El miércoles 23 a las 23.26 los vecinos de los barrios montevideanos Cerro Norte, Casabó y Santa Catalina sintieron un temblor y una explosión. El sismo duró nueve segundos y el epicentro se localizó cerca de Punta Yeguas, según constató el Observatorio Geofísico de Uruguay (OGU) de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar). El observatorio publicó el jueves 24 un primer informe y ayer lo amplió escuetamente, aclarando que volverá a informar si se modifica algún parámetro.

La percepción de los vecinos coincidió con lo registrado por el sismógrafo que tiene la Facultad de Ciencias y que casi de casualidad estaba ubicado en su edificio, en Malvín Norte, puesto que había sido llevado hasta allí desde Sarandí del Yi para ser ajustado. La ubicación no era la ideal; logró registrar el sismo pero no pudo determinar su localización exacta. Los científicos suponen que fue en la costa, debajo del agua. En un principio lo relacionaron con las obras de la regasificadora pero ahora manejan otras hipótesis. “Todavía no tenemos certezas”, explicó a la diaria Enrique Latorres, director del OGU. “Toda la situación es muy rara. Lo que haya sido fue de mucha energía, no hay ninguna estructura geológica interesante porque es todo sedimento”, agregó. Latorres no lo asoció tanto con la regasificadora porque “todas las estructuras que tiene están en las superficies y ahí no pasó nada”. Sin embargo, la empresa brasileña Oas, que estaba encargada de hacer la escollera, el muelle y las plataformas, llegó a realizar trabajos en el agua antes de que la contratante, GNLS, rescindiera el contrato. Consultado por estas obras sobre el Río de la Plata, Latorres consideró que “habría que estudiarlo”.

Entre las múltiples hipótesis, los científicos sospechan que “podría ser el colector. Una de las opciones para que sea esa cantidad de energía es que se haya desmoronado una cantidad importante de sedimento, pero hay que confirmarlo”. Declaró que para saber eso se comunicará con autoridades de la Intendencia de Montevideo (IM) para indagar respecto de las obras realizadas.

El jueves 24 el OGU publicó un formulario en su sitio web (todavía puede completarse) consultando a los vecinos sobre la percepción del evento, su duración, en qué dirección sintieron el movimiento y otros detalles. Según Latorres, respondieron el cuestionario mayoritariamente vecinos del Cerro, por lo que buscarán hablar con otros habitantes de la zona “para afinar cuáles fueron las causas. Nos han sugerido mil cosas, pero muchas parecen bastante inverosímiles”, acotó.

Que el sismo haya sido producto de acciones humanas y no haya tenido origen tectónico tranquilizó a los científicos, porque si fuera tectónico significaría que podría ocurrir nuevamente, y con mayor intensidad.

En declaraciones a Subrayado, Leda Sánchez, titular de la Dirección Nacional de Minería y Geología (Dinamige), le restó importancia al evento, lo catalogó de “pequeño”, y aseguró que si hubiera ocurrido un día laboral “nadie lo hubiese percibido”. Según supo la diaria, las autoridades gubernamentales no han consultado a referentes de la IM o de Gas Sayago porque consideran que el sismo fue “insignificante”.

Se mueve el piso

Los científicos insisten en recordar eventos que ocurren cada tanto en Uruguay. El temblor de 1988 fue el de mayor entidad, dijo Latorres, que señaló que en ese entonces la mayoría de las construcciones del país eran “de tipo colonial, gruesas paredes de ladrillos, techos livianos, la mayoría de las casas eran de una planta, entonces llamó la atención y causó un poco de alarma, pero no hubo que lamentar nada muy grave. Si ese sismo ocurriera ahora, creemos que algunos edificios no estarían preparados para soportarlo”. Señaló que es necesario “hacer una evaluación de tipo probabilístico económico: evaluar la probabilidad de que ocurra algo, el daño que puede causar y cuánto invertimos en prevenir, prever o recuperarnos de ese problema. Pero para poder hacer el cálculo de probabilidad primero tenemos que hacer una historia de los eventos que tenemos”.

El sismógrafo que ahora está en la Facultad de Ciencias es el único del país; fue adquirido por la Udelar. “Cualquier otro país de Sudamérica que no sea Uruguay tiene varios aparatos repartidos en el territorio”, señaló Latorres. “Nuestra idea es utilizar medios geofísicos para estudiar un montón de cosas que todavía no fueron respondidas por la academia: la estructura de la corteza terrestre, el riego sísmico y un montón de cosas que servirían en temas de explotación minera en el futuro o para evaluar riesgos de fracking”, detalló.

Para eso el OGU firmó un convenio con la Dinamige, para que esta instale en el correr de este año 14 acelerómetros. El observatorio espera disponer además de otros dos aparatos de banda ancha que fueron obtenidos en un concurso de proyectos de ANCAP y, por medio de un convenio con la Universidad de San Pablo, espera la llegada de otros dos aparatos. “Con esto tendríamos una red en el futuro próximo, quizá a fin de año, de 18 aparatos, con la que cubriríamos todo el país y tendríamos una instalación mucho más estable que la que hemos tenido hasta ahora”.

Los acelerómetros de la Dinamige -el primero de ellos ya está instalado en Sarandí del Yi- apuntan a capacitar a los geógrafos estatales, a controlar las explotaciones mineras -y detectar si hay algunas que no estén autorizadas-, así como a “hacer algunos controles cruzados con la Dirección de Materiales y Armamento del Ejército por el tema de los explosivos”, mencionó Latorres.

La “tomografía de la corteza” permitiría analizar los riesgos que puede haber en una explotación hecha con la técnica de fracking. “En el fracking, uno debe inyectar líquidos para forzar la fractura de la roca, y de esa forma mover los hidrocarburos de adentro de la roca, pero al mismo tiempo esa presión genera fracturas que uno no puede predecir. Si esas fracturas luego hacen que el hidrocarburo se mezcle con otras cosas que no queremos, como una napa de agua, o una napa de agua termal, deberíamos hacer estudios previos para analizar el riesgo que corremos”, ejemplificó.