La mortandad de estrellas del rock es tal que falta espacio para obituarios. El viernes de la semana pasada se supo que había fallecido el tecladista y compositor británico Keith Emerson, famoso en los años 70 como integrante del grupo Emerson, Lake & Palmer (ELP), y ayer un informe forense confirmó que fue un suicidio.

Emerson fue un virtuoso con fuertes influencias de la música culta y una presencia escénica circense. ELP derivó de la lógica de los power trios de guitarra, bajo y batería y sus largas improvisaciones en vivo, pero en vez de un héroe de la guitarra como Jimi Hendrix o Eric Clapton tenía a Emerson, y en vez de raíces en el blues, versiones de compositores como Modest Mussorgsky, Aaron Copland o Alberto Ginastera.

Aquel grupo condensó lo mejor y lo peor del rock llamado progresivo, y fue el paradigma de todo lo que el punk se propuso destruir. Se separó en 1979, con reapariciones posteriores, y la carrera solista de Emerson nunca tuvo un éxito similar. Desde hace algunos años, problemas neuromusculares afectaban su capacidad de tocar y, al parecer, eso agravó un cuadro depresivo que lo llevó a quitarse la vida.