estaban de acuerdo con que no hubiera remuneración. Acordamos, en una de las reuniones generales para las que se convoca a todos los participantes, que pondríamos con claridad en un gran cartel que el mayor apoyo que recibe este festival es la inversión de quienes participamos comunicando y haciendo visible que es de todos, no de las instituciones estatales que también apoyan”.

Respecto de la articulación internacional en la red de tomadas urbanas, señalaron: “El festival termina en Brasil y ocho compañeros brasileños se vienen para La Teja, se van a alojar en el Cecuvi. Nos articulamos en varios niveles, pero los fundamentales son a nivel de inspiración, contagio, pensamiento, reflexión sobre cómo hacemos las cosas, cuáles son las lógicas que podemos trasladar a cada contexto particular de cada tomada urbana y cuáles son las particularidades, etcétera. También es fundamental el trabajo en colaboración en el espacio concreto de cada tomada urbana; en 2015 fuimos tres uruguayos a Barra Mansa a participar, y este año llegan a Montevideo esos ocho brasileños dispuestos a hacer cuanto sea necesario para que todo suceda alegremente. Es un grupo de estudiantes de periodismo, gestores culturales y artistas; se produce una red de colaboración afectiva que construye sentidos colectivamente”.

En la programación hay música, clowns, danza contemporánea, teatro y otras disciplinas. Se anuncia la presencia de más de 200 artistas y 40 espectáculos: algunos de los participantes serán Anaximandro, Beatbass High Tech (Brasil), Adriana Belbussi, La Chapuza, Colectivo Periférico de Tango, Contransporte (Argentina), Diego Crapuchetti, El Cuarteto del Amor, Joaquín Cruz, De las Chapas, el Chole Trío, Florencia Delgado, Colectivo Las Doras, Las Hijas de Higor, Kachiporra, Lookman Circo, La Masa junto a niños del barrio, Meriann Coust, Pablo Muñoz, Andrés Rueditas, Ballet Folklórico Presagio Sureño, Sala Preta (Brasil), La Teja Pride y Lucía Valeta.

En cuanto a las actividades a realizarse, se invita a un desfile inaugural por Carlos María Ramírez (el viernes 2 a las 18.00, desde la plaza Arismendi a la plaza Lafone), y a talleres con títulos tales como “Somos parte del barrio: ¿cómo participamos para cambiarlo?”, “Manos al mapa: taller de mapeo colectivo” y “Espacios abandonados: ¿qué hacer?”. También tendrán lugar muestras de talleres de teatro, circo, telas, capoeira y percusión.

Durante los tres días del festival, a las 16.00, se estará desarrollando “Espacios apropiados. Una instancia de diálogo para la construcción ciudadana”. Qué resultará de todo esto, y si se logrará producir los encuentros y cruces que el colectivo se propone, es algo que hay que ir a ver para saber. La entrada es gratuita, y el rumbo, oeste.