La Berlinale -el Festival Internacional de Cine de Berlín- es, junto con sus similares de Cannes y Venecia, una referencia central para la producción cinematográfica internacional. Desde hoy hasta el 21 de febrero el público, los medios de comunicación y la industria del cine estarán pendientes de la abundante programación del encuentro.

Confirmando su tradición histórica, esta edición 66 de la Berlinale, que comienza mientras el drama de millones de refugiados rodea a Europa, pone énfasis en el cine político que trata problemas sociales. El director del festival, Dieter Kosslick, defendió la concepción militante del encuentro al recordar que “desde 1951 la Berlinale ha contribuido a promover la paz entre los pueblos y este año no será una excepción”. En ese sentido, planteó: “Tenemos que confrontarnos con la realidad que nos rodea, y no sólo reír en la alfombra roja”. El lema de este año será “Derecho a la felicidad”.

En esa línea, se apuesta por los documentales. No sólo en la sección oficial -en la que compiten 18 películas y cinco más se exhiben fuera de competición-, evaluada por un jurado presidido por la actriz Meryl Streep, sino también en las demás secciones, como Forum (dedicada al cine experimental), Panorama (para el cine independiente y artístico) y Generation (abierta a los realizadores jóvenes).

Kosslick ejemplificó esa decisión hablando de Fuocoammare -de Gianfranco Rossi-, un film que transita entre la realidad y la ficción a propósito de los inmigrantes atrapados en la isla italiana de Lampedusa. El director de la Berlinale explicó: “Es una película dura, con imágenes que no querríamos ver, pero que podríamos encontrarnos no sólo en el cine sino como turistas en cualquiera de nuestras playas”.

El festival berlinés se inaugura hoy con la última película de los hermanos Joel y Ethan Coen, ¡Ave César!, en la que vuelven a trabajar con George Clooney para mostrar los esfuerzos de un representante de actores (Josh Brolin) que trata de rescatar a Baird Whitlock (Clooney), una estrella de cine de los años dorados hollywoodenses secuestrada cuando estaba a punto de terminar una superproducción titulada como este film. Brolin tendrá que negociar con los secuestradores en medio de un inimaginable torrente de problemas. El elenco está integrado además por Channing Tatum, Scarlett Johansson y Tilda Swinton.

Entre las producciones francesas estará L‘avenir, de la directora Mia Hansen-Løve, protagonizada por Isabelle Huppert. También comparecerán, desde fuera de Alemania, el danés Thomas Vinterberg (La celebración) con The commune, el bosnio Danis Tanovic (realizador de No Man’s Land), con Death in Sarajevo, y desde Filipinas, Lav Diaz, con una película de ocho horas de duración, A Lullaby to the Sorrowful Mystery, en la que cuenta la lucha contra el dominio colonial español en su país, a fines del siglo XIX.

La sección Panorama se distingue por la presencia latinoamericana: la encargada de inaugurarla será la argentina El rey del Once, dirigida por Daniel Burman y ambientada en la comunidad judía de ese barrio porteño, tema que ya había trabajado en El abrazo partido, ganadora del Oso de Plata en 2004. Desde Colombia Andrés Ramírez Pulido mostrará El edén y Ciro Guerra presentará El abrazo de la serpiente, nominada al Oscar, que ya obtuvo premios en Cannes y en otros festivales. México, que contará con nueve films en el encuentro, llevará Soy Nero, acerca de un joven que atraviesa el desierto buscando una vida mejor en Estados Unidos.

También se homenajeará, con tres proyecciones, a un trío de grandes artistas fallecidos: la Berlinale recordará a David Bowie con El hombre que cayó a la Tierra (1976, de Nicolas Roeg), que el músico protagonizó; al actor Alan Rickman con Sensatez y sentimientos (1995); y al director Ettore Scola con El baile, 1983), producciones que, en su momento, fueron presentadas en Berlín.

Así, decenas de películas competirán en las distintas secciones, abordando el drama de los que deben huir de las guerras, la muerte y la miseria. De hecho, la Berlinale organizará distintas iniciativas especialmente dedicadas a los refugiados, incluyendo colectas, invitaciones a las exhibiciones y pases para los sets de filmación. Como señala la Deutsche Welle, sólo en 2015 casi 80.000 refugiados fueron recibidos en Berlín. Frente a esto, el festival se propone colaborar con la cultura dándoles la bienvenida y ofreciéndoles estas facilidades y atractivos.