Hace 89 años, en un pueblo de Alabama, nació Nelle Harper Lee, luego autora de una novela que se convirtió en un clásico antirracista: Matar a un ruiseñor (1960). Esa obra ganó un premio Pulitzer, vendió más de 40 millones de ejemplares en todo el mundo, e ingresó por la puerta grande como uno de los clásicos de la literatura moderna estadounidense. La historia, narrada desde el punto de vista de una niña, retrata la intolerancia racial de un pueblo sureño donde un negro es culpado injustamente de intentar violar a una mujer blanca, y fue la única obra conocida de Harper durante más de medio siglo, hasta que a mediados del año pasado se editó Ve y pon un centinela, en cuya trama intervienen los personajes de Matar a un ruiseñor más de dos décadas después de los hechos narrados en ésta, pero que sin embargo había sido escrita antes, a mediados de los años 50. Después del revuelo causado por esa inesperada publicación, que volvió a situar a Lee en las tapas de muchos medios, su nombre vuelve a circular porque la escritora falleció el viernes, en el mismo pueblo en que había nacido.

Matar a un ruiseñor fue llevada al cine en 1962 por Robert Mulligan (Verano del 42, El año que viene a la misma hora), con una recordada actuación -quizá la mejor- de Gregory Peck como el abogado Atticus Finch, que le valió el Oscar a mejor actor protagónico, además de un Globo de Oro y el elogio de la propia autora, quien afirmó que en Peck “se fundieron la persona y el personaje”.

Lee intentó escapar a las consecuencias de su fama cuanto pudo, rehusándose a conceder entrevistas y a hablar en público, aunque sin llegar al aislamiento extremo de JD Salinger. A fines de los 50, su amigo de la infancia Truman Capote, a quien sí le gustaba saborear los frutos del éxito, se enteró de la muerte de una familia entera (los Clutter) en un pueblo perdido de Kansas, y emprendió la escritura de A sangre fría acerca de ese hecho. Lee lo acompañó de cerca en el proceso, y de hecho fue a ella a quien Capote dedicó el libro. Algunas malas lenguas dijeron que fueron ideas de su amiga las que lo motivaron a escribir aquel libro, y, por otro lado, Capote empezó a hacer circular el rumor de que él había colaborado en Matar a un ruiseñor.

Lo que es seguro es que -como lo recuerda la película Capote, con el talentoso Philip Seymour Hoffman y Catherine Keener- en aquella época Lee y Capote se distanciaron. Ella rechazó el modo de proceder del escritor con los asesinos de la familia Clutter, a quienes manipuló para crear su historia y después desentenderse, e incluso deseó que los condenaran a muerte para que su trabajo cerrara de la mejor manera. Lee había trabajado junto con Capote en las entrevistas para A sangre fría, pero ése fue otro de los secretos que esta misteriosa autora guardó durante mucho tiempo. Décadas después, su camino y el de Atticus Finch siguen siendo válidos: “Uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella”, decía su personaje.