La presidenta de la Junta Departamental de Canelones, Alejandra Goinheix, se sintió “frustrada” cuando, siendo niña, entendió que pene no tienen todos, y que, por ende, no había sido beneficiada en el reparto de poder. Sin falo, Goinheix contó que tuvo que “recorrer un camino” y “dar batalla” para llegar a donde está. Así como ella, ayer de tarde unas 20 mujeres que se desempeñan en política compartieron sus experiencias sobre qué implica ser mujer en una sociedad culturalmente patriarcal y machista, y en su ámbito de desarrollo profesional, que históricamente estuvo y está plagado de hombres. El encuentro, que tenía como punto de partida para la reflexión las “estéticas y el poder”, dejó en evidencia que las mujeres poderosas, también, alguna vez sintieron la necesidad de masculinizarse para subsistir: a veces no hay nada que les recuerde que ese mundo “capitalista”, “falocéntrico”, “patriarcal” y “machista” en el que viven no es el que eligieron. Para no perder el norte y desmitificar las asociaciones del tipo “escote es igual a desconfianza”, para conseguir la igualdad de derechos y equidad, aseguran que el cambio tiene que empezar en casa.

Una de las participantes que hicieron hincapié en este punto fue la ex intendenta de Artigas y actual senadora Patricia Ayala. Madre y política, contó que en la Bancada Bicameral Femenina del Parlamento ella les pregunta a sus compañeras a quién le sirven el plato de comida primero, si al nene o a la nena, a quién se le pide que levante la mesa y lave los platos, de qué color compran la ropa de bebé y qué hacen cuando ven llorar a un varón. En su opinión, con varones que sepan compartir y no menosprecien a las mujeres, las preguntas como “¿a quién te cogiste para llegar acá?” disminuirán, desaparecerán. “Hemos intentado copiarles a los hombres ciertas conductas. ¿Para qué? Prefiero tomar otra vía: hacer lo mismo pero de otra manera, tener poder para hacer y compartir con los varones, asociarme”, afirmó.

Otra de las participantes fue la ex intendenta de Montevideo y actual viceministra de Desarrollo Social Ana Olivera, que habló de varias cosas, entre ellas del “bullying” a las mujeres políticas: “Alba Roballo tenía un personaje porque tenía bien claro que en política a las mujeres se las invisibiliza, se basan en estereotipos que los medios de comunicación ayudan a perpetuar y mantener. Ella se pintaba de negro y se ponía unas caravanas enormes”, recordó. Olivera asegura que “no vale todo” para llegar al poder, que no es necesario “pisar cabezas” para obtenerlo. “Hay que conquistar con responsabilidad”, afirmó.

Marianella Morena, directora de Cultura Artística de la Intendencia de Canelones, también estaba presente, y aseguró que las mujeres “hemos negado nuestra corporalidad y sensualidad” y “adoptado la masculinidad para construir nuestra imagen desde el poder establecido”. “Los hombres no tienen la presión social de estar lindos. ¿Qué problema hay con tener tetas? ¿Nos embellecemos o nos afeamos para ir a trabajar?”, preguntó.

Estas mujeres, principalmente gobernantes canarias, prevén reunirse en dos meses para hablar sobre la “renuncia y la confianza”: “Debemos tener bien claro quiénes somos y construir a partir de la confianza para deconstruir estereotipos”, finalizó. Lo bueno del encuentro, dijeron, es que empezó ahí ayer, pero no saben cuándo ni cómo terminará. Las mujeres políticas quieren cambiar el mundo, junto a los hombres.