El jueves comenzó una nueva edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana (que continuará hasta el domingo 21), con Uruguay como país invitado de honor. La delegación que representa a nuestro país está integrada, en el área relacionada con la literatura, por los escritores Luis Bravo, Mónica Bottero, Fernando Butazzoni, Marcia Collazo, Rafael Courtoisie, Mario Delgado Aparaín, Damián González Bertolino, Ignacio Martínez (como director de la editorial del PIT-CNT), Guillermo Pellegrino (con su libro Alfredo Zitarrosa. La biografía, de Estuario), Luis Marcelo Pérez y Ramiro Sanchiz, además de la docente de historia Ema Zaffaroni, ex integrante del Consejo de Enseñanza Secundaria, la ilustradora Daniela Beracochea y el historietista Tunda Prada. Pero, pese a que la feria es del libro, sus actividades no se limitan a lo literario; por el rubro musical fueron Fernando Cabrera, Cristina García Banegas, Daniel Tatita Márquez, Malena Muyala y Daniel Viglietti; se enviaron las obras de teatro Ostia (de Sergio Blanco), Kassandra (escrita por Blanco y dirigida por Gabriel Calderón), Zapatos andaluces (de María Dodera) y Núremberg (de Santiago Sanguinetti). En materia cinematográfica se exhibirán La demora (Rodrigo Plá, 2012), Mal día para pescar (Álvaro Brechner, 2009), Miss Tacuarembó (Martín Sastre, 2010), Jamás leí a Onetti (Pablo Dotta, 2010) y El padre de Gardel (Ricardo Casas, 2013).

Habían circulado versiones acerca de discrepancias con la selección de esa delegación uruguaya, sin que nadie se hiciera responsable de plantear cuáles eran y de quien provenían. Por eso la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, fue consultada en una entrevista que mantuvo con la diaria y Lento acerca del modo en que se eligió a los integrantes de esa representación, y respondió que, en un principio, se generaron ciertos inconvenientes con la Cámara Uruguaya del Libro (CUL): “No armamos la delegación a partir de los [premios] Bartolomé Hidalgo [que entrega la CUL], sino junto a la embajadora [cubana, Mercedes Vicente Sotolongo], consultando cuáles son los autores que los cubanos leen y quieren conocer [...]. No estoy dispuesta a pelearme con media Cuba para que la Cámara del Libro quede contenta”, comentó.

Enrique Morrone, secretario de la CUL, dijo a su vez, entrevistado por la diaria, que la coordinación de lo relacionado con la feria internacional cubana estuvo, fundamentalmente, en manos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y que la Cámara participó de manera lateral en los espacios que el MEC le cedió. Recordó asimismo que existió un gran esfuerzo por parte de los productores locales, ya que entre los socios de la CUL y la propia institución lograron recopilar más de 3.200 volúmenes que se enviaron a Cuba en forma subvencionada por las editoriales, para poder hacerlos accesibles en el mercado de la isla. “La mayoría de los libros que fueron se venderán a un precio que no cubre los costos de producción”, señaló Morrone, y en cuanto a la selección de los nombres sostuvo que la CUL no tuvo espacio para intervenir en ella, acotando de todos modos que, a criterio de la institución, utilizar como referencia premios otorgados por la Intendencia de Montevideo, el MEC y la propia Cámara habría contribuido a que la cuestión no se resolviera con criterios subjetivos, ya que en todos los casos esos premios se otorgaron a partir de la decisión de “un jurado que estudia cada manuscrito”.

“Desde el directorio creemos que ese criterio apuntaba a la transparencia y a la mayor objetividad, y está bueno hacer uso de eso [de las evaluaciones realizadas históricamente por jurados], no tenerlo sólo para la premiación. Por lo tanto, al no participar, no sabemos qué criterios se utilizaron”, apuntó el secretario.

Ayer, buena parte de la programación de la feria se concentró en Uruguay. La primera actividad del día se dedicó a la narrativa de nuestro país, con Collazo, Courtoisie, Delgado y González Bertolino como panelistas. Según recogió el sitio cubano Radioreloj, este último asumió que, desde el inicio, sus obras se caracterizan por la influencia de grandes escritores contemporáneos y Collazo señaló que la escena de la narrativa uruguaya continúa el binomio campo-ciudad, agregó que “la necesidad literaria de todos los tiempos nace de la causa más honda del ser humano: su entorno”, y afirmó que su interés personal en escribir sobre la memoria y la relevancia de las mujeres charrúas viene de la mano de la historia.

También se presentaron los libros José Artigas, un simple ciudadano, de Zaffaroni; La novela del cuerpo, de Courtoisie; Las cenizas del Cóndor, de Butazzoni; y Trilogía de la Revolución, que recoge los guiones de Sanguinetti para las obras Argumento contra la existencia de vida inteligente en el Cono Sur, Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe (un título que por cierto se carga de especial significado en Cuba), y Breve apología del caos por exceso de testosterona en las calles de Manhattan.