Hacía rato que el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, venía hablando de la inminente compra de los primeros tres helicópteros que ayudarían a la Policía a vigilar más y mejor, pero, por una cosa u otra, la presentación de las aeronaves y su puesta en funcionamiento se venía dilatando desde, al menos, agosto de este año. El Ministerio del Interior (MI) adquirió los helicópteros desarmados en enero y los terminó de armar en marzo, y recién ahí pudo iniciar los trámites de inscripción y habilitación ante la Dirección Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica (Dinacia); en agosto quedaron en “orden de vuelo”. Mientras, dos pilotos comerciales y uno privado se fueron entrenando para poder conducirlos. Tras un año de entrenamiento, ayer Bonomi les entregó los títulos e hizo la presentación oficial de las aeronaves. A pesar de que los pilotos ya utilizaron los helicópteros para acompañar operativos policiales terrestres, o para controlar el incendio en Barros Blancos, por ejemplo, recién ahora estarán totalmente a disposición de la Policía para “luchar contra el crimen”.

Cuando en julio del año pasado Bonomi anunció que se comprarían los Robinson 33 Taven II, similares a los que utiliza la Policía estadounidense -subraya el MI-, surgieron rumores de que la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) estaba disconforme con la decisión porque consideraba que se entreveraban competencias. Ayer, en la presentación de las nuevas adquisiciones, Bonomi fue claro: “No es para controlar el aire, eso le pertenece a la FAU; es para desde el aire controlar la tierra: incorporar una dimensión más de la vigilancia”. Consultado por la diaria, uno de los pilotos certificados, Leonardo Giarretto, desmintió tal acusación y aseguró que la Dinacia no “trancó” ningún trámite, al contrario, se “portó bárbaro”.

En conferencia de prensa, Bonomi dijo que “es un hecho muy importante para la Policía finalizar un proceso que comenzó en 2010, cuando analizamos contar con uno o dos helicópteros policiales”, y especificó que el MI ya tiene drones (vehículos aéreos a control remoto) y dos aviones. Aseguró que de esta forma se otorgan “muchas más” posibilidades de contralor, y dio un ejemplo: “Se visualizó un sitio donde desarmaban vehículos robados y que no se veía desde la tierra”.

El jueves 10 de setiembre el MI presentó la Unidad Aérea de la Policía Nacional, dirigida por Matías Pereira, e inauguró el hangar donde se alojaría el primer helicóptero, el Águila Uno, en el aeropuerto de Melilla de Montevideo. El 4 de noviembre se exhibió el primer helicóptero; en esa ocasión, el director general de Policía Nacional, Mario Layera, aseguró que “la visión aérea nos da mayor capacidad operativa que nos permitirá manejarnos de manera diferente en las operaciones policiales para mejorar el rendimiento”. En ese momento, estaban esperando la certificación de los tres pilotos que habían comenzado a capacitarse en marzo para obtener un título de la Dinacia.

Enchúlame la máquina

Uno de los helicópteros cuenta con cámara térmica FLIR Ultra 8000, con visión nocturna, que permite la detección de objetivos por calor corporal, explicó el ministro. Las imágenes pueden emitirse en vivo al Centro de Comando Unificado (más conocido como “911”), al Centro de Comando Móvil, o a donde se ubique el comando de control operativo. Puede llegar a una velocidad de 115 nudos (212 kilómetros por hora) y tiene capacidad para tres tripulantes (piloto, camarógrafo y un observador). Las naves tienen una autonomía de tres horas y una durabilidad aproximada a las 2.200 horas de vuelo. El MI invirtió un millón de dólares en el helicóptero con cámara térmica y otro millón en los otros dos.

La Ley 19.315 prevé, entre los cometidos de la Policía, “efectuar la vigilancia aérea, utilizando el espacio aéreo exclusivamente para tareas de observación y apoyo a las operaciones policiales en tierra, de conformidad con el ordenamiento jurídico internacional y nacional que rige la materia y la reglamentación que al respecto se dicte”.