En la puerta del Inumet hay dos pancartas del sindicato, la Asociación de Trabajadores de Meteorología Nacional (ATMN), que prueban que lo que se considera “lastre” de la vieja Dirección Nacional de Meteorología sigue haciendo algo de sombra. Una es genérica y afirma que la lucha sindical continúa. La segunda está dirigida al coronel retirado Raúl García Igorra, vicepresidente del directorio, y dice: “No es bienvenido. Los derechos de los trabajadores se respetan y la normativa también”. Si bien el primero podría verse atenuado tras las primeras conversaciones entre el sindicato y la nueva presidenta, Madeleine Renom, el segundo promete tensiones para 2017 si García Igorra continúa en el directorio.

El Poder Ejecutivo había propuesto que García Igorra continuara en el directorio del Inumet, y el Senado dio su venia el miércoles 21 de diciembre, una semana después de que aprobaran a Renom como presidenta. La venia parlamentaria para el coronel fue motivo de un enfrentamiento entre las senadoras frenteamplistas Lucía Topolansky y Constanza Moreira, ya que esta última rechazaba la presencia de un militar en un instituto civil, según una nota de El Observador.

La participación del coronel en el directorio es la punta del iceberg formado por los conflictos internos y roces entre el personal civil y el viejo personal militar, o equiparado, heredado de la desaparecida dirección. El sindicato había redactado un documento en junio de 2015, en el que se afirmaba lo siguiente: “Desde ATMN apoyamos el proceso de ‘desmilitarización’ que ha tenido lugar en nuestro país, pero es importante resaltar que el Servicio Meteorológico es (y así se reconoce con la creación del Inumet) un servicio civil. De hecho, este proceso ha implicado que el Servicio Meteorológico corriera la misma suerte que el Ministerio de Defensa Nacional (MDN), cuando en todo el mundo cada vez se reconoce más la relevancia del cambio climático y la necesidad de servicios meteorológicos de calidad”.

Consultado por la diaria, Ian Schou, secretario del ATMN, afirmó que García Igorra desconoce la normativa civil y ha aplicado en estos años un trato “de cuartel” a funcionarios a los que no les corresponde ese trato. Se lo acusa también de “flotar en la inacción absoluta” y de haber dejado estallar problemas. De acuerdo con otra fuente del instituto, uno de esos problemas habría sido el del relevamiento abrupto del meteorólogo en la base antártica durante el verano pasado, cuya consecuencia sería que a partir de ahora no habrá meteorólogos allí.

Sin embargo, otra fuente del Inumet defendió el hecho de que, a pesar de los cuestionamientos que se hicieron al directorio anterior, el coronel era el único meteorólogo entre sus tres integrantes, porque el presidente era ingeniero y el secretario general era abogado.

El ex presidente Gabriel Pisciottano fue cesado tras una historia conflictiva de dos años, que incluyó supuestos menosprecios al sindicato y hasta una injustificada expulsión a gritos de una periodista de Búsqueda, en junio. El ex secretario general Federico Baz, quien ahora se desempeña en OSE, fue denunciado por algunos funcionarios ante la Justicia por “violencia privada” y “abuso de funciones”.

La designación de Madeleine Renom, una de las pocas licenciadas en Ciencias de la Atmósfera de Uruguay y respetada figura académica, podría cambiar la pisada. Junto a ella se designó a Gabriel Aintablian, ex director del área de Innovación, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo en el Ministerio de Educación y Cultura.

En este contexto, la continuidad de García Igorra es vista por una parte de los funcionarios del instituto como señal de posibles conflictos, aunque el suyo sea un voto de los tres del directorio. Una fuente consultada lo señala como recordatorio de los tiempos en que formaban parte del MDN y eran tratados como un “depósito de funcionarios de ILPE [Industrias Loberas y Pesqueras del Estado], AFE [Administración de Ferrocarriles del Estado], del mismo MDN y de instituciones que iban cerrando”. El resultado de este proceso ha sido que 75% de los funcionarios son civiles (algunos de los cuales no quisieron reconvertirse al llegar desde otros organismos), 17% son militares y 8% son civiles equiparados a militares, según datos de 2015 que podrían haber variado levemente en el último año.

La misma fuente aseguraba que, en virtud de esa disparidad de orígenes y formaciones, los funcionarios se han dividido; se han creado “chacritas” y pujas por intereses particulares. Por eso asegura que es posible prever fuertes resistencias internas a que el Inumet “termine de reconvertirse en un instituto científico-técnico”, como se pretende.

Otra fuente señaló, como ejemplo del supuesto desorden interno, que el Inumet no tiene todavía un reglamento general ni un estatuto de funcionarios. De acuerdo con la Ley 19.158, que creó el instituto, ambas cosas deberían haber sido aprobadas por el directorio de Pisciottano en un plazo de seis meses y un año, respectivamente.

Schou participó el martes en una reunión con Madeleine Renom, a la que los trabajadores llevaron sus propuestas. Schou aseguró a la diaria que sus planteos tuvieron buena recepción y recibieron algunas contrapropuestas que podrían ser positivas, especialmente por la manifiesta apertura al diálogo. Reconoció, incluso, que al haber asumido a esta altura del año, Renom tiene muy poco margen para corregir fondos de 2016 que consideran mal administrados, y que esto podría repercutir al menos en parte de 2017, sin que sea responsabilidad de ella.

Este martes hablaron sobre una posible reestructura de las oficinas, apuntando a un reinicio que les permita funcionar de un modo más eficiente. También se planteó la solicitud de renuncia formulada por una observadora meteorológica que se desempeña en Laguna del Sauce pero vive en Durazno (y debe trasladarse todos los días pasando por Montevideo). Esta designación fue realizada por el directorio anterior, que no habría escuchado las solicitudes de la funcionaria para trabajar en un destino más accesible geográficamente. Renom se mostró de acuerdo con darle un destino más cercano a su domicilio.

El ATMN señala que el instituto tiene carencias de infraestructura que considera acuciantes. Destaca la falta de un receptor de imágenes satelitales, ya que Uruguay utiliza material de satélites extranjeros, procesado también desde afuera. El país tampoco cuenta con un radar meteorológico propio, ya que utiliza el del aeropuerto de Ezeiza, uno de Panamá y otro del sur de Brasil, cuyos registros no llegan a cubrir el centro y el sur del país. La turbonada que arrasó Young en octubre de 2015, por ejemplo, quedó fuera del espectro de esos radares, y por eso no fue anticipada.

Hay solamente un predictor por turno laboral en la Dirección de Pronóstico del Tiempo en Montevideo, y otro para el área de meteorología aeronáutica. Ellos son quienes tienen la responsabilidad de formular los anticipos del clima y, afirma Schou, es aconsejable que trabajen de a dos, para contrastar diagnósticos antes de emitir el pronóstico.

Las estaciones meteorológicas de todo el país, salvo las seis que son automáticas, tienen horarios limitados. Esto ha llevado a que en muchas zonas no se haya avisado a tiempo de fenómenos meteorológicos que se producen fuera del horario de trabajo. Un ex jerarca reconoció en entrevista con Lento que en 2015 la sede central del Inumet llegó a anunciar un frente frío a las 7.00 en base a información que salía de la televisión cable de Argentina.

Renom, por su parte, tiene la intención de hacer radiosondeos mediante globos de helio, con los que se lleva a cabo un estudio vertical de la atmósfera. Esta sería una alternativa a la idea del ATMN de emplear un programa que se apoye en los datos de los sensores de los aviones.

Estas cuestiones se vuelven especialmente relevantes por la jerarquía que ha ganado el Sistema Nacional de Emergencias, del que el Inumet es un actor fundamental. La creciente frecuencia de desastres como inundaciones o turbonadas ha creado la necesidad de implementar un sistema de alerta temprana que active mecanismos de contingencia efectivos. La aparición del área de Ciencias de la Atmósfera en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República tiene que ver con estos cambios y apunta a formar profesionales con mayores conocimientos que los de los técnicos en meteorología.

Por eso la designación de Renom tiene otro significado en el contexto de un área científica que, en países en los que está más desarrollada, se apoya cada vez más en licenciados de grado terciario y con conocimientos multidisciplinarios, y cada vez menos en técnicos en meteorología. Los técnicos meteorólogos se forman en la escuela que tiene el propio instituto, que el directorio anterior mantenía solamente por mandato de la misma ley que creó al Inumet.

Según algunas opiniones dentro del Inumet, la formación académica de Renom (quien, además, tiene un doctorado en Argentina en Ciencias de la Atmósfera y Oceanografía) no garantiza que pueda lidiar con una división tan grande entre los funcionarios y con la puja por sus respectivos intereses.

El sindicato, a su vez, ha sido blanco de algunos cuestionamientos internos entre funcionarios. Dos fuentes consultadas aseguran que en su accionar el ATMN ha dado preferencia a los intereses de los técnicos meteorólogos, dejando de lado a los funcionarios militares o a los que no son técnicos, y que habrían llegado como parte del viejo “descarte” de otras instituciones. La brecha principal entre funcionarios estaría entre quienes entraron después de 2008, esencialmente técnicos, los que estaban desde antes, los militares equiparados y los civiles equiparados a militares.

Schou respondió a estas críticas y aseguró que la ATMN representa a todos, y que “así como no tenemos prejuicios contra los no técnicos, no los tenemos con otros profesionales, como los licenciados, que deben ingresar. Incluso peleamos por los derechos de todos los funcionarios… Lo que pasó en su momento fue que un grupo de equiparados se opuso a la salida del MDN, pero hoy los equiparados son menos y no hacen tanto lobby”.

El Inumet tiene hoy unos 174 funcionarios, según referencias aportadas por el sindicato. De esos, unos 35 son equiparados (su número se ha ido reduciendo debido a los retiros). A estos se suman diez meteorólogos contratados en agosto por el plazo de un año, formados en la escuela del Inumet. El sindicato señala, por su parte, que hay 115 cargos libres que se podrían utilizar de acuerdo con las partidas presupuestales. Entre esos cargos vacantes está el del gerente técnico, dispuesto por la misma ley desde 2013, pero que nunca se ocupó.

Financiamiento del Inumet

De acuerdo con datos oficiales, el Inumet cuenta con diez millones de pesos al año para inversiones (hasta 2015 eran 1,5), 15 millones para gastos y 110 para sueldos (de los cuales unos 20 millones eran transferidos desde el MDN como crédito para pagar a sus funcionarios). Su otra gran fuente de ingresos es la tasa que se cobra a las compañías aéreas por concepto de protección de vuelos (recaudada en realidad por la Dirección Nacional de Aviación Civil), que le reporta aproximadamente 800.000 dólares.