El sábado Eslovaquia tuvo sus elecciones legislativas y los resultados sorprendieron, en parte porque el gobernante Partido Socialdemócrata (SMER) perdió casi la mitad de su presencia en el Parlamento -ganó con 28,3% de los votos, por lo que obtendrá 49 diputados frente a los 83 que tenía hasta ahora-, y en parte porque el Partido Popular Nuestra Eslovaquia (LSNS), de origen neonazi, conquistó más de 8% de los votos y alcanzó 14 de los 150 escaños del Parlamento. Se convirtió así en la quinta formación más votada.

“La gente ha decidido, si bien estamos convencidos de que algunos partidos políticos no deben estar en el Parlamento y es necesario prohibirlos”, dijo el primer ministro Robert Fico. El partido ultranacionalista logró el apoyo de 8,3% de los votantes. Después de conocer los resultados, el vicepresidente del LSNS, Rastislav Schlosár agradeció “en primer lugar” a Dios. “Sin él no habríamos conseguido nunca este éxito”, explicó. Además, atribuyó el éxito de su organización a que la gente “está cansada de los partidos políticos estándar, que durante décadas ha destruido Eslovaquia y sirven a intereses extranjeros”, a las políticas que “dictan desde Bruselas y Washington”. El LSNS se presenta como un partido antieuropeo y contrario a la OTAN, y aboga por “la liberación de Eslovaquia y la renovación de su soberanía”. Agregó que “esto es una buena noticia para todos aquellos que están hartos de los ladrones con corbata y de los parásitos en las aldeas”, en referencia a los gitanos, a los que su partido llama de ese modo.

El LSNS está dirigido por Marian Kotleba, un ex maestro de 39 años que fue detenido e investigado varias veces por sus declaraciones extremistas, dirigidas en particular contra la minoría gitana, y que hoy ocupa el cargo de gobernador en la región de Banská Bystrica, en el centro del país. Kotleba fue presidente del partido neonazi Comunidad Eslovaca, que organizó manifestaciones contra los gitanos y expresó simpatía por el gobierno del ex presidente Jozef Tiso, que fue aliado de la Alemania nazi.

El Tribunal Supremo eslovaco ilegalizó su partido en 2006 porque proponía en sus estatutos la eliminación de la democracia -una propuesta contraria a la Constitución- y la creación de un “Estado de clases basado en los principios nacionales, cristianos y sociales”, según informó la agencia de noticias Efe. El líder de extrema derecha fue detenido en varias ocasiones por incitación al odio y al racismo, y su nuevo partido sigue atacando a los gitanos.

“Hemos elegido a un fascista para el Parlamento y esto es algo para reflexionar”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores eslovaco, Miroslav Lajcák. En el nuevo Parlamento también logró su lugar, con 11 escaños, el partido Somos Familia, que mantiene un discurso nacionalista y contra la inmigración.

El presidente de Eslovaquia, Andrej Kiska, anunció ayer que le pedirá al primer ministro la formación del nuevo gobierno, luego de que su partido no consiguiera la mayoría absoluta el sábado. La aritmética electoral obliga al SMER a formar una coalición con al menos otros dos partidos.