Hace unos días, en el Consejo Sectorial Audiovisual, la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, enfatizó: “Debemos decir que a nuestros directores los elegimos nosotros. Por lo tanto, retirar o no la confianza es un aspecto que nunca voy a tener en cuenta. Si en un aspecto no ha dialogado bien, le dicen a Martín [Papich] y vuelven a dialogar. Esa es la indicación que tiene”. Esto respondió a un comunicado que la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod) le envió a Muñoz tras decidir el martes 20 en una asamblea, por abrumadora mayoría, retirarle la confianza por completo al director del Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU), Martín Papich. Esta medida gremial se adoptó una semana después de que 40 cineastas firmaron una carta pública en la que manifestaban sus discrepancias con la gestión del ICAU.

Papich dijo a la diaria que considera legítima la decisión de Asoprod y que para él es importante el peso de las instituciones, más allá de las “dos decenas de integrantes de una asamblea”, pero agregó: “Creo que cuando hablamos del público y las audiencias, lo que nos importa es la sociedad en su conjunto. Estamos construyendo política audiovisual, y no hoy, sino desde hace muchos años. Me habrás escuchado decir más de una vez que son fundamentales -en los buenos y malos momentos- los talentos, la creatividad, el peso del emprendedor audiovisual, de la cultura de generar proyectos, porque sin todo eso no existe nada; pero también que, sin diseño de políticas, difícilmente el desarrollo adopte la peculiaridad que tuvo estos últimos años en Uruguay. Ahora, cuando se marcan debilidades o alertas, no puede ser uno solo el culpable. Y en cuanto al diálogo, nosotros siempre lo mantuvimos abierto”.

El director del ICAU plantea que la actividad se ha complejizado y dinamizado muchísimo, que esto también se ha trasladado a las formas de producir y consumir, y que la malla institucional se ha “diversificado”, porque “diez o 15 años atrás el peso de las instituciones era otro. Para mí -y no lo digo por la situación actual- el rol de Asoprod es fundamental, pero en aquel momento tenía un peso muy superior al que tiene hoy debido a la diversificación. En aquel momento no tenían el peso que tienen hoy Gremio Cine [que reúne a trabajadores y técnicos del sector, hoy abocados sobre todo a la discusión de tarifas y condiciones de trabajo], la Cámara del Audiovisual, los empresarios; no estaban las manifestaciones corporativas que hoy sí están presentes. Por eso, cuando uno escucha críticas, tiene que contextualizarlas en este nuevo escenario. No es para relativizar las opiniones, pero sobre todo lo que tiene que ver con el desarrollo del sector y de la actividad audiovisual, ¿qué opinan Gremio Cine, SUA [Sociedad Uruguaya de Actores], la Cámara del Audiovisual, los empresarios vinculados con la comercialización cinematográfica? Suele suceder que sólo pesan algunas opiniones”.

Según Papich, el viernes 16, cuando se reunió el Consejo Asesor Honorario, “el delegado de Asoprod planteó que veían con buenos ojos la reformulación del plan [de fomento 2017 para el sector], que retoma algunos puntos que no habían estado presentes en el plan anterior; que ellos no tomaban partido sobre la carta [presentada por los cineastas], y que entendían que, mientras se mantuvieran los canales de diálogo abiertos, los tenían que utilizar. Entiendo que las cosas cambien de un momento a otro; pero el diálogo lo mantenemos absolutamente abierto. Yo sigo dándole importancia a lo que manifestó el delegado de Asoprod el día del Consejo. Es imprescindible contextualizar las posturas y la defensa de los intereses, para tener un panorama más cercano a la realidad. A la crítica siempre es necesario acompañarla con la autocrítica; lo aconsejo porque es un método sano. Y los intereses son legítimos en la medida en que expresen la diversidad de la sociedad”.

Francisco Magnou, directivo de Asoprod -y productor, entre otras películas, de Clever-, precisó a la diaria que la dirección del ICAU presentó el nuevo plan de fomento entre la difusión de la carta de los cineastas y la asamblea gremial. “Como asociación, a la carta no la apoyamos porque era de personas que firmaban de manera independiente; en la directiva consideramos que no correspondía pronunciarnos sobre ella, y que en todo caso teníamos que hacer un planteo institucional [que después se hizo]. Lo que aclaré [en la reunión del Consejo] fue que esa carta no pertenecía a Asoprod. Pero también dije: ‘De todos modos, esa carta manifiesta un malestar que es bastante consensuado por todo el sector sobre cosas que se están haciendo mal’. Cuando se hizo la asamblea, de un modo u otro todos estaban de acuerdo con lo que la carta manifestaba, que era descontento con la gestión. Y por eso fue que se llegó a la resolución de quitarle la confianza al director”.

Papich resumió lo que considera más importante del nuevo fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional (Fona): 70% estará destinado a las líneas de producción y desarrollo, en la categoría de cortometraje se incrementaron un premio y el monto total de los fondos; y sucedió lo mismo tanto en coproducción como en relación con las coproducciones minoritarias (es el caso de la brasileña Boi Neon), “un camino que confirmó ser efectivo, por lo que, en vez de buscar caminos bilaterales, incrementamos los premios y los montos para que esto se vuelva una búsqueda más abierta por parte de los productores”. Además, se volvió a los dos llamados anuales.

Según Magnou, el Fona es el único aspecto en este año de gestión del ICAU en el que Asoprod identifica una mejora, porque se volvió a un plan similar al anterior. “Cuando el año pasado asumió Papich -dijo-, el Fondo de Fomento cambió para mal; se bajaron algunos fondos, no se actualizaron los montos por más que la asociación había peleado por eso; [Papich] juntó las dos convocatorias de desarrollo y producción; introdujo tutorías obligatorias para los proyectos en desarrollo”, y por eso muchos aspectos de la convocatoria 2016 “para nosotros estaban muy mal. Ellos se dieron cuenta de que era así porque la cantidad de proyectos presentados fue menor, el descontento y las críticas fueron generalizados, y para ellos también fue un problema, porque, por ejemplo, los procesos de tutorías se atrasaron muchísimo. [Ahora] no es que contemos con una maravilla, pero por lo menos volvimos a lo que teníamos antes, y no al mamarracho de 2016. Eso fue lo que aclaré como delegado en la reunión”.

En cuanto al lugar de Asoprod, para el directivo quienes promueven y lideran el acto de creación de una película son los directores y los productores, mientras que “la Cámara del Audiovisual es un grupo de cuatro empresas que ofrecen servicios de publicidad y no tienen nada que ver con el cine. Y los técnicos y los actores son fundamentales, pero son otro tipo de derechos. Tampoco los voy a cuestionar, pero no sé cuántos afiliados tiene Gremio Cine y cuántos participan activamente, ni qué salud institucional tiene. Asoprod tiene 20 años, lideró el proceso de creación de la Ley de Cine, el ICAU y su rol, el Fona y otras herramientas previas al ICAU. Entonces, que él [Papich] venga a cuestionar a la Asociación... la Asociación podría cuestionar al Instituto, porque por las películas que hicimos y que fueron a Cannes, los políticos se dieron cuenta de que había que apoyarlas. Y porque movimos dinero, el Ministerio [de Educación y Cultura] se dio cuenta de que debía desarrollar herramientas de promoción y de inversión extranjera para las películas”.

Series y pantallas

Papich señaló que el año pasado se retiró el fondo para las series de ficción a fin de evaluarlo, y que eso se hizo en acuerdo con Asoprod. Ante la nueva situación, Televisión Nacional de Uruguay, Tevé Ciudad, la Oficina de Locaciones y el Ministerio de Industria, Energía y Minería, con la participación del ICAU, lanzaron Seriesuy, un nuevo fondo que premiará con cinco millones de pesos a una futura serie de diez capítulos -de 50 minutos cada uno-. Magnou, en cambio, afirmó que Asoprod planteó que el fondo “no funcionaba, porque los productores terminaban invirtiendo muchísimo dinero para cerrar las series de ficción, por los fondos con los que se contaba”, y que “la idea era rever la línea de financiación de series, que es lo que se hizo ahora”.

En cuanto al protocolo que el ICAU diseñó junto a distribuidores y exhibidores para repensar el tratamiento de películas uruguayas en el circuito comercial -en suspenso hasta febrero-, Magnou apuntó que nunca se abrió esa negociación a los productores. “Es como que vayas a un Consejo de Salarios y el ministerio sólo negocie con las patronales”, afirmó. “Sin que se llamara a la negociación a la parte interesada, que es la más débil y vulnerable, y después de que se lo pidiéramos en reiteradas ocasiones y le insistiéramos en que, por lo menos, nos comentara los puntos que estaba acordando y escuchara nuestros planteos, [Papich] nunca lo hizo. En diciembre dijo ‘este es el protocolo’, y ese protocolo lo único que hace es legitimar la situación existente”. El productor recordó que, a comienzos de este año, Papich aseguró que el circuito de exhibición de salas no tenía ningún problema y que era un acuerdo entre partes privadas, pero “después de que Grupocine literalmente nos robó con Clever y eso tomó estado público, vio que ese discurso era insostenible. Estuvo ocho meses para alcanzar ese protocolo que no dice nada. Hay cuestiones vitales, como la fiscalización de la declaración de venta de entradas de las salas, que el protocolo ni menciona. Claro que el horario es fundamental, pero eso lo deciden las salas; en ningún momento lo decide el ICAU, que en todo caso es el que debería marcar la cuota de pantalla, o el porcentaje de películas uruguayas frente a las extranjeras. Porque hay todo un circuito de promoción, que es donde se venden realmente las películas -exhibición de trailers, redes de comunicación- que va más allá del horario. Hay múltiples herramientas de promoción de una película que ese protocolo ni nombra. Esta persona no tiene idea porque nunca hizo ni estrenó una película, y se sentó a conversar con los dueños de las salas, que dijeron: ‘Para que se queden contentos, les damos dos horarios centrales por una semana’. Esa fue la gota que derramó el vaso. Lo que hizo fue una vergüenza, porque el proceso fue pésimo y el resultado, muy malo. No está ofreciendo ninguna garantía nueva”, aseveró Magnou.