Durante la presentación del Anuario 2016 de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria, el responsable del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre, resaltó que la inocuidad de los alimentos que se exportan es “una condición cada vez más exigida y exigente”, y uno de los componentes clave para la inserción internacional de los productos nacionales. Explicó, además, que “la lógica de Uruguay no puede ser la cantidad, tiene que ser la calidad”. ¿Cómo pesan y qué se aprende de dos episodios recientes en que productos uruguayos mostraron trazas de plaguicidas no aceptadas por los países compradores? Sobre esto, la diaria consultó al ministro durante la presentación del anuario.

El primer caso ocurrió a fines de 2015 -y en marzo se reiteró la situación-, cuando Estados Unidos rechazó contenedores de carne vacuna con trazas de etion, un garrapaticida que, de aplicarse de forma correcta -respetando determinado lapso de días antes de faenar-, no representaría un problema. Aguerre minimizó el asunto al explicar que se encontraron residuos de etion sólo en 11 o 12 contenedores de un total de 2.000 que se exportan por año a Estados Unidos, y que esas cantidades indican que “mayoritariamente nuestro sistema de producción no tiene inconvenientes de ese tipo”. Agregó que “los niveles de los hallazgos [...] no tienen ningún problema desde el punto de vista de inocuidad”, pero es un problema comercial “porque el producto [etion] no está registrado en Estados Unidos”, ya que la empresa que lo patenta no cumplió en su momento con los protocolos necesarios. Tras esos episodios, el MGAP suspendió temporalmente la utilización de etion, pero el ministro indicó que sigue estando registrado y “con los mismos límites máximos de residuos que tienen muchos países que también abastecen a Estados Unidos”. Resaltó la importancia de tener claras las normas, porque cualquier error de manejo puede conducir a estos problemas. Informó que acaban de invertir 3.000.000 de dólares para tener los servicios de laboratorio de residuos biológicos más avanzados que existen a nivel comercial, y que se hizo una fuerte campaña contra la garrapata y la mosca, para evitar que los productos tengan residuos. Valoró, además, que la clave está en “responder rápidamente y explicar por qué pasó lo que pasó”, y que Uruguay pudo hacerlo porque “hay una política de Estado desarrollada durante años en materia de sanidad”. Añadió que “esta administración ha tratado de consolidar con fuerza los aspectos de inocuidad y de bioseguridad”.

El segundo hecho ocurrió en setiembre, cuando en Alemania un importador detectó, en varios contenedores de miel uruguaya, residuos de glifosato por encima del límite máximo; el volumen logró comercializarse, pero a un precio inferior. Aguerre defendió el uso del glifosato, que permite hacer siembra directa y facilita “un modelo de agricultura más competitivo, con menores emisiones de gases de efecto invernadero”. Puntualizó que el glifosato está categorizado por el Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico como de clase 3 (ligeramente peligroso). Al mencionar la toxicidad, recordó que a comienzos de diciembre el MGAP prohibió la importación y comercialización de varios plaguicidas de clase 1 (altamente peligrosos) que se usaban en Uruguay -metidation, azinfos metil, metomil y carbofuran- y la atrazina (clase 3, que será sustituido por otro herbicida). El ministro expresó que por más que haya quienes sostengan que el glifosato es probablemente cancerígeno, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos lo catalogan como un producto “sin riesgo”, y lo mismo hace el Instituto Federal de la Evaluación de Riesgo de Alemania, con el que el MGAP tiene un convenio de capacitación. Europa tiene un límite máximo de residuos de 50 partes por billón para glifosato en miel, pero Aguerre señaló cierta contradicción porque ese límite en agua potable es de diez partes por billón. “Un consumidor alemán o francés consume diariamente dos litros de agua y 20 gramos de miel, entonces, desde el punto de vista de la ingesta, no tiene ninguna lógica un parámetro con el otro, es una resolución de ellos”. Anunció que, en conjunto con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, el MGAP está generando un grupo de investigación para hacer un seguimiento del tema, y adelantó: “Me animo a decir que en zonas agrícolas va a ser difícil que nosotros encontremos miel con niveles por debajo de 50 partes por billón, porque 50 partes por billón no es nada, es lo que logran detectar los productos de hoy, es una parte en 1.000 millones de partes”. Reconoció que “si esas son las condiciones, probablemente tengamos un problema”. De todos modos, destacó que la rebaja del precio se dio en una negociación entre privados, y que no hay ningún reporte oficial del gobierno alemán.